miércoles, 13 de junio de 2007

TARZÁN, EL MISMO DIABLO DE CUMANÁ

A: Luís Hurtado, el Diablo de Cumaná
1992

¿Cuánto tiempo hace que siente esa inspiración cristiana por el diablo? No lo sé…Nadie sabe cómo llegó al mundo. Sólo Beltrana la mujer de Juan, de cuyo vientre alguna vez nació un niño. Es difícil averiguar el verdadero origen de alguien si no pertenece a la nobleza. El origen de Luís, es muy pobre, descendiente de un grupo de venezolanos que brillaron de dignidad y ausencia de bienes materiales. Su vida transcurrió en un ir y venir por pintar anuncios y lotería, salir a la calle para distraer a los demás…lo demás, no importa –solía decir-. La generación de mis padres decidió llamarlo “Tarzán”, por haber realizado durante un carnaval, una muy lucida comparsa donde imitaba aquellas películas que acapararon toda una época en los cines del pueblo.
Luís, que así se llama nuestro hombre, iba por la vida aflicto, con su andar casquivano y la mente perdida en los recuerdos de aquella piñata de barro que al caer sobre su cabeza, lo hizo “alocado”; en aquel niño que murió tempranamente o en el plato que lo asistirá en el almuerzo de cada día. Refugiaba su tristeza en el baile del tambor, los cartones de lotería y el bullicio de los comercios…Luís era la representación de la música de las perolas, el baile de los niñitos tiznados y de todo lo que nos hacía feliz y lo hizo popular entre nosotros…
Algunas veces, venía hacia nosotros disfrazado de “Diablo Rojo”, otras, de “Diablo Negro”. En el primero, para aquellas ocasiones donde no podían participar los endrinos porque… y el segundo, cuando iba a tratar de divertir al pueblo. Era éste el momento en el cual hacía uso de su astucia para aprovecharse de los ingredientes y materiales que lo distinguían de los demás: se untaba tizne y aceite en la cara y el cuerpo todo; en la boca, aquellos espeluznantes colmillos blancos de plásticos, desde donde manaban gruesas gotas de sangre, extraídas del zumo de la remolacha. También introducía en su nariz, un aro de cobre y en su cabeza, aquellos cuernos de res que una vez robó en el Matadero Municipal…
Asomadas a la ventana del cuarto, vivíamos la terrible danza que avanzaba hacia nosotras acompañada del grito ¡Ahí viene el diablo! ¡Uyyy! ¡Trae el tenedor con que mata a los niñitos! ¡Corre mijo, corre!. Nos sostenía la curiosidad y entonces, nos escondíamos bajo la cama hasta que pasara la comparsa….todo comenzaba con los gritos luego, el zumbar de las perolas y el diablo, bufando y sangrando por sus largos colmillos, amenazante desde su acostumbrada danza.
Ya más grandecitas, nos enfrentábamos al diablo. Iba siempre acompañado de niños pobres que hacían cantar ta-ta-tatatata-ta-pa-pa a sus perolas. Y desde lejos, la oscura figura acompañada con la danza de la muerte. Cuando se acercaba hasta nosotras, mostraba con orgullo su sonrisa diabólica. Nuestro cuerpo se helaba de terror. ¡Claro, todavía no habíamos descubierto aquellas fauces en las piñatas. Un grueso frío recorría la espalda temblorosa y…¡a correr, a esconderse!
No todos lograban esconder sus cuerpos del diablo..Siempre había un niño que quedaba atrapado bajo los filosos dientes del gran tenedor. Otro niño fingía morir en manos del diablo ahumado. Y así, al compás de la contagiosa música de las perolas y su danza, nuestro personaje lograba mostrara en aquel pequeño mundo, la maldad del demonio. Estos ritos iban también acompañados de una canción improvisada e inolvidable:
“¡Allá viene el diablo qué bicho tan feo
Velo cómo baila, velo cómo ríe!”
Reía a carcajadas y todos se espantaban, volteaba los ojos y cantaba nuevamente:
“Yo soy el diablo malo
Yo soy el mismo Satanás
Que me escapé del infierno
Y vivo aquí, en Cumaná”
Para retirarse, solía hacer una venia acompañado de un saludo para seguir su camino hacia otros rumbos, otros pueblos y otras ciudades:
“Señoras y señoritas
Usté me va a perdoná
Este diablo endemoniao
Ya se va a retirá”
Se marchaba luego de recoger la acostumbrada contribución entre los espectadores, sin haberle hecho daño a alguien… Nuestro tarzán vive entre nosotros y cada día pasa inadvertido por las calles de mi pueblo, camino al mercado, acercándose a quien lo ha reconocido para hacerle chistes y continuar su camino…pensando en sus vicisitudes. Alguna que otra vez logré escuchar alguna voz hoy perdida “¡mira, aquél que va allá es Tarzán, el Diablo de Cumaná!”

