lunes, 4 de agosto de 2008

LOS VALORES DEL SOCIALISMO

Apuntes para la elaboración colectiva de un código de Ética Socialista
Código de Ética Socialista
Por: “Colectivo Antonio Gramsci, Pensamiento y acción”
Fecha de publicación: 08/08/07 Tomado de Aporrea.org.


Demos a nuestra Republica una cuarta potestad cuyo dominio sea la infancia y el corazón de los hombres, el espíritu público, las buenas costumbres, y la moral republicana. Bolívar, 15.02.1819

Tercer Motor Constituyente MORAL Y LUCES

Educación en valores socialistas
“La educación no tiene que ver solo con el estudio de una materia determinada o con sacar el sexto grado, no. Es mucho mas que eso: se trata de los valores, la cultura, la solidaridad, una revolución ética, por eso toda la tremenda frase de Bolívar allá en Angostura: “Moral y Luces son los polos de una república”.

“Vamos a lanzar, durante todo el año 2007, la Gran Jornada Nacional Moral y Luces. Educación en todos los espacios: educación moral social. Educación, mucho más allá de la escuela: en las fábricas, en los talleres, en los campos, en los núcleos endógenos, una sacudida moral”.

“El trabajo y el estudio, y decía que hay que insistir en el trabajo y el estudio, y decía que hay que defender el país construyéndolo con nuestro trabajo y preparando los nuevos cuadros técnicos para acelerar mucho mas su desarrollo en los años venideros. El estudio a todos los niveles es, también hoy, una tarea de la juventud; estudio mezclado con el trabajo.”

“Hay que buscar tiempo para escribir y leer, reflexionar y estudiar. Un luchador, un revolucionario, tiene que estudiar todos los días de su vida, todas las noches de su vida; tiene que estudiar la teoría y la praxis; navegar en las aguas de la dialéctica. Superación para vencer; luchar para ser el primero entre los primeros, por estar en el grupo de vanguardia. Ser el ejemplo en el cual se puedan mirar los hombres y mujeres de edad avanzada que han perdido cierto entusiasmo juvenil, y que, frente al ejemplo, siempre reaccionan bien. Tener espíritu de entrega.”

“Primero en el trabajo, en el estudio, e insisto, no se trata solamente del estudio del aula de clase. Del bachillerato, de la universidad o de la misión. Se trata del estudio de todos los días, permanente, de la búsqueda del conocimiento en el campo, en el cerro, en la calle, en el libro. Se trata de la discusión, del debate de las ideas de manera permanente. Dice el Che que hay que plantearse tareas reales y concretas. Las tareas de trabajo cotidiano no pueden admitir el mas mínimo desmayo.”

“Educación popular, en todos los momentos y en todos los espacios. Educación, educación, educación hemos dado muchos avances pero aún nos falta mucho por profundizar en la educación, la cultura, la ciencia, la tecnología, la conciencia, la ideología, los valores… los nuevos valores. Hay que demoler los viejos valores del individualismo, del capitalismo, del egoísmo. Hay que crear nuevos valores y eso sólo se logra a través de la educación, del ejemplo: éste es el tercer gran motor”.

Hugo Chávez Frías.

Enero 2007.

“Vivimos también en un período ético constituyente… porque el sujeto va tomando conciencia de que alcanzar la orbita ética depende de que cada uno de nosotros busquemos y afirmemos las evidencias morales mas claras y mejor justificadas”.

José Antonio Marina

LA ETICA SOCIALISTA

La ética socialista es un conjunto de principios y valores que orientan y estimulan en el individuo de alta sensibilidad y conciencia social, comportamientos que lo ayuden y lo guíen en su vida diaria a su plena realización personal en función y en armonía con el logro pleno de los ideales colectivos del socialismo.

La ética constituye el componente esencial de la acción política. Es la meta y la más sagrada conquista de la Revolución Bolivariana y debe ser el hilo conductor en el proceso de su implantación, consolidación y desarrollo mediante la acción política colectiva.

“Moral Y Luces son los polos de una República” es una de las joyas que componen el inmenso legado ideológico y moral que como un tesoro patrimonial nos dejó Bolívar.

El conjunto de principios y preceptos que conforman la ETICA SOCIALISTA han sido extraídos de los mas valiosos ejemplos de la vida de nuestro Libertador, de nuestra historia y de la experiencia de las luchas por la emancipación de la humanidad entera y los asumimos con honor y compromiso con la obra colectiva y los mas nobles objetivos del ser humano, como la reafirmación de su dignidad y libertad, la búsqueda de la verdad, la bondad y la belleza, el desarrollo pleno de su potencial creador en función de la felicidad, justicia y la solidaridad entre iguales, esencia de la finalidad socialista hacia el comunismo.

La moral socialista como forma mas elevada de la conciencia social esta orientada por tres principios que la sustentan:

1. El principio universal de la transformación permanente en la búsqueda de la ampliación de la vida y la emancipación humana.
2. El principio de la dignidad humana y la libertad.
3. El principio del amor, la solidaridad fraternal y el internacionalismo.

La ética revolucionaria, socialista:

¿de donde procede?

Procede de la historia de la emancipación humana, de la lucha de clases y de las leyes objetivas del desarrollo continuo de la sociedad y del impulso creador, transformador de los seres humanos, esto es, de los procesos dinámicos complejos de las relaciones humanas en el desarrollo de la producción de su vida material y espiritual, hacia la satisfacción de sus necesidades materiales aseguradas, hacia la plena expansión y expresión de sus potencialidades creadoras, hacia la realización de su condición humana integral, solidaria y libre; de la vida para la vida.


¿que significa?

La estricta observancia del conjunto de principios y preceptos que conforman la ética socialista revolucionaria, ingrediente vital de nuestra cultura política bolivariana, es una delicada responsabilidad de todo nuestro pueblo en primer lugar, y de todos sus representantes, militantes revolucionarios, en todos los niveles de dirección, y actuación desde los cargos de mayor complejidad, hasta el responsable de las acciones mas sencillas en el logro de los objetivos socialistas.

La moral revolucionaria se expresa en todo nuestros actos y asumimos fielmente estos principios tanto en el desempeño de cargos, responsabilidades y tareas como en nuestra actuación y comportamiento cotidiano, en nuestra vida privada.

¿Cuáles son sus fundamentos?

La ética revolucionaria, socialista, bolivariana, no solo esta integrada por un conjunto de valores virtuosos universales u orientaciones axiológicas positivas que deben acompañar al individuo en su hacer cotidiano; sino también por una serie de principios propositívos que orientan en la acción de transformación social.

Categorías Morales de la Ética Socialista.

Nuestra ética, la ética socialista se fundamenta en cuatro categorías morales:

1. El deber
2. El Honor y la Dignidad
3. La conciencia
4. La Felicidad.

1. El Deber:

El concepto del deber…parte de la vida real de los seres humanos, quienes, ligados por vínculos mutuos, contraen obligaciones definidas respecto de otros y de la sociedad total.

Al abstraer lo individual y específico de la conducta de múltiples luchadores por la emancipación humana, la ética socialista descubre lo general, lo real y principal, todo lo que en definitiva es determinante de su conducta, tomando de ahí la base para la fundamentación del concepto del deber.

El deber es entonces cuanto se presenta como socialmente indispensable. Y, si este principio se comprende sin hacerle perder precisamente su sentido de necesidad, resulta entonces que cuanto se revela socialmente indispensable ya no aparece en la forma de coerción exterior, sino deber interiormente deseado. La persona llega a la conclusión de que en dado caso debe actuar de esta y no de otra manera en razón de que así se lo indica su convicción y su deseo.

Para la ética socialista el deber moral no es nada exterior al ser humano Es la convicción interior, conciente y profundamente arraigada sobre la naturaleza indispensable de los actos determinados que dictan las necesidades propias a la lucha por el socialismo y el comunismo. No se trata de una formalidad, una simple obligación o una orden cualquiera; es la activa y voluntaria realización de los deberes impuestos a los individuos por las tareas concretas de la lucha por la sociedad nueva y una nueva humanidad.

Es en el servicio conciente y voluntario a la causa común donde reside el aspecto moral del problema referente a la unidad de los intereses personales y sociales en el proceso de construcción del modo de vida socialista; sin excluir obviamente las contradicciones naturales en circunstancias determinadas y en las personas concretas, entre el deber y el deseo personal.

