sábado, 14 de abril de 2007

MALINCHE

Malinche o el drama amoroso y nacimiento de la cultura del
Nuevo Mundo, envuelta en los enredos del amor

Malinche es un extraordinario relato de la escritora mexicana Laura Esquivel, quien con su fina pluma plantea el trágico y apasionado amor entre Hernán Cortés, el conquistador y la india Malinalli, quien fue su intérprete durante la conquista del imperio azteca. Malinalli conoce a Cortés y lo considera el Dios Quetzalcóatl quien según ella, regresaba para liberar a su pueblo.

La india y el conquistador se enamoran apasionadamente pero esta relación es destruida por la personalidad de Cortés, un conquistador apegado al deseo de tener más cada vez, más poder y más riqueza. La historia de México Malinalli/Malinche se devela en el discurso narrativo como una historia de traición y muerte. Sobretodo, traición hacia el pueblo indio. Sin embargo, los críticos e historiadores afirman que más que una india enamorada, Malinalli fue una mediadora entre las culturas hispánica y americana; un enlace entre las lenguas, española y náhuatl.

En este sentido, Esquivel lo que ha hecho es volver los ojos hacia nuestra cultura, nuestra identidad, nuestras raíces al tomar como tema, un suceso de la mitología tradicional para tratarlo como un tópico sobre el origen de la cultura mestiza. La relación de Hernán Cortés y Malinalli en el contexto del derrumbamiento del imperio azteca. La historia es contada con el lirismo propio de la tradición alegre y pictórica del náhuatl, es un mito sobre el nacimiento de una nueva cultura, la cultura del Nuevo Mundo, amén de ser además, una tierna historia de amor.

CACIQUES DE VENEZUELA



GUAICAIPURO
Guaicaipuro fue uno de los caciques más valientes en la lucha por la resistencia indígena a la penetración europea en Venezuela durante el año 1560. Su familia estaba integrada por su hijo mayor, que se llamaba Baruta, dos hermanas, Tiaora y Caycape; 6 hermanos mayores; Pariamanaco, hijo de su hermana Tiaora, y Quetemne, hija de también hija de Quetemne; 6 sobrinos y un nieto. Para ese entonces, en la región de los Teques vivían muchos indígenas en grupos independientes con sus respectivos caciques. Guacaipuro era el principal de estos grupos, asentado en Suruapo o Suruapay, en lo que actualmente se llama San José de los Altos, en la vertiente de la quebrada Paracoto. Este puesblo era muy importante en su jurisdicción, donde figuran 6 caseríos más, cuyos pobladores eran también de su gobierno.
Durante las exploraciones de Pedro de Miranda, al descubrirse las minas de oro en los Teques, Guaicaipuro lo atacó y tuvo que huir del lugar. Luego, el gobernador Pablo Collado sustituyó a Miranda por Juan Rodríguez Suárez y éste venció a Guacaipuro en varios encuentros. Rodríguez, al creer que había ya pacificado la región, dejó en a sus tres hijos menores de edad con unos obreros trabajando en las minas. Guacaipuro asaltó las minas mató a todos los trabajadores, incluso a los hijos de Juan Rodríguez Suárez. Después de haber incitado a Paramaconi, cacique de los taramainas, para que se rebelara, Guaicaipuro pasó al hato de San Francisco, donde da muerte a los pastores, quemó las viviendas y dispersó las reses. Mientras esto sucedía, Juan Rodríguez Suárez se entera del desembarco del Tirano Lope de Aguirre y se dirige hacia Valencia con 6 soldados para hacerle frente. En el trayecto, es sorprendido y muerto por Terepaima y Guacaipuro,fue muerto en una heroica resistencia. Guacaipuro impulsó luego el levantamiento de todas las tribus y los caciques Naiguatá, Guaicamacuto, Aramaipuro, Chacao, Baruta, Paramaconi y Chicuramay, quienes reconocieron a Guacaipuro como su jefe supremo.
Cuando Diego de Losada tuvo conocimiento de que Guacaipuro fue quien había promovido un frustrado asalto a la recién fundada ciudad de Caracas (1568), envió para que lo apresaran. Este encargo fue encomendado al alcalde Francisco Infante, quien, con indios fieles conocedores del paradero de Guaicaipuro, salió de Caracas una tarde, con 80 hombres. A la media noche, llegaron al sitio donde Guaicaipuro tenía su vivienda, en el alto de una fila, en cuya falda estaba el pueblo de Suruapo. Francisco Infante se quedó en el pueblo con 25 hombres para proteger la retaguardia y retirada en caso de una derrota, mientras Sancho del Villar con los demás bajaba a ejecutar la prisión del indio. Conducidos por los guías llegaron a la puerta del inmenso bohío o caney de Guacaipuro los 5 primeros que formaban la delantera. Pero como fueron descubiertos, con sus armas en las manos, mientras esperaban la llegada de los compañeros, intentaron franquear la entrada, pero Guacaipuro, quien ahora poseía la espada que antes había sido de Juan Rodríguez Suárez, les hizo frente e hirió a cuantos intentaron entrar.
Ante los gritos de la pelea, el pueblo se alborotó y todos acudieron a defender a su cacique, pero nada podían contra los filos de las espadas; y los lamentos y gritos de las mujeres y niños, en la noche oscura, La confusión era general. Cuando los españoles se convencieron de la imposibilidad de rendir a Guaicaipuro, decidieron quemar su casa. Lanzaron una bomba de fuego sobre el techo de paja y madera, que comenzó a arder vorazmente. Al ver esto, Guacaipuro saltó fuera, dando estocadas a diestra y siniestra contra los asaltantes, pero todo fue en vano pues las espadas de éstos lo dejaron muy pronto muerto en el suelo; la misma suerte tuvieron sus acompañantes