HUMANIZAR


La HUMANIZACIÓN es la acción y efecto de hacer y promover que las personas hagan el bien.. La aceptación de las otras personas opuestas a nosotros en cuanto a pensamiento, nivel educativo y estrato social es una manera de humanizar a la sociedad en general. Esto pasa por redescubrir los lazos esenciales del hombre. Cuando se habla de los derechos humanos y de la igualdad y de dignidad de la persona, se está humanizando al individuo. Pero a veces también existen contradicciones entre quienes nos hablan de estos valores, mientras nos conmovemos por las desgracias que suceden lejos y colaboramos las tareas solidarias, a niveles de convivencia, vemos cómo el ser humano es agraviado por los otros, tanto particular como socialmente por apetencias personales o de poder. El individualismo del ser humano conduce hacia la deshumanización del hombre y de la humanidad entera.
No debemos olvidar que las nuevas generaciones aprendemos lo más importante de la vida de la escuela y en el entorno familiar. La escuela nos humaniza a través de los valores del maestro, quien nos enseña a ser buenos, a aceptar a los otros, a compartir y a ser humanamente nobles. La familia es el primer espacio donde se humaniza al individuo dándole una actitud sabia ante la vida y lo da en un clima natural ya que en él las realidades penetran de alguna forma en el inconsciente y se interiorizan extremadamente. Si lo que las nuevas generaciones recibimos de la familia y de la escuela es humanizado, la sociedad entera –y los individuos primero- se humanizarán. En la escuela y en la familia se aprende a ser bueno, a compartir a pensar en los demás, a querer a los otros independientemente de sus cualidades, su belleza o su inteligencia y tantas otras cosas positivas que influyen en la calidad de vida logrando que ésta sea verdaderamente humana porque todo el mundo se empapa de una actitud solidaria y fraternal.
JOSÉ ANTONIO RUIZ MARVAL (10 AÑOS)