2. El Honor y la Dignidad:

Para definir los conceptos de honor y dignidad, la ética socialista parte de la explicación materialista de la existencia humana en tanto que conjunto de relaciones sociales históricamente dadas y de la capacidad de la conciencia humana para reflejar no solo el mundo objetivo, sino también el puesto y la importancia del hombre y de la mujer mismos en el mundo; conociendo los vínculos y las relaciones sociales, la persona llega gradualmente a tener conocimiento de si misma y de su importancia como ser humano en general, que se diferencia de los animales y como representante de cierto grupo social, clase o nación en su totalidad.

El contenido del concepto de dignidad, consiste en concebir la propia importancia como ser en general y como representante de determinado grupo, clase o nación en su totalidad. La apreciación de la dignidad de la persona por si misma o por parte de los demás representa el contenido del honor.

El honor y la dignidad son inseparables el uno del otro y del sistema de las relaciones sociales concretas e históricas de las que las personas hacen parte. Estos conceptos no son únicamente el resultado de un acto individual de auto conocimiento. Se forman en el proceso de la práctica social y moral de los hombres y de las mujeres, de los grupos sociales y de las clases; y su contenido define en última instancia el régimen económico, social y cultural de cualquier sociedad. En última instancia la fisonomía espiritual y el carácter, los conceptos referentes al honor y la dignidad dependen de las condiciones económico-sociales.

En las condiciones del socialismo y por primera vez en la historia, el trabajo se convierte en causa de honor, orgullo y heroísmo. El honor y la dignidad humana ya no están condicionados por la procedencia y el origen de clase, ni por las vinculaciones sociales y el dinero, sino por el trabajo realizado para el bienestar de la sociedad. En el socialismo, merece el aprecio social, el mayor reconocimiento y el respeto quien con su trabajo engrandece la patria, quien palpita creadoramente con el pueblo.

El concepto del ser socialista, el honor y la dignidad son el ser libre e independiente de explotadores, libre e independiente de cualquier tipo de dominación, y de cualquier tipo de enajenación; son el trabajo abnegado para el bien y la felicidad común y el orgullo por los éxitos nacionales y por el socialismo.

3. La Conciencia:

El concepto de la conciencia expresa el conjunto de sentimientos e impresiones definidos con que la persona juzga su conducta, sus actos y actividades. Reconocerse en sus atributos esenciales y en todas las modificaciones que en si mismo experimenta. Acto por el que un sujeto se percibe a si mismo en el mundo.

La capacidad de auto análisis de la persona y de valoración y apreciación de su conducta no es un don divino, ni la expresión de una misteriosa “voluntad autónoma” como afirman algunos teólogos o psicólogos. La conciencia moral del ser humano es el reflejo de sus relaciones prácticas, las cuales en esencia se definen por el ser social. La conciencia es una de las formas de expresión del saber, del conocimiento. Según sea el ser social, la vida material de una sociedad, la vida material en una sociedad dada, tales serán las relaciones morales de las personas y el contenido de su conciencia.

“Sobre las diversas formas de propiedad, sobre las condiciones sociales de existencia, se levanta toda una superestructura de sentimientos, ilusiones, modos de pensar y concepciones de vida”.

“Carlos Marx, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”.

La nueva sociedad en formación tiene que competir muy duramente con el pasado. Esto se hace sentir no solo en la conciencia individual en la que pesan los residuos de una educación sistemáticamente orientada al aislamiento del individuo, sino también por el carácter mismo de este período de transición con persistencia de las relaciones mercantiles. La mercancía es la célula económica de la sociedad capitalista; mientras exista, sus efectos se harán sentir en la organización de la producción y, por ende en la conciencia.

Ernesto Che Guevara

El socialismo y el hombre en Cuba

4. Felicidad:

“La felicidad objetiva es el modo de ser en el mundo de un sujeto que se reconoce amorosamente reconocido y que habita en el orbe de la dignidad cumplida”.

José Antonio Marina

La felicidad es una de las categorías más importantes de la ética. Todos los seres humanos aspiramos a ella y los teóricos de la moral de una u otra manera han tratado de definir su significado.

El concepto de felicidad no puede examinarse por fuera de su unidad con las condiciones político-sociales y económicas en que vivan las personas. La felicidad se plantea a partir de la satisfacción plena de las necesidades fundamentales del ser humano concreto y no como algo limitado, fugaz o casual como la perciben los trabajadores en la sociedad basada en la propiedad privada y en la explotación.

La felicidad, en el socialismo, es la vida misma, la audacia creadora, los logros personales y colectivos, la lucha por el bien común, por la autodeterminación social. Es el sentimiento del bienestar moral, del deber cumplido honradamente frente a la sociedad; es el sentimiento de la identificación personal con el ser colectivo como constructores del socialismo.

Al revolucionario le produce felicidad el trabajo creador en aras del socialismo, en busca de la felicidad de su pueblo, esto es, de todos.

Uno de los rasgos característicos del concepto de felicidad propios de los revolucionarios que luchan por la sociedad socialista es el hecho de que cada cual ve su felicidad personal como parte y como consecuencia de la felicidad adquirida por todo el pueblo, sin la cual no podrá existir la felicidad individual.

La felicidad no cae del cielo, pues debe lucharse por ella. Todo el que quiere construir su felicidad individual, debe ser el artífice, el constructor, de la felicidad de todo el pueblo, y cuando sea un forjador de la felicidad de todos, con más fuerza lo será de su felicidad personal.

El trabajo define al hombre espiritual y físicamente, induce la inquietud creadora, el deseo de estudiar, de alcanzar las más altas cumbres de la ciencia, de la tecnología, de la cultura. El grado superior del heroísmo es el heroísmo del sencillo y prosaico trabajo cotidiano, cuando uno entrega todas sus fuerzas físicas y espirituales a la causa común, al bien de su país. En última instancia, el heroísmo del sencillo y prosaico trabajo cotidiano es el que garantiza la solución de las tareas comunes impuestas en el proceso de la vida socialista en construcción.

Una vez resueltas y aseguradas la solución a las necesidades fundamentales del ser humano de manera digna y satisfactoria se le plantean nuevas y mas elevadas necesidades que tienden a completar y a enriquecer el desarrollo de la personalidad moral y espiritual de todos mediante la conciencia de que nuestro trabajo es útil y necesario para que con la acción creadora de todos alcancemos para toda la sociedad los niveles cada día mayores de la verdadera riqueza.

Como afirma Marx: “Cuando se despoja de la forma burguesa limitada, la riqueza es la universalidad de las necesidades individuales, las capacidades, los placeres, las fuerzas productivas, etc., creada mediante el intercambio universal. Es el pleno desarrollo del poder humano sobre las fuerzas de la naturaleza, aquellas de la llamada naturaleza asi como también de la propia naturaleza humana. La absoluta realización de sus posibilidades creativas, sin otra presuposición que la de los acontecimientos históricos previos, es lo que hace de ésta la totalidad del desarrollo, es decir, del desarrollo de todos los poderes humanos como fin en si mismo, sin compararlo con un parámetro determinado. Cuando no se produce a si mismo en una especificidad, sino que produce su totalidad. Cuando lucha no por seguir siendo algo en lo que se ha convertido, sino por lo que está en pleno proceso de convertirse”.

Carlos Marx, Gründrisse, 1857/ 58.

“La felicidad va unidad a un incremento de la vitalidad, de la inmensidad de la sensibilidad y el pensamiento y de la productividad”.

Eric Fromm (1947 a, GA II, pag 115

Los luchadores por el socialismo no entienden la felicidad como algún instante fugaz de la vida, tampoco como un bienestar adquirido de una vez para siempre, ni cual cierta culminación en la vida o en la lucha. Entienden la felicidad como una realización de la plenitud de la vida en cada campo. Así, pues, lo mismo que la vida, que no se detiene jamás en ningún lugar, el contenido pleno de la realización vital cambia y se enriquece continuamente cada día, cuando la voluntad vital en su esencia esta guiada por un profundo sentimiento de amor.

CÓDIGO ÉTICO SOCIALISTA

PRIMERO: LA VERDAD.