domingo, 8 de abril de 2007

CHE

Lo han cubierto de afiches, de pancartas
de voces en los muros
de agravios retroactivosde
honores a destiempo
lo han transformado en pieza de consumo
en memoria trivial
en ayer sin retorno
en rabia embalsamada
han decidido usarlo como epílogo
como última thule de la inocencia vana
como añejo arquetipo de santo o satanás
y quizás han resuelto que la única forma
de desprenderse de él
o dejarlo al garete es vaciarlo de lumbre
convertirlo en un héroe
de mármol o de yeso
y por lo tanto inmóvil
o mejor como mito
o silueta o fantasma
del pasado pisado
sin embargo los ojos incerrables del che
miran como si no pudieran no mirar
asombrados tal vez de que el mundo
no entienda que treinta años después sigue bregando
dulce y tenaz por la dicha del hombre.
Mario Benedetti, 1997

¿SOCIALISMO DEL SIGLO XXI?


La experiencia ha demostrado que el capitalismo se asienta en la democracia representativa, lo que significa, gobierno de élites, sistema que se apoya en las desigualdades y en consecuencia, profundiza las injusticias. Que no puede haber democracia real si no hay justicia ni igualdad; y que donde no hay justicia ni igualdad, tampoco habrá paz. Frente a esta realidad, el Presidente Chávez ha señalado insistentemente que “sólo el Socialismo puede traer justicia social a los pueblos latinoamericanos, caribeños y al mundo en general”. Su propuesta es un llamado a la conciencia individual y colectiva, para que frente al fracaso del modelo capitalista neoliberal, dependiente y salvaje, caminemos juntos hacia la construcción de un nuevo orden social: el socialismo del siglo XXI.
El socialismo del siglo XXI será una realidad cuando el colectivo organizado asuma de manera consciente los postulados de la revolución bajo una óptica socialista que les permita generar cambios en las estructuras sociales, de poder y en las relaciones de producción.
Estos conceptos infunden miedo en los pequeños grupos de burócratas que desde siempre, habían ostentado el poder en detrimento de las grandes mayorías. La burguesía venezolana, aparte del temor a perder los privilegios del pasado, asocia la propuesta con el modelo de socialismo marxista leninista, aún cuando saben que su filosofía ha dado respuestas a la problemática planteada por el pensamiento progresista de la humanidad, especialmente, en aquellos que se relacionan con la cultura de los pueblos. De esto, hay evidencias en algunos países, donde sí resultó exitosa. En lugar de abrir espacios para la confrontación de ideas y el sano debate, con el apoyo en los antimedios de comunicación y del gobierno norteamericano, han emprendido una campaña mediática de terror que no ha podido calar en el colectivo, quien no haciendo eco a sus cantos engañosos y voces agoreras, se decidió de manera masiva y contundente por la propuesta revolucionaria.
El Presidente también aclara que en el caso venezolano, debe plantearse un Socialismo Nuevo que responda a las necesidades y características del país y en consecuencia, debemos construirlo como un proceso de aprendizaje a partir de una reflexión-acción dialéctica que nos oriente hacia la sociedad que queremos. Esto por supuesto, apunta hacia un cambio social y cultural que legitime los valores del socialismo: el bien común en un marco de tolerancia, paz, solidaridad y exaltación de la dignidad del ser humano por encima del mercado y el capital.
De manera que el socialismo bolivariano no es una doctrina. Es un proceso colectivo de transformación y cambio para construir una nueva visión de país. Para lograr este sueño, debemos inicialmente, transitar los caminos para reencontrarnos con nuestras raíces, nuestros orígenes, con el pensamiento latinoamericano y particularmente, con el ideario bolivariano. La ideología que subyace en la propuesta presidencial tampoco es una novedad. La ha venido planteando el presidente desde los años 80, con el 'árbol de las tres raíces', base fundante del movimiento revolucionario. Una raíz bolivariana, que plantea su tesis sobre la igualdad, la libertad y la integración de América Latina; una raíz zamorana que propugna la soberanía popular y la unidad cívico-militar, y una raíz robinsoniana, base para una nueva República, centrada en la educación popular, la libertad y la igualdad. El socialismo del Siglo XXI también se apoya en el pensamiento cristiano y los principios crísticos: humildad, igualdad y justicia social; en un socialismo auténtico, que no responda a intereses individuales ni imperialistas, tampoco una copia de modelos foráneos.