sábado, 9 de junio de 2007

PROYECTO EDUCATIVO INTEGRAL COMUNITARIO


Si enmarcamos este articulo dentro del punto 2 “LOS FINES POLITICOS EN SU LITERAL B. “EL PERFECCIONAMIENTO DE LA DEMOCRACIA” de la Constitución de 1999, QUE DICE: “La refundación de la republica, como fin supremo de la Constitución de acuerdo con el preámbulo, busca establecer una sociedad democrática, es decir, una sociedad en la cual la democracia sea mas que un sistema político, una forma de vida que no solo configure las instituciones políticas, sino también las sociales. Además, la sociedad que se busca consolidar debe ser “participativa”, de manera que la participación de la sociedad y del individuo en todo lo que concierne sea la guía fundamental para la refundación de la republica. También la sociedad debe ser “protagónica” , de manera que mas que estado lo que se persiga es el protagonismo democrático de la sociedad civil y de los individuos, que lleguen a ser dueños y conductores de su destino”.
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Haciendo un complemento con uno de los pilares, señalado por Carlos Lanz en su articulo “Cuatro líneas estratégicas del proyecto Educativo nacional: Concreción de la pedagogía alternativa”2000, bajo los cuales se cimienta el proyecto educativo Nacional como es “atender a las exigencias de la construcción de una nueva sociedad y de una nueva republica. Es decir, ante tal exigencia transformadora, la educación debe responder a los requerimientos de la producción material en una perpestiva humanista y cooperativa. Del mismo modo, debe formar en la cultura de la participación ciudadana, de la solidaridad social y propiciar el dialogo intercultural y el reconocimiento a la diversidad étnica”. Es propicio entonces indicar A LOS PROYECTOS EDUCATIVOS INTEGRALES COMUNITARIOS, como un gran paso y una oportunidad para fortalecer el principio democrático y de participación en la búsqueda de hacer una nueva Republica o como digo desde hace muchos años , de Una Nueva Venezuela.
Esta es una gran herramienta estratégica que el Ministerio de Educación y Deportes ha colocado en manos de los planteles escolares, ya que esta significa una propuesta de trabajo que trasciende las paredes de la escuela y la vincula a la vida comunitaria y a todos quienes rodean el ámbito escolar.
Los PEIC, deben encararse de una vez por todas como el nivel de participación efectiva que se puede lograr a través de ellos, no como un simple requisito académico fijado para tal fecha, tal hora y tal lugar, sino que debe encararse como un medio de desarrollo institucional en la búsqueda de la Calidad educativa, termino que se hace preciso definir en cada centro.
Tomando en cuenta la experiencia tenida con la elaboración y desarrollo de los PEIC y en la oportunidad de análisis de algunos de ellos se notan algunas debilidades que deben convertirse cuidarse para poder fortalecerlos entre ellas puedo mencionar:
· El nivel y la calidad de la participación de los padres de familia y de los estudiantes en los planteles educativos es débil, y no inciden ni en la toma de decisiones ni en la transformación del hábitat escolar.
· Las formas de democracia sigue siendo mas representativa, que de participación y democracia directa. Un ejemplo de ello es la participación de los estudiantes y padres de familia en los procesos de evaluación institucional. Existen dificultades para lograr la participación y el compromiso de la comunidad educativa.
· La utilización de mesas de trabajo o de talleres para la construcción y desarrollo de los PEIC no es permanente; se pierde el entusiasmo, así como la productividad.
· Los procesos de concertación entre los miembros de la comunidad educativa para legitimizar el manual de convivencia carecen de la fortaleza necesaria para su buen funcionamiento.
· Hacen falta estrategias de formación, compromiso y pertinencia para que las instituciones construyan una verdadera participación de la comunidad educativa a nivel interno y externo.
· Existen dificultades de integración entre profesores y directivos.
Por eso, se hace necesario que en los planteles donde se hayan iniciado los PEIC, deben hacerles asesoramientos en las líneas de acción, de manera que se propicien experiencias innovadora, se resalten las experiencias acerca de los impactos del PEIC en el desarrollo comunitario, se abran programas de bienestar integral para la comunidad, se fortalezcan los programas de formación para la participación y la democracia así como proyectos de autoestima y reconocimiento del otro, lo otro y los otros en el marco de la solidaridad y la cooperación, se desarrollen proyectos especiales como periódico escolar, emisora escolar, escuela o grupo de teatro, danzas, grupos musicales y corales.. Construcción, por parte de los estudiantes, de textos propios, historias de vida y descripciones sobre el mundo de la vida cotidiana, como una manera de bajar los niveles de inasistencia, deserción. Debe lograrse de una vez, por todo un fuerte sentido de pertenencia y de compromiso institucional.
Hay que presentar modelos curriculares y administrativos descentralizados que faciliten la participación integral de la comunidad educativa; ya que a pesar de algunos intentos, las relaciones de poder y autoridad son en su mayoría verticales o son motivos de tensiones y conflictos institucionales.
Si realmente se pretende encarar los PEIC en su dimensión, se debe proponer la creación de un tiempo semanal para dedicarla al desarrollo de los PEIC, reconocida como parte de la carga académica de algunos docentes que lideren los proyectos y que hagan aporte al logro de profundidad y desarrollo de elementos teóricos y conceptuales sobre educación, pedagogía, currículo e innovaciones pedagógicas.
Desde mi criterio y opinión el PEIC es un factor determinante de transformación cultural por considerar que la cultura puede cumplir una función educativa generadora de cambios mentales, actitudinales, éticos y estéticos, cambios sociales, morales , políticos y económicos, fundamentalmente en el espacio del mundo escolar, cambios que podrían extrapolase, a mediano plazo, al mundo familiar y vecinal.
A largo plazo, si las personas responsables de llevar el proceso en este país así lo quisieran, el PEIC podría convertirse en semillero para la construcción de un nuevo proyecto de ciudad y de país. En esa tarea, que es de toda la sociedad, la escuela puede contribuir con un grano de arena a la transformación de los imaginarios, las mentalidades y las costumbres individuales y colectivas, hacia nuevas formas de vivir, sentir, decir y sobre todo de actuar, hacia nuevos enfoques y miradas sobre las relaciones del hombre con la naturaleza, con sus congeneres, con la ciencia y la tecnología, con el hábitat social, político y económico.
Los proyectos educativos integrales comunitarios se debe n convertir en un referente de identidad y compromiso, desde donde la comunidad educativa pueda cumplir su tarea: LA DE HACER AL NIÑO CADA DIA MAS HUMANO PARA QUE PODAMOS TENER AL HOMBRE: JUSTO, ETICO, SOLIDARIO, LIBRE, DEMOCRATICO, QUE NECESITA ESTE BELLO PAIS: VENEZUELA.