No mentir. Cultivar la franqueza, la transparencia, decir siempre la verdad. Ser sincero, no ocultar ni tergiversar la verdad. Enfrentar con firmeza la mentira, el engaño, el fraude, la demagogia.

Ser rigurosamente veraz en nuestros actos, en nuestro trabajo. Nuestra fuerza esta en la verdad, la razón y la conciencia.

“La verdad pura y limpia…es el mejor modo de persuadir”.

Bolívar, 3.8.1829

SEGUNDO: DIGNIDAD Y HONOR.

Preservar, defender, fortalecer, cultivar nuestra dignidad y el honor.

Aún en momentos de dificultades, de carencias extremas, de peligros, de limitaciones, no ceder ante el soborno, el halago ó cualquier ofrecimiento que atente nuestra dignidad. Aguzar la vigilancia interior de nuestra conciencia.

La dignidad es el valor mas sagrado del sujeto conciente y libre y un escudo ético en la lucha por nuestros derechos y por el socialismo

TERCERO: ACTITUD EJEMPLAR.

Rigor y respeto consigo mismo y con los demás. Siempre ser los primeros en dar ejemplo en cualquier situación de nuestra vida, en el trabajo y la vida social. Expresar nuestra conducta personal con una actitud exigente, de respeto, consideración y tacto en las relaciones en los grupos. Aprender a caracterizar, los diferentes momentos de nuestra relaciones con sensibilidad y comprensión.

CUARTO: FIDELIDAD AL COMPROMISO.

Debes ser fiel cumplidor de tus compromisos y la palabra empeñada. Cumple cabalmente lo que ofreces. Para eso es necesario estar plenamente conciente de las condiciones, consecuencias, posibilidades y recursos disponibles para comprometerte en algún ofrecimiento. Un socialista es persona de palabra y compromiso.

Me verían como un hombre indigno, si fuera capaz de de asegurar lo que no estoy cierto de cumplir.

Bolívar, 8.10.1812


QUINTO: VALENTÍA Y FORTALEZA:

Ante situaciones determinadas, perjudiciales o contrarias a un cambio positivo individual y/o social, resiste los embates y las influencias nocivas, entrégate con decisión y firmeza a la lucha en las condiciones que haya considerado mas apropiadas, después de un estudio razonable de todos los factores que configuran la situación. Afrontar los peligros con conciencia, habilidad y prudencia, audacia e inteligencia.

EL valor es preferible al número y la habilidad superior al valor.

Bolívar, 26.6.1816

SEXTO: SER PROACTIVOS, POSITIVOS, CONSTRUCTIVOS.

El pesimismo, derrotismo, indiferencia, apatía, indolencia, hipercriticismo son actividades extrañas a una personalidad revolucionaria.

Para ser positivos, constructivos, es decisivo tomar en consideración los siguientes aspectos:

* Metas claras y bien valoradas. ¿Hacia donde vamos? ¿Cuál es el propósito? ¿Estamos bien identificados y motivados?
* Comprensión. Correcta caracterización de la situación general, el contexto y sus interconexiones.
* Dominio personal. ¿Estamos preparados para la tarea?
* Contribución. ¿Qué puedes aportar?
* Efectividad. Disponerse hacer algo y HACERLO. La efectividad requiere: decisión, control, confianza y disciplina.
* Autoestima. Hacer, trabajar, crear con satisfacción refuerza nuestra confianza en sí mismo y nos hace CRECER.

SEPTIMO: PERFECCIONAMIENTO PERSONAL.

Cultivar la curiosidad por el saber, la creatividad, la inteligencia, como forma de enriquecer tu vida, tu realidad cotidiana y el perfeccionamiento en tu trabajo profesional y en tu desempeño social revolucionario.

Cuidar el desarrollo integral de nuestra personalidad significa la búsqueda conciente del equilibrio entre la razón y la emocionalidad. El dicho antiguo: Conócete a ti mismo es la piedra angular de la sensibilidad emocional: la conciencia de los propios sentimientos en el momento en que se experimentan en nuestro interior.

Conciencia de uno mismo, en el sentido de una atención progresiva a los propios estados internos, acción auto reflexiva de la mente cuando observa e investiga la experiencia misma, incluida las emociones. Es la atención conciente a nuestra dinámica emocional la que permite construir nuestro sistema ético para actuar como verdadero ser humano revolucionario con fortalezas como la templaza, estoicismo, comprensión, ecuanimidad, entereza, valentía, empatía, confianza, firmeza, disciplina, rigor, generosidad, austeridad, bondad, cuya reunión armoniosa en nuestra actuación social genera una propiedad emergente: la calidad humana, que junto a la motivación al cambio y la inteligencia forman la trilogía que sustenta una auténtica personalidad de nuevo tipo, una personalidad socialista.

Aun cuando es indispensable el esfuerzo individual para nuestra formación y perfeccionamiento personal, no olvidemos el dicho popular: una sola golondrina no hace verano. Para alcanzar la plena autodeterminación personal la experiencia de todo el pueblo es fundamental y para ello como dijo el Che Guevara: “La sociedad en su conjunto debe convertirse en una gigantesca escuela”.

OCTAVO: LA CRÍTICA Y LA AUTOCRÍTICA.

La crítica y la autocrítica son herramientas indispensables para fortalecer la conciencia moral y la exigencia de rigor. Es un instrumento que permite el perfeccionamiento permanente de nuestra actuación personal y de grupo mediante el análisis, la verificación, la confrontación, el estudio, el examen, la observación, mientras mas profunda y rigurosa mejor; y de las acciones prácticas que hemos emprendido o que vamos a emprender y la configuración de nuestras ideas, percepciones y representaciones que hacemos de la realidad y de nuestra propia conciencia en el transcurso de los procesos mismos de la praxis, de los acontecimientos; siempre en la búsqueda rigurosa de la verdad contra la complacencia, el facilismo el enfatuamiento y el triunfalismo que tienden a exagerar los éxitos y a deformar la realidad en la que actuamos.

El ejercicio de la crítica y la autocrítica permite ante todo un mayor dominio personal, crear una imagen más coherente de nuestra visión personal, y de las metas que deseamos obtener, además de una evaluación mas precisa, mas objetiva de las situaciones donde nos movemos. El hábito del análisis, y la comprensión crítica y la autocrítica produce una especie de tensión interior, de estimulo, que amplia nuestra capacidad de tomar mejores decisiones y alcanzar mas de los resultados que esperamos.

“El que manda debe oír aunque sean la mas duras verdades y, después de oídas, debe aprovechase de ellas para corregir los males que producen los errores”.

Bolívar, 19.4.1820

NOVENO: LEALTAD A LOS PRINCIPIOS Y LAS LEYES.

Fomentar y cumplir la disciplina, el respeto, la lealtad concientes al Partido, al Estado a sus instituciones, a la Constitución Bolivariana y a las demás leyes de la República.

Formarse hábitos de disciplina social, de organización, participación y de exigencia rigurosa de acatamiento de las normas y reglamentos que se establezcan en el proceso de construcción de la vida socialista.

DÉCIMO: ORGANIZACIÓN DEL PUEBLO.

Contribuir con tenacidad, paciencia y disciplina al establecimiento, consolidación y desarrollo de la organización del pueblo, sus comunidades y su participación en las instituciones del poder popular.

En este sentido es vital para el socialismo bolivariano el funcionamiento eficiente de los Consejos Comunales y los Consejos Locales de Planificación de Políticas Públicas, los consejos socialistas de trabajadores y trabajadoras y todos aquellos órganos de participación política del pueblo.

Vincularse con los trabajadores y el pueblo, demostrar respeto y confianza en ellos, sensibilidad para percibir y comprender sus sentimientos, necesidades y opiniones.

Atender solícitamente los problemas que se le plantean en virtud de sus responsabilidades. Ayudar a encausarlos y resolverlos y cuando no sea posible porque las limitaciones materiales o por otra causa lo impidan realmente, dar la explicación debida, ágil, sencilla y veraz que ayude a comprender estas dificultades.

DÉCIMO PRIMERO: CONTRA LA BUROCRACIA.

