Para escribir un cuento podemos seguir varios procedimientos. Uno de ellos es redactar las respuestas a una serie de supuestas preguntas ordenándolas en tres partes, introducción, desarrollo y desenlace, conforme a la estructura que debe tener el texto. El resultado será el cuento. Para el principio de la narración las preguntas pueden ser:
-¿Quién es el personaje principal?
-¿Cuáles son sus cualidades o características más importantes?
-¿En qué tiempo tiene lugar lo que se cuenta?
-¿Cuál es la situación de las cosas en el momento en que empieza la historia?
-¿Qué se propone hacer el protagonista?
-¿Por qué quiere hacerlo?
El desarrollo del cuento puede estar formado por las respuestas a las siguientes preguntas:
-¿Qué hace el protagonista?
-¿Qué problemas encuentra para alcanzar su objetivo?
-¿Le sorprende algún peligro?
-¿Tiene que superar alguna prueba difícil?
-¿Encuentra alguna situación misteriosa a la que se tiene que enfrentar?
-¿Tiene que resolver algún enigma?
El final del cuento nos lo pueden facilitar las siguientes preguntas:
-¿Cómo resuelve el protagonista los problemas planteados?
-¿Qué hace para alcanzar su objetivo?
-¿De qué modo supera los peligros que encuentra?
-¿De qué manera modificará su mala conducta a causa de la desagradable experiencia vivida?
-¿Ocurrirá algo al final del relato que cambie el significado de todo lo anterior o que introduzca algún elemento sorpresivo?
Este sistema de preguntas implícitas y respuestas explícitas pueden seguir un orden lógico dispuesto por nosotros mismos, pero también podemos escribir las preguntas en fichas independientes y mezclarlas entre sí para que sea el azar quien fije el punto de partida, la dirección del recorrido y el final del argumento. En este caso, podremos elegir parte de las fichas, según nuestra idea inicial, prescindiendo de las que consideremos innecesarias para lograr nuestro propósito.