MGR. MARIBEL ORTEGA DE GONZALEZ
SEMBRADOR DE ESPERANZAS
12 de Julio de 2006

viernes, 1 de junio de 2007

ANTONIO JOSE DE SUCRE, GRAN MARISCAL DE AYACUCHO


EL ÁRBOL DE LAS TRES RAÍCES

EL árbol sacude sus tres raíces para oxigenar al hombre nuevo, íntegro, no corrompible que establecerá con su visión transformadora, la estructura social del nuevo milenio. Su ejemplo es una carga de porvenir que se vislumbra más allá de la palabra ajena que tantas veces intentaron perpetuar los labios sarcásticos del superficialismo, las injusticias y el imperio económico para imponer su doctrina de dominación y dependencia sobre los pueblos latinoamericanos. Venezuela abrió sus brazos a un futuro diferente y al abrigo de su sombra, se convirtió en ejemplo para el mundo. El pueblo despertó y asumió los cambios con la valentía de sus héroes Bolívar, Rodríguez y Zamora, expresada en un proyecto de vida original que promueve la generación de conductas y valores que abrirán paso al establecimiento de un orden de justicia social y de derecho para fortalecer la convivencia democrática. Un sentido de pertenencia jamás sentido, crece en el corazón de cada venezolano hacia la concreción de la revolución Bolivariana en todos los sectores del país. En este proceso, la escuela y sus maestros tienen la gran responsabilidad de alcanzar la utopía de Samuel Robinson: cuidar a todos los hombres de la patria desde la infancia, educarlos para hacer República, porque “no nos alucinemos, sin educación popular, no habrá verdadera sociedad”. Sólo de esta manera, dentro de un tiempo no muy lejano, la Venezuela posible será una realidad porque gracias a los maestros y a la escuela, el ejercicio ciudadano será la expresión del compromiso del hombre con la libertad, la solidaridad, la tolerancia, la dignidad y la defensa de los derechos humanos.