Combatir el burocratismo como uno de los peores males que enfrenta la Revolución Bolivariana en los organismos del estado. La mentalidad burocrática le da mas importancia a los formalismos legales de los procesos administrativos que a la legitimidad de los contenidos y los resultados, y esta situación, que es un viejo vicio perverso tiene tres razones fundamentales: primero falta de conciencia, interés y compromiso con lo que se hace; segundo, falta de una visión de la totalidad de los procesos; y tercero falta de comprensión, pertinencia y razón de la finalidad. El burocratismo es una especie de alienación esquizoide de los procesos administrativos. Cómo superarlos: compromiso y comprensión de la pertinencia, de la finalidad; visión de totalidad sistémica de los procesos; simplificación y comprensión razonable, de los procedimientos en el marco lógico de la normativa legal para no caer en el caos, anarquía y la improvisación. Uso conveniente de las competencias profesionales y técnicas.

DÉCIMO SEGUNDO: CONTRA LA FLOJERA Y LA APATIA.

Enfrentar con voluntad y denuedo de toda actitud dañina, negativa frente al trabajo y las tareas sociales como la apatía, la indiferencia frente a los errores y la falta de iniciativas porque estas actitudes bloquean la búsqueda creativa de soluciones a los problemas y a las dificultades, sean estas objetivas o subjetivas. Atender con cuidado las motivaciones.

DÉCIMO TERCERO: RECTIFICAR A TIEMPO.

Ser audaz y desarrollar el ingenio para saber rectificar a tiempo y buscar soluciones nuevas para problemas nuevos o viejos.

La voluntad creativa y valiente para rectificar nos abre caminos y orientaciones que nos conducen al logro de los objetivos. Buscar salidas sensatas, humanas, legales y éticas para darle solución a las necesidades de la economía y de la vida socialista en general.

DÉCIMO CUARTO: FRENTE A LA DEBILIDAD MORAL.

Fortalecer una actitud personal irreconciliable ante el descaro, la trivialidad, la estolidez, negligencia moral, el carrerísmo desalmado, el oportunismo, el egocentrismo, la presunción, la vanidad, la adulación, la hipocresía y el conformismo. Son expresiones de inmadurez, lasitud, debilidad moral, impropias de una personalidad socialista.

DÉCIMO QUINTO: LA AMISTAD VERDADERA.

Atender con esmero, valorar y enriquecer las relaciones de amistad. La amistad representa una forma superior de compañerismo, representa al lado de la unidad de intereses, el afecto y el apego entre las personas.

La amistad no puede entrar en contradicción con la conciencia moral, torcer y/o debilitar las convicciones sociales, perdonándole al amigo sus errores, actos dañinos e ilícitos. La amistad verdadera es posible solo sobre la confianza mutua, la igualdad y la franqueza. La amistad no exonera a los amigos del cumplimiento honorable del deber social en el trabajo y en las tareas de construcción socialista. No se pueden violar las obligaciones ante la sociedad y la revolución a causa de las relaciones de amistad.

A la amistad la hace fuerte el honor, la verdad y la dignidad.

DÉCIMO SEXTO: LOS BIENES COLECTIVOS.

Velar rigurosamente por la conservación y uso adecuado de los bienes del Estado y una disciplinada administración de sus recursos. Los bienes y recursos del Estado Socialista son patrimonio social, esto es propiedad colectiva y es responsabilidad y obligación de cada uno de nosotros darles el uso y la administración adecuada.

DÉCIMO SÉPTIMO: LA INTEGRIDAD, LA MODESTIA, LA AUSTERIDAD.

Ser el ejemplo de integridad, modestia y austeridad. Un socialista revolucionario debe ser ejemplo por su comportamiento en su trabajo, ante sus compañeros, en las relaciones sociales y ante su familia.

El precepto de integridad nos refiere a la idea de totalidad, integralidad, coherencia, donde se interrelacionan valores que conforman un cuerpo ético integro que califica la conducta recta y honrada de una persona.

Modestia es todo lo contrario de la arrogancia y la vanidad y nos refiere también al valor de la sencillez, la moderación, la prudencia y sobriedad.

La austeridad es un valor complementario a la modestia y es todo lo contrario al exceso. Significa severidad, rectitud, rigor, sobriedad en la estimación de las necesidades. La austeridad es un escudo moral contra el consumismo, la depredación y el despilfarro.

DÉCIMO OCTAVO: ACTITUD CRITICA FRENTE AL CONSUMISMO.

Enfrentar con firmeza de voluntad, el consumismo y el despilfarro. El consumismo es inducido por la propaganda comercial capitalista mediante la manipulación psicológica de la conciencia de las personas, convirtiéndolas en víctimas al generar en ellas falsas necesidades, incitándolas al despilfarro, la ostentación, imitando estereotipos sociales propios del individualismo mas egocéntrico y mezquino y animando aspiraciones, móviles e impulsos que entran en contradicción directa con otras personas ejerciendo influjo pernicioso en el entorno social, segregándolas y poniéndolas a espaldas de los compromisos colectivos y de la solidaridad.

“Para el socialismo la riqueza significa la necesidad de la plenitud de manifestaciones humanas de vida, en un ser en el que su propia autorrealización aparece como una demanda interna, como una necesidad”.

C. Marx, Manuscritos, 1844

“La actitud consumista es una manera alienada de tener contacto con el mundo porque lo convierte en objeto de la avidez en vez de en algo por lo que el ser humano se interese y con lo que se relacione”.

Eric Fromm (1990 g (1969), GAXII, pag 76)

La ideología y la moral socialista plantean al individuo un sistema de exigencias que fortalecen y enriquecen su personalidad social y personal que le permite enfrentar formas de comportamiento humano antisociales, egoístas y perniciosas. Estas exigencias intervienen a la vez como estímulos y normas que fomentan su actividad creadora, orientan la búsqueda de relaciones de alta calidad en nosotros mismos, con nuestros semejantes, con las cosas y con la naturaleza.

Las necesidades de la vida socialista están cargadas de altos valores espirituales, éticos y estéticos. La ética socialista implica educar una actitud sana, racional, austera, sencilla ante las cosas y ante la posesión de los bienes materiales.

La obsesión de consumo, ideología implantada por el capitalismo, contribuye a deformar los intereses sociales y los ideales morales de la personalidad. Cultivar la frugalidad y la moderación, combatir la extravagancia y el exceso.


DÉCIMO NOVENO: LA ÉTICA DEL TRABAJO.

Asumir el trabajo liberado de la explotación como eje fundamental de su actividad y del desarrollo de la fisonomía moral y espiritual de su personalidad. Los rasgos característicos del socialista revolucionario son: la fidelidad a los principios morales elevados y la capacidad de asumir el trabajo activo, abnegada y creadoramente.

La cultura y la moralidad verdadera empieza por la actitud del ser ante el trabajo, el deseo y la facultad de hacer. El cambio revolucionario de las relaciones de producción capitalistas a socialistas modifican radicalmente la situación del trabajador en la producción y en la sociedad. Los trabajadores, como lo explicaron Marx y Engels, una vez liberados de los explotadores –los dueños de los medios de producción-, adquirirán la verdadera independencia económica, ya que desde entonces trabajaran para si mismos, para la sociedad.

En el socialismo el trabajo deja de ser una obligación forzada. Se convierte en la libre actividad laboral de los hombres y mujeres que han suprimido la explotación capitalista y trabajan para si, para la sociedad. En el socialismo, donde ha desaparecido la contradicción fundamental del capitalismo.- la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma privada capitalista de apropiación-, el carácter social del trabajo esta en consonancia con la propiedad social de los medios de producción, de modo que no solo el producto necesario del trabajo, sino también el producto suplementario, lo perciben los propios trabajadores.

El socialismo cambia la actitud del individuo ante el trabajo. La conciencia del trabajo libre, de que no trabajan para los explotadores sino para si mismos y para su sociedad, hace surgir una nueva visión de la vida, el entusiasmo creador, la emulación socialista, la elevación de la productividad abriendo paso asi al desarrollo de la ciencia, la técnica y la cultura, y la elevación general del nivel de calidad de vida colectiva.

Es necesario resaltar cada día la importancia ética del trabajo creador.

El trabajo humano en relación armoniosa con la naturaleza es para el socialismo la fuente fundamental de la riqueza y es la esfera fundamental de actividad de cada una de las personas.