De manera que como modelo por construir, debemos asumir su concreción con visión endógena es decir, desde adentro, desde nuestros sueños, desde nuestras propias raíces, donde moran las voces y valores de nuestros aborígenes, héroes y maestros. Lo que nos exige además, volver la mirada hacia nuestras experiencias ancestrales sobre la convivencia social colectiva y solidaria, las ideas políticas y pedagógicas de nuestros grandes maestros y héroes: Simón Rodríguez, Luís Beltrán Prieto Figueroa, Simón Bolívar y Artigas entre otros, sobre educación, solidaridad, integración de los pueblos, administración de la justicia y eliminación de los privilegios.
Desde el punto de vista de las ideas y procederes, los rasgos básicos del socialismo bolivariano son la moral y la democracia participativa y protagónica. La primera, que abrirá los caminos para la recuperación del sentido ético de la vida y la fuerza que requerimos para luchar contra los antivalores del capitalismo (individualismo, egoísmo, odio, privilegios y la corrupción) y la segunda, como estrategia para devolver el poder al pueblo soberano.
Se plantea así como la primera propuesta de democracia humanista planteada al país después del año 1958. Es revolucionaria, bolivariana y pacífica, que da preferencias al ser humano y su desarrollo integral; lo que le permitirá al colectivo social construir la nueva República, en un contexto signado por constantes cambios donde se imponen necesariamente, la convivencia ciudadana solidaria, la equidad, la participación y la democracia.
Su carácter revolucionario no se expresa en las armas sino por las transformaciones profundamente espirituales que en ella se implican desde las bases para generar un cambio estructural en la sociedad venezolana, en sus instituciones, en las formas de propiedad y distribución de la riqueza, la igualdad de oportunidades y la democracia participativa. Es bolivariana por los principios libertarios que la inspiran para las relaciones de producción y autodeterminación de los pueblos, la soberanía geográfica y cultural, y la educación popular como bases para alcanzar de manera sustentable, la justicia social.
La expresión más genuina del socialismo del Siglo XXI está naciendo en los consejos comunales desde donde se promoverán las vocerías y asambleas de ciudadanos en la toma de decisiones conjuntas por el bien común de manera sana, autónoma, autogestionaria, solidaria y sin aquellas interferencias políticas plegadas a intereses particulares. Esta es la esencia del proceso revolucionario. Esto es lo que se denomina “Democracia directa, protagónica y participativa”.
Entonces… ¿Cuál es el miedo? ¿Cómo que para qué el Socialismo del siglo XXI? para transformar el poder en instrumento del pueblo y la reconstrucción de la identidad venezolana y latinoamericana auténticas ¿Por qué el Nuevo Socialismo o Socialismo del Siglo XXI? Porque es la única alternativa viable que nos permitirá dar respuestas a las necesidades del pueblo venezolano, impulsar la justicia social, la equidad, la libertad; la defensa de su soberanía cultural y territorial. Porque la propuesta en sí lleva implícita, la reivindicación del hombre como ser humano integral, conocedor, respetuoso y defensor de su historia, sus leyes, su soberanía y su dignidad. Porque el socialismo en definitiva, es el camino para formar al patriota solidario y comprometido con su historia; consciente de que para avanzar hacia un mundo mejor, todos debemos estar bien y para ello, se organiza, participa, respeta las decisiones de la mayoría y toma decisiones en colectivo.