LAS PALABRAS EN EL VIENTO


En el viento, las palabras suenan bien pero no se quedan se trasmutan se pierden... porque nadie las retiene Te sientes incómodo porque no puedes hablar. Te vigilan no sólo desde afuera sino también desde tu propio abismo. El jefe nos había dicho que llegaba un turista con mucha plata, tremenda nave y bañado en oro. Siento la inutilidad de mi vida como si dentro de unas horas ya no seré un vivo más en este sitio de putrefacción y muerte sino una espesa niebla que se diluye en la oscuridad de los silencios. No cuentes lo que sabes ¡Ya entiendo! Las palabras se las lleva el viento. El cadáver te reclama cada noche su inocencia. Sin palabras. Pero el jefe dio la orden: ¡toma esta pistola, espéralo a las cinco, cuando salga del hotel, quítale el maletín, el oro y te vas por la orilla de la playa hasta que llegues al cementerio! Así me dijo mientras aspiraba ese viento blanco que emana de casi todos los que me acompañan- Luego agregó: ¡Allí te espero! Dos días después, ¡Vaina! ¡Tremenda vaina!...Llegaste temprano. Esperaste al turista y lo amenazaste con tu arma prestada. ¡Alto! ¡Esto es un asalto! Los ojos exorbitados del hombre te miraron desde el más allá para recordarte sin palabras, que mañana podrías ser tú. Pero el jefe no te esperó. Allí estaban los dos uniformados corruptos de siempre en su jepp blanco para ocultarte. Ellos me escondieron algún tiempo para que la guardia no me encontrara. ¡Ah! Pero me quitaron el maletín y me ordenaron que huyera playa arriba. Se armaron con más de cincuenta millones. El resto de lo que fue esa mañana, tú lo sabes Siempre playa arriba, bañado en sol y salitre. Mi amigo iba delante, asustado jamás había visto un muerto. Te alcanzaron. En sueños veo al Ronco, inocente en su primer trabajo. Lleno de miedo porque sabía que lo lincharían si decía una sola palabra. También lo recuerdo sentado en su mecedora con dos balas en la frente. Un enfrentamiento, dijo la policía. El Ronco y yo sabemos que no fue así. Todo el barrio sabe lo que allí pasó. Nadie les cree. Todo volvió a la normalidad. El jefe levanta una fortaleza sobre la acera para que nadie llegue hasta él. El chino vende las armas. El fiscal se deja sobornar. Otros niños, menores que yo, inician su carrera por los bajos fondos en la fortaleza, mientras la mamá del Ronco vomita improperios contra la vida. Los uniformados van como siempre, todas las tardes al barrio a buscar su parte de carabela. A todos martillan por su silencio mientras que a ellos, los martilla la vida. Mañana, si es que te sucede, las palabras del otro serán verdades en la fiscalía, las tuyas, se las llevará el viento. No cambia la vida sólo con la intención. Tu vida será una palabra más, sin sentido en el viento, en este universo de engaños que se pudre en las cárceles de mi país. ¡El jefe me dijo que teníamos un negocio bueno! Pero Ronco mató al turista. ¡El no lo mató! Acompañé al Ronco y te aseguro que no lo mató. Era su primer trabajo. Iba cagao. No tenía bolas. Me llevaba algún tiempo en este negocio. Después de la muerte de Ronco caí preso. Allí no hubo enfrentamiento. Ellos lo mataron para que no hablara. Me dejaron vivo de vaina. Pero me amenazan a diario. Algún día, cuando salga de aquí -si es que salgo-, ya ellos habrán muerto mientras yo, acostumbrado a la vigilancia de los otros, intento escapar por esa rendija donde el sol cada mañana se asoma y me despierta para avisarme que sigo vivo ese día, ¡escribiré un libro así de grande! ¡Carajo! Para ver si mis palabras no se las lleva el viento y entonces, todos sabrán que el Ronco era inocente.

LAS PALABRAS.