El trabajo ha sido, es y será la fuente más importante de existencia y desenvolvimiento de la sociedad y del individuo. La cultura humana toda es expresión del trabajo creador. En el socialismo se transforma en primerísima necesidad vital y libre de cada persona. Tanto en el socialismo como en el comunismo el deber fundamental del individuo ante la sociedad es trabajar en consonancia con sus capacidades.

La formación de la actitud nueva ante el trabajo es una magna conquista socio-cultural del socialismo y un rasgo que testimonia el carácter fecundo del proceso de afirmación y crecimiento del modo de vida socialista. El trabajo socialista no solo es fuente de bienes materiales, sino también de crecimiento de grandes cualidades espirituales del individuo.

A medida que se toma conciencia del deber hacia el trabajo y se cumple voluntaria y creadoramente, partiendo de los mejores adelantos de la ciencia y de la técnica, el trabajo se va convirtiendo en necesidad vital primordial, alegría y fuente de desarrollo universal del ser humano.

El ser humano productivo es aquel que es activo desde dentro, que se relaciona activamente con el mundo, aquel para el que estar relacionado y vinculado con el mundo es una necesidad interior.

VIGESIMO: EL AMOR.

La ética socialista se sustenta en el amor porque es el sentimiento que impulsa los valores básicos y más esencialmente humanos. Influye decisivamente en el más complejo y mas intimo dominio de la vida, inspirando la poesía, la inteligencia creadora y los grandes avances de la humanidad, la alegría, la felicidad. Es el fundamento moral de la familia, célula básica de la sociedad y espacio sensible para la construcción de la vida socialista, donde el padre y la madre, el hombre y la mujer sean sujetos libres e iguales en una sociedad de economía social en donde los dos participan en el trabajo productivo social y se benefician de la productividad socialista y de los logros materiales, culturales y espirituales.

Los socialistas nos hacemos mas fuertes, mejores y mas puros por el amor.

“El gran poder existe en la fuerza irresistible del amor”

Bolívar, 6.4.1827

“El amor intenta entender, convencer, vivificar. Por este motivo, el que ama se transforma constantemente, capta más, observa más, es más productivo, es más el mismo.

Eric Fromm (1967, GAXI, pag.343).

VIGÉSIMO PRIMERO: CONTROL ÉTICO:

En el ejercicio de cargos de responsabilidad y en el manejo de recursos públicos, colectivos, utilizar las prerrogativas y facultades inherentes a la jerarquía de la posición solo estrictamente para los requerimientos del trabajo. Debes ser tu propio contralor ético en todo momento de tu vida.

Garantizar igualmente ante los niveles jerárquicos superiores, que los compañeros y compañeras que están bajo tu responsabilidad actúen con absoluta probidad y lealtad a los principios éticos socialistas.


VIGÉSIMO SEGUNDO: EL COMPROMISO ES PRIMERO.

Dedicarse con abnegación y esmero al desempeño cabal y con la más alta calidad de la responsabilidad a la tarea encomendada.

El militante socialista no debe asumir como medio de vida ninguna otra actividad que lo desvíe de su deber principal. La abnegación y el entusiasmo por su tarea, es el sentimiento íntimo que impulsa posibilidades infinitas de mejoramiento humano y perfeccionamiento profesional, cuando se realiza con firmeza de voluntad y con la entrega sin reservas a la obra común de nuestro pueblo.

VIGÉSIMO TERCERO: CONTRA LA CORRUPCIÓN.

Luchar con denuedo y sin conseciones contra la corrupción y los privilegios. La administración de bienes y recursos del estado no confiere ningún derecho, ni ninguna preferencia sobre los demás.

Quienes asuman la administración pública no deben beneficiarse ni beneficiar a otros por razones de amistad o parentesco, o a cambio de recibir otros favores o prebendas. El cargo se ejerce para representar, defender y servir al pueblo, legítimo dueño de la riqueza social.

La corrupción denigra tanto a quien la comete como a quien la tolera.

Significa un retroceso, una deformación, una traición y un crimen contra la sociedad socialista. Por eso es nuestra obligación combatirla, denunciarla, en primer lugar con el ejemplo y la permanente autovaloración ética.

“La destrucción de la moral publica causa bien pronto la disolución del estado”.

Bolívar, 6.1.1829

VIGÉSIMO CUARTO: EL COLECTIVÍSMO.

El principio mas importante de la ética socialista es el colectivismo. Significa saber actuar en conjunto y orgánicamente en nombre de las ideas socialmente mas avanzadas, con capacidad de someter la voluntad propia a los intereses generales. El colectivo se integra alrededor de un objetivo singular, perseguido por la comunidad mediante acciones adecuadamente propuestas. El sentimiento del colectivismo de la sociedad socialista activa los mejores rasgos de la solidaridad de los trabajadores y encuentra su proyección en el socialismo, gracias al predominio de la propiedad social de los medios de producción, a las relaciones productivas de colaboración y a la ayuda mutua de los trabajadores liberados de la explotación.

Desarrollar ampliamente la practica del trabajo en equipo, el trabajo colectivo. Compartir dificultades, grandes esfuerzos, aportando y exigiendo todo el empeño y la consagración necesarios a las tareas colectivas.

Estar dispuesto a la colaboración permanente, a la subordinación de lo personal al interés colectivo.

Contribuir a fijar un propósito común es apoyar un sentido de compromiso en un grupo o comunidad, desarrollando imágenes compartidas del futuro que buscan crear y guías que le ayuden a alcanzar esa meta.

Cultivar el análisis y el razonamiento colectivo, la visión compartida, la participación de todos en la toma de decisiones.

Despojarse de todo voluntarismo, vanidad, soberbia, improvisación, injusticia, mediocridad profesional.

No actuar en el grupo en función de intereses personales o de amistades.

Combatir el sectarismo que segrega, disocia, empobrece las relaciones de grupo.

Cuidarse del menosprecio por la dignidad del otro, o indiferencia ante consecuencias futuras que no se sufrirán personalmente.

Combatir la vanidad, la autosuficiencia, la pedantería, el engreimiento, la intolerancia, la insensibilidad, rasgos incompatibles con el ejercicio de la condición revolucionaria socialista.

VIGÉSIMO QUINTO: FIRMEZA EN EL LIDERAZGO.

Conducir con firmeza, audacia y prudencia equilibradas a su grupo de trabajo hacia el objetivo o a la tarea encomendada, e imprimirle la férrea voluntad de cumplir y la convicción del éxito posible. Inculcar la confianza en los integrantes del colectivo y en su jefe impregnados de la certeza en el triunfo.

Asumir plenamente la responsabilidad individual por las decisiones tomadas. No pretender jamás utilizar este principio para justificar irresponsabilidades, negligencias o indisciplinas.

Comprensión, firmeza, sagacidad, presteza, audacia, prudencia. Combinar firmeza estratégica con flexibilidad táctica.



VIGÉSIMO SEXTO: PROMOCIÓN DE CUADROS.

Fomentar la promoción y formación de cuadros sobre la base de la capacidad y los méritos.

La motivación al compromiso social, la calidad humana y la capacidad de discernimiento, esto es, la inteligencia, son referencias útiles para la evaluación de los recursos humanos y su promoción.

La competencia profesional, la integridad moral, la idoneidad y la capacidad real probada son factores fundamentales a la hora de proponer y dar empleo; evitando los efectos dañinos del amiguismo, el oportunismo, el compadrazgo, el nepotismo o la discriminación mezquina, sectaria o interesada.

VIGÉSIMO SEPTIMO: EL EJERCICIO DE LA AUTORIDAD.

Asumir el ejercicio de la autoridad otorgada como un honor y un compromiso y nunca como una ventaja personal o un privilegio.

El sentido esencial del ejercicio de un cargo de responsabilidad pública es la posibilidad de participar en la obra de construcción del socialismo en nuestra patria, y su recompensa principal esta en la satisfacción de trabajar por el bienestar común.

VIGÉSIMO OCTAVO: LA PATRIA, LA REVOLUCIÓN Y EL SOCIALISMO.

La Patria, la Revolución y el Socialismo es el propósito fundamental de nuestra acción militante, conciente, abnegada. Es la finalidad de nuestro ser revolucionario.

Ello significa activar toda nuestra fuerza moral, nuestra voluntad para defensa de nuestra soberanía e independencia nacional y la construcción de una sociedad liberada de la explotación del trabajo para el pleno desarrollo de nuestro potencial humano creador, basada en la igualdad, la solidaridad y la justicia.

VIGÉSIMO NOVENO: DEVOCIÓN POR LA CONSTRUCCIÓN SOCIALISTA.

Devoción y denuedo en la lucha por el socialismo, sus principios, su ética. Contribuir en nuestra acción diaria en el lugar de trabajo, en los grupos de acción social, en la familia, en nuestra vida cotidiana, por elevar y arraigar una autentica cultura política y ética en nuestra sociedad. Es tarea de todos pero en particular y especialmente entre quienes ejercen funciones de responsabilidad pública y liderazgo.



TRIGÉSIMO: EL HUMANISMO SOCIALISTA.

Somos humanistas revolucionarios.

El humanismo socialista significa amor a la humanidad trabajadora, a la humanidad creadora. Para el socialista aparece en primer plano, la preocupación por el bienestar general y por el desarrollo multifacético de la personalidad humana en el marco de la colectividad, donde existimos y convivimos como amigos y hermanos.

Para los socialistas el ser humano constituye la riqueza más preciosa y decisiva. El centro de atención de toda la sociedad, el Estado es el hombre y la mujer, el trabajador y la trabajadora que crea todos los bienes materiales y espirituales.

La ética socialista es la límpida y noble moral de los activos y concientes luchadores por el socialismo. Sus principios reflejan las necesidades históricas del desarrollo de la sociedad contemporánea y sirven de directrices a la conducta moral que corresponde a los constructores del socialismo. Su concreción aparece en las normas y reglas morales, y su máxima generalización se encarna en las categorías de la ética socialista.

“Para nosotros el comunismo no es un estado que debe implantase, un ideal al que hay que sujetar la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual”

Carlos Marx

TRIGÉSIMO PRIMERO: EL ANTIMPERIALISMO.

La lucha por el socialismo significa la lucha contra su enemigo principal en nuestra época: el imperialismo norteamericano.

El capitalismo en el siglo XXI ha llegado a una etapa del desarrollo de sus fuerzas productivas que entran en contradicción con las relaciones de producción. Tiene que recurrir, simplificando, al ejercicio de la violencia en todo el mundo para justificar y garantizar la supervivencia y reproducción de su sistema de explotación y de vida depredadora, estableciendo un control hegemónico monopólico férreo en las cinco áreas vitales de la economía: financiero, mediático, científico-tecnológico, militar y acceso a las fuentes de energía; pretendiendo controlar así, bloquear las posibilidades del pleno desarrollo social de las fuerzas productivas y relaciones de producción que garanticen a la humanidad un mundo de bienestar, de paz, de justicia, de solidaridad y fraternidad en plena expansión de su creatividad en función sus crecientes y legitimas necesidades materiales y espirituales.

El imperialismo norteamericano actuando en una relación animal depredador-presa, con el resto de la humanidad, para mantener el sistema capitalista en su fase mas degradada, utiliza todas las formas de chantaje, presión, desestabilización, espionaje, guerra abierta, violencia mediática, engaño descarado a la sociedad mundial para imponer sus propósitos, generando hambre, miseria, desolación, guerras civiles interetnicas y religiosas creando la situación de inestabilidad, de incertidumbre de miedo al futuro, de desorden social, caos y descomposición moral. El peligro principal de la humanidad hoy es el imperialismo norteamericano.


TRIGÉSIMO SEGUNDO: VIGILANCIA REVOLUCIONARIA

Cautela

Ser discreto y manejar con cautela y previsión la información pública, es la primera medida que debemos tomar en nuestra actuación político social Es indispensable e ineludible el deber de preservar el secreto estadal como virtud de los representantes del Estado en todas las materias e informaciones para contribuir a salvaguardar nuestros intereses contra la acción enemiga, o a evitar problemas menores o conflictos indeseables en el trabajo y en las relaciones interpersonales.

Es necesario administrar concienzudamente la transparencia, disciplinar juiciosamente la emocionalidad, el espontaneísmo en el manejo de la información.

Ser cuidadosos y respetuosos en el momento de emitir opiniones tratando de ser verás, objetivo, oportuno, pertinente, tomando siempre en cuenta el contexto, la coyuntura temporal y los efectos y/o consecuencias de tus opiniones. Ser riguroso en cuanto a la calidad de la información que manejes para no convertirte en un traficante de cuentos de camino o en un tonto útil de la contra inteligencia del enemigo.

Vigilancia

La seguridad integral, la vigilancia y defensa, es un asunto de interés permanente de todo revolucionario.

El imperialismo norteamericano no deja ni un segundo ni aspecto posible para obstaculizar el proceso de transformación económica, social, y política que se esta llevando a cabo en nuestro continente y ataca directamente a la revolución bolivariana, invirtiendo para ello inmensos recursos, organizando, capacitando, financiando a sus aliados y agentes internos; utilizando diversas formas y técnicas abiertas, ocultas y encubiertas que conforman un conjunto de métodos ya probados, en algunos casos con éxito, en otro lugares y momentos en el mundo.

Mediante oficinas, estafetas y organizaciones que operan de manera legal o ilegalmente, abierta o encubiertas en Venezuela, con el apoyo de organizaciones estadounidenses o internacionales, desarrollan sus operaciones en todo los frentes que van desde los mas aparentemente inocentes como las artes y/o la literatura hasta las acciones militares y paramilitares, pasando por las organizaciones sindicales, sociales, profesionales, comunitarias, estudiantiles, partidos políticos de la oposición y apoyados por todo el arsenal de los medios de comunicación que están a su servicio, especialmente la radio, la prensa, la televisión y los recursos informáticos. Esto es, la guerra total del poder imperial, que no se manifiesta solo en Venezuela sino en todo el mundo, y no se manifiesta solo como represión y violencia como lo están haciendo en diversos lugares del planeta, sino también con nuevas formas de trabajo social y cultural basado en productos inmateriales como la inteligencia, la información y los afectos. Estas formas de trabajo, formas de guerra, y las redes sociales que crean, se organizan y controlan internamente, por medio de la cooperación de sus agentes internos.

Las formas de la guerra imperial son básicamente dos:

1. Las formas de violencia que impone desde el exterior basadas en acciones policiales-militares de terror, amedrentamiento y aniquilación.
2. Las formas de trabajo interior, inmaterial, como la inteligencia, manipulación de la información, los acondicionamientos, el modelaje, dirigidos a la subjetividad, la conciencia, los afectos, los sentimientos, basados en la cooperación de agentes internos.

Los revolucionarios nos enfrentamos ante una situación de lucha, de guerra de nuevo tipo, guerra total; que nos impone capacitarnos, para el desempeño exitoso en ese escenario complejo, multifacético, de la guerra revolucionaria contemporánea.

Cada uno de nosotros debe prepararse adecuadamente para la lucha en todos los frentes donde se desenvuelve nuestra vida: en el trabajo, en la comunidad, en la calle, en el barrio, en nuestra casa. Debemos prepararnos también interiormente, porque nuestro mundo interior, nuestra conciencia, es un escenario de guerra, es, para el enemigo, un objetivo militar. El imperio no descuida un segundo, ni un aspecto vital para atacarnos, minarnos, debilitarnos, confundirnos, desviarnos de nuestro objetivo.

Por eso es determinante la capacitación para desarrollar incansablemente la vigilancia y la preparación personal para la lucha en todos los diversos frentes donde actúa el enemigo.

Recordar siempre que nuestra fortaleza fundamental es el pueblo unido, organizado, capacitado y comprometido con la Revolución.

Recordar igualmente la sabiduría tradicional que nos enseña que, en condiciones apropiadas, un grupo pequeño puede vencer a uno grande y entre las condiciones están la decisión, la justicia, el orden, la cohesión y la fortaleza moral. Cada uno de nosotros y en cada momento de nuestro hacer cotidiano puede y debe participar en las acciones de vigilancia, seguridad y defensa de la revolución.

Todo revolucionario debe buscar en el partido, la orientación y la capacitación para la lucha revolucionaria, adecuada a nuestras características y aptitudes personales, nuestra profesión, nuestro frente social y lugar de trabajo.


TRIGÉSIMO TERCERO: CONCIENCIA ECOLÓGICA.