Amaneció el día diferente. ¿Qué había cambiado? Todo en la biblioteca parecía un revolotear de mariposas perdidas bajo la fuerte luz de la bombilla. Recorrí los espacios en busca de una razón, del origen de aquel efecto que amenazaba con borrar los últimos escritos del insomnio. Amaneció y había perdido todo deseo por escribir. Las palabras. Las busqué y no aparecieron donde solían estar. Intentaba dar libertad a las ideas y las buscaba entre mis manos. Atrapadas en el puño sentíanse incómodas, maltratadas y gritaban obscenidades para hacerse libres. A veces, las dejaba en la habitación, sobre un papel cualquiera. Entonces, caminaban por los libros, se trepaban sobre las lámparas y caían alegres en el papel; bailaban y reíanse de mi angustia. Ya cansadas, hacia el amanecer, se rendían de sueño y entonces, tomaba mi cámara escondida, las grababa y revelaba hasta hacerlas nítidas en el amarillento cuaderno donde registraba sus travesuras. Muchas veces, las lanzaba por la ventana y recorrían la ciudad. Al día siguiente, despertaba y al no encontrarlas, corría a la habitación de mis hijos. Allí, entre las sábanas, las agarraba in fraganti, correteando sobre los cuerpos dormidos; tarareando canciones infantiles, inventando jerigonzas, jitanjáforas o simplemente, contando historias de muertos y aparecidos. Muchas veces, las sentí caminar por la cocina. Se bebían el café y reían de sus trastadas. Me sentaba y disfrutaba de sus juegos y palabreras. Cuando se dirigían al lavandero, las seguía y al sentir mi presencia, las traviesas, escapaban por la cañería... Entonces, llamaba al plomero, las rescataba y volvía a pegarlas al papel. Abandonadas a su suerte sobre un sofá, lloraban la ausencia, disculpábanse y volvían a ser libres. Nadaban sobre mis angustias, reían con mis alegrías y permanecían atentas a mi llegada después de un largo caminar por diaria rutina. Pero, ese día habían decidido otra cosa. Por allí andan ahora. Desperdigadas por el caserón, desaliñadas y torpes. Perdieron su sentido. No hay manera de recuperarlas. Extraño su inocencia, su fragancia escondida y revolotear sobre mi cabeza. Llevo días buscándolas debajo de los libros, en los potes de cocina, en el jardín, en los bultos escolares, en las casas de mis enemigos o en las desoladas calles. Todo ha sido inútil... Hace poco, intenté colocar un aviso en la prensa local. No han salido de la ciudad, estoy segura –no poseen cédula de identidad ni partida de nacimiento- Un poeta que atendió al llamado de la angustia preguntó con seriedad si me encontraba bien. Ayer, mientras viajaba a cualquier parte, alguien me observaba. Al volver la mirada hacia el horizonte, con alegría descubrí que el paisaje estaba lleno de ellas... ¡Irresponsables! Allí estaban. Colgadas de los árboles, bañadas de sol. Se sumergían risueñas en la quebrada de los ríos y saltaban sobre las piedras. Unas, escribían con las nubes mensajes de despedida y otras, sigilosamente se asomaban por las rendijas del sol. Decidí llamarlas nuevamente. Una a una las toqué con sus nombres: azul, risueña, amor, juventud, vida, primavera, yo, tú, hijo, vuelo, desalojo, extravío, dolor, risa, hogar, alegría, sol, verde, naranja, padre, dorado, mujer, negrura, amigo, verdoso, blanco, nube, agua, lluvia, grama, noche, ave, laguna, mar.... Iba entonces en el autobús y hablaba con ellas. Los pasajeros me miraban extrañados. Cuando bajé, un rumor tocó mis espaldas. Los compañeros de viaje me señalaban y reíanse. Ellos no sabían... No volverán... Desesperada ya por tanto tormento, preferí esperar en silencio. Si antes pensaba alcanzarlas, atraparlas y encerrarlas entre mis manos ansiosas, ahora, desisto de la idea. No puedo comprometer mi nombre... He decidido no escribir más hasta que aparezcan... Esperaré en silencio sin comentar mi secreto... Ya volverán las furtivas palabritas...