Buscar una relación de mayor y mejor equilibrio con el mundo natural comprendiendo más profundamente sus leyes propias y aquellas que nos involucra a los seres humanos y nos vincula a él como un todo indisoluble. En este sentido debemos asimilar en nuestra conciencia los principios de la ecología política como ciencia de la relación triangular equilibrada y armónica entre los seres humanos singulares, la actividad social organizada y el medioambiente.

En este sentido nuestro desarrollo socialista debe ser y será ecológicamente sustentable entendiendo por esto que es indispensable convivir en armonía con la naturaleza. Ella solo la podemos dirigir obedeciendo sus leyes esenciales.

Los principios centrales ecológicos políticos de la República: Libertad, Igualdad y Fraternidad, en nuestras sociedades socialistas auto-organizadas y auto-organizadoras se convierten en:

Autonomía, capacidad de dominar los procesos de la trayectoria a escala del individuo y de un grupo auto constituido.

Solidaridad, relación conciente y reflexiva de cada uno con todos los demás.

Responsabilidad, de cada uno hacia todos y frente a todos, toma de conciencia de las consecuencias no siempre controladas de sus propios actos, con el otro extremo del mundo y para las generaciones futuras.

De las relaciones armoniosas entre los seres humanos (relaciones socialistas) surge la relación armoniosa con la naturaleza.

TRIGÉSIMO CUARTO: EL IDEAL COMUNISTA.

El ideal moral y la finalidad del desarrollo integral en el socialismo es el comunismo por cuanto el comunismo es el más elevado objetivo del desarrollo humano y encarna las necesidades más altas del progreso socio histórico.

La moral comunista impulsa el crecimiento de relaciones justas, equilibradas, armoniosas entre la sociedad, el individuo y la naturaleza y las regula apoyándose en los principios humanísticos. Estos presuponen, por un lado, la mas extensa revelación de todas las formas de autogestión y autocontrol por parte de la persona expresadas en su cultura, tanto en la administración de los asuntos de la sociedad como en su propia conducta, y, por otro lado, se peculiarizan por grandes exigencias respecto al individuo y la naturaleza basadas en la disciplina conciente, la organización y la actitud honrada y una clara conciencia del sentido y fin de sus necesidades.

Las normas de la moral comunista propician el ascenso de la personalidad y el pleno florecimiento de su individualidad y el despliegue universal de sus capacidades y aptitudes para establecer una relación justa y comprensiva con la naturaleza, para transformar la sociedad y sus propias cualidades humanas.

“Los comunistas elevan su voz, la voz de su conciencia y de sus sueños, a la hoguera de cada día por simple deber amoroso”.

Pablo Neruda.

“Comunismo es sentido colectivo de libertad y de derechos humanos para todos, no solo para los que tienen recursos para pagárselos. Comunismo no es destruir nada que sea beneficioso de lo que ha sido creado por la inteligencia y el trabajo humano. Comunismo es contribuir a dar sentido a la vida, a la civilización, no solo un sentido material, necesario para que todas las gentes vivan en condiciones dignas, sino también un sentido de aventura colectiva fraterna, de sociedad de seres humanos”.

Comunismo contado con sencillez.

Francisco Frutos.

TRIGÉSIMO QUINTO: EL SENTIDO DE LA PATRIA Y EL INTERNACIONALISMO.

El patriotismo socialista y el internacionalismo son la combinación armónica de los intereses nacionales e internacionales, del amor a la patria, a su historia de liberación y a sus héroes, y a la atención militante y fraternal de solidaridad con los movimientos sociales de lucha por la emancipación de los pueblos, por su soberanía, independencia nacional, la defensa y/o consolidación de sus logros sociales, políticos, económicos y culturales.

Venezuela nació como patria internacionalista, con vocación histórica de patria grande como nos soñó nuestro gran padre, El libertador.

Una de las tareas importantes para los socialistas bolivarianos es la integración política, social y económica de nuestros pueblos, es el proyecto histórico de la Patria Grande que unifica como una sola voluntad los intereses y propósitos comunes a los pueblos del continente latinoamericano y caribeño.

TRIGÉSIMO SEXTO: EL PENSAMIENTO DIALÉCTICO.

Asumir con rigor y disciplina la adquisición de herramientas teórico metodológicas apropiada para abordar el conocimiento dinámico de la realidad en toda su complejidad para poder actuar convenientemente en ella.

En este sentido los socialistas disponemos de la metodología marxista y sus componentes fundamentales: el Materialismo Dialéctico, Materialismo Histórico y la Economía Política que con los avances científicos actuales constituyen los instrumentos mas idóneos para la comprensión del mundo en que vivimos y para actuar adecuadamente para transformarlo.

Vivimos como un sistema en un complejo de sistemas y para actuar eficazmente necesitamos métodos y técnicas de pensamiento apropiados, como la dialéctica materialista que trata de las leyes del movimiento y el cambio de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento en toda su complejidad.

Las hazañas de la humanidad han dejado muy por detrás el nivel general de su conciencia, que permanece atascada en su pasado bárbaro. Los nuevos descubrimientos dotan al género humano de inspiración y confianza en si mismo. Nos proporcionan una visión de nosotros mismos, de qué somos y de donde venimos, y quizás también hacia donde vamos.

Los socialistas somos optimistas por naturaleza. Nuestro optimismo se sustenta en la ciencia y la filosofía del materialismo dialéctico y en nuestra confianza en la clase obrera, el pueblo trabajador y el futuro socialista de la humanidad en su desarrollo hacia el comunismo.

Las primeras armas que necesita la revolución son las ideas, las ideas correctas, ideas científicas y revolucionarias que realmente correspondan a la situación actual y a las características de la lucha actual por el socialismo en todos los frentes.

Lo esencial del empeño en la formación política personal y la adquisición de un instrumental teórico-metodológico apropiado y eficiente es el desarrollo de una mas profunda compresión y conciencia de las complejidades, dinámicas, interdependencia de los factores, potencialidades y cambios en los procesos humanos y de la realidad en general; para poder así actuar convenientemente con éxito en el combate por la superación del capitalismo y por una sociedad socialista que se está verificando hoy en el mundo.

TIRGÉSIMO SEPTIMO: EL PARTIDO Y LA CONCIENCIA POLÍTICA, LA ORGANIZACIÓN Y LA DISCIPLINA.

La dirección política y la unidad de la dirección política es la cuestión fundamental de la Revolución Bolivariana en estos momentos.

La organización es la forma de mediación indispensable entre la teoría y la práctica. Donde la praxis fecunda a la teoría y la teoría guía la acción.

La organización de un partido revolucionario no puede desarrollarse orgánicamente sino a partir de una teoría de la revolución misma. Cuando la Revolución se ha convertido en asunto de la vida diaria, aparece en la conciencia del pueblo como imperiosa necesidad, la cuestión de la organización revolucionaria, y su cuerpo teórico correspondiente.

La lealtad al partido de la revolución y la motivación a la acción política es una manifestación de voluntad conciente de la necesidad de una acción organizada y eficiente con la finalidad de alcanzar los objetivos de la Revolución hacia el Socialismo. Objetivos que se visualizan concretamente en el proceso de lucha por la toma del poder del Estado burgués y su transformación en una institucionalidad pública colectiva, socialista como instrumento político mediante el cual se adelantan las tareas propias de la reorganización del proceso de producción, de la regulación conciente de las fuerzas productivas de la sociedad suprimiendo la propiedad privada de los medios de producción y pasándolos al control de los trabajadores.

La voluntad colectiva conciente es el Partido de la Revolución. Y, como todo momento de un proceso dialéctico, también esa voluntad contiene -aunque sea, por supuesto de manera embrionaria- las determinaciones propias de la meta que esta destinada a alcanzar: La Revolución y el Socialismo.

El lazo que une estos dos momentos, esto es, la teoría y la práctica, es la disciplina. Primero porque solo gracias a la disciplina es capaz el partido de convertirse en una activa voluntad colectiva, en un cuerpo cohesionado de voluntad de acción y no en un agregado de individuos, laxo e incapaz de actuar con eficiencia hacia una finalidad transformadora. Y, además, porque la disciplina significa precisamente, incluso para el individuo, el primer paso hacia la libertad hoy posible, y ese paso se encuentra en el sentido de la superación del presente.

Cobra sentido la militancia activa en el proceso de interacción orgánica, en primer término, junto a la entrega voluntaria y conciente, la vinculación del partido con el pueblo como colectivo y conciencia, y la expresión acertada de la dirección política, de ese sentimiento, voluntad y aspiraciones del pueblo. Estos tres aspectos del proceso no son separables. La separación de cualquiera de estos componentes conduce al sectarismo, a la visión parcial y empobrecida de las sectas. No hay ser y conciencia separadas.

El asunto de la militancia y la organización revolucionaria no es un tema de nuestra vida que se asume ni como un acto solo de razón ni como una decisión ético – formal de aceptación de la disciplina, sino como una manifestación conciente de necesidad y deseo, de convicción orgánica. El partido, en este sentido tiene que representar para cada uno y para el pueblo, la más alta posibilidad objetiva de la acción colectiva de transformación en el camino hacia el socialismo, hacia el comunismo.

TRIGÉSIMO OCTAVO: EL SECTARISMO.

El sectarismo es un grave mal que afecta peligrosamente la vida revolucionaria. Enfrentar el sectarismo mediante la autoformación personal, la crítica y la autocrítica, es la mejor manera de superarlo y erradicarlo de nuestro cuerpo social, y de nuestra practica política.

El sectarismo solo se supera mediante un esfuerzo profundo de comprensión de la realidad de la vida, la realidad y las tareas relativas a la transformación revolucionaria en toda su riqueza y complejidad.

El sectarismo es resultado de una visión y comprensión limitada y empobrecida de la realidad y de la condición humana. Es excluyente, divide, segrega, esquematiza, es parcial, torpe, limitado, empobrece la realidad, la vida, las relaciones, destruye posibilidades potenciales de relaciones fecundas en la existencia cotidiana.

El sectario es víctima y victimario a la vez de la degeneración, de la deformación ideológica de la realidad, entendiendo ideología en el sentido marxista: un conjunto de percepciones e ideas que en relación a una realidad, no la esclarece para transformarla sino que encubre y justifica lo que de ella ha construido en su imaginario; que permite a las personas decir una cosa y hacer otra, parecer distintos de lo que son.

El pensamiento sectario usa herramientas teóricas y metodológicas simplificadas al extremo, desarticuladas, que en alianza funesta con la burocracia, se convierte en armas rígidas y opresivas provocando daños a veces irreversibles en el movimiento revolucionario.

La palabra secta no es un simple calificativo, “tiene un sentido sociológico e histórico preciso: una secta es una agrupación, ó un individuo que actúa como tal, que erige como absoluto un solo lado, aspecto o fase del movimiento del que salió, hace de el la verdad de la doctrina, la verdad sin mas, le subordina todo lo restante y para mantener su “fidelidad” a ese aspecto, se separa radicalmente del mundo y vive a partir de entonces en “su mundo aparte”.

El sectarismo individual, cuando actúa con poder en los aparatos burocráticos puede actuar como víctima y victimario a la vez de la sumisión y el oportunismo.

A los sectarios, la invocación de la fraseología revolucionaria, les permite pensar y presentarse como otra cosa completamente diferente de lo que son en realidad: unos enterradores de la verdad y de la vitalidad del pensamiento revolucionario; unos agostadores de la lucha por la transformación de la sociedad, por la emancipación de la vida. Son unos depredadores ideológicos.

El sectarismo aísla y califica como extraño o enemigo todo lo que, o el que no se ajusta a la construcción estrecha que se ha hecho de la realidad. Acosa, persigue, acusa, manipula con el miedo, extorsiona, destruye. La acción del sectario con poder burocrático conduce al fascismo simplemente. Es profundamente reaccionario, antidemocrático, excluyente, no cree en la participación, desconfía de todo el mundo que no piense como el.

Para la salud del socialismo es necesario combatir sin tregua al sectarismo.

TIRGÉSIMO NOVENO: LA INTELIGENCIA CREADORA.

La inteligencia humana es una energía potencial que debemos desarrollar de distintas formas y en los diferentes ámbitos de nuestra existencia. Constituye un componente dinámico, generativo que en nuestro desempeño cotidiano nos faculta individual y colectivamente para ensanchar, enriquecer, intensificar el sentido de la vida socialista.

Si es una aptitud, una posibilidad y si el ser humano se asume como ser que se confiere dignidad; la inteligencia creadora es la energía orientada hacia su máxima realización la dignidad humana, la dignidad humana feliz, el más grandioso proyecto humano.

Para ello debemos crear un sujeto altamente socializado, un sujeto inteligente, que dirija su comportamiento y la construcción de la subjetividad hacia ese mejor mundo posible que es el: Socialismo.

CUATRIGESIMO: SOMOS SUJETOS DE DERECHOS.

Para concluir este material de trabajo citamos un texto de Juan Antonio Marina, del libro Ética para Náufragos cuyo contenido compartimos plenamente.

“La vida capaz de recibir, inventar y reconocer derechos ha de ser inteligente y libre, es decir, creadora. La especie humana instaura una novedad radical, al añadir a la legalidad natural que rige esa estampida de constelaciones que es el universo, la legalidad propiamente suya: los derechos”.

“La afirmación de un derecho implica el derecho a todo lo propuesto por él. No se puede pretender la flor sin querer la semilla. La inteligencia y la libertad no crecen en el vacío… son espléndidas construcciones reales que necesitan materiales sólidos: la convivencia, la información, los bienes materiales imprescindibles, una cierta estabilidad”.

“Ante la pregunta ¿Qué derechos? Creo que se puede responder: tres derechos constituyentes de los que se derivan todos los demás:

1. Derecho a la vida digna, la que implica la afirmación universal de la persona como poseedor de derechos.
2. Derecho a la vida inteligentemente libre, del miedo y libre de miseria.
3. Derecho a buscar la felicidad personal mediante la racionalidad poética, que incluye la fundamentación racional y el vuelo creador”.


Los comunistas elevan su voz,

La voz de su conciencia y de sus sueños,

A la hoguera de cada día

Por simple deber amoroso.

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domingo, 27 de julio de 2008

DISCURSO PRONUNCIADO POR SIMON ANTONIO RUIZ DE LA ROSA


LICENCIATURA EN EDUCACION MENCION AGROPECUARIA- PROMOCIÓN LISANDRO ALVARADO -UNIVERSIDAD SIMON RODRÍGUEZ- DISCURSO PRONUNCIADO POR EL LICDO SIMON RUIZ ANTE EL BUSTO DEL GENERAL JOSE FRANCISCO BERMÚDEZ. CARIACO, 25 DE JULIO DE 2008

Sea propicio el momento de tan memorable encuentro para volver la mirada hacia los valores de nuestro pasado histórico; que nos motiven para hacer posible ese futuro provisor que estamos construyendo para nuestros hijos y para nuestro pueblo. Bien vale la pena entonces, evocar la imagen de aquellos héroes que como José Francisco Bermúdez, nos legaron con su ejemplo de vida, valor y lealtad, una patria libre para sembrar esperanzas.

José Francisco Bermúdez o José Francisco Bermúdez Pueblo como solían llamar a este insigne prócer oriental, valiente entre los más valientes, fue uno de los caudillos orientales más aclamados por su pueblo, a quien decía continuamente representar. Antes de ir a la guerra; era un agricultor de esta zona, que un día de abril del año 1810 decidió abandonar la tranquilidad del campo, para tomar las banderas de la revolución y luchar contra las injusticias del sistema colonial.

Muchos lo describen como un hombre impetuoso, de extraordinario carácter, tan íntegro, que supo dejar de lado las diferencias que tenía con el libertador, de quien fue un severo crítico, para lograr la libertad de la Patria. La vida de hombres como Bermúdez nos sirva de guía para avanzar en nuestro desempeño futuro como personas y como profesionales. También, nos debe llamar a reflexión para interpretar y comprender la realidad de los nuevos tiempos, tiempos de cambios signados por una crisis que se evidencia en la multiplicidad de discursos que reflejan la angustia del hombre actual. Pero lo cierto es que ésta no es una crisis de Venezuela no, este es un proceso que se está generando a nivel mundial.

En esta crisis, mucho ha tenido que ver la idea de progreso como cura de todos los males, asociada al sueño de la cultura moderna, el consumismo y el consumido. El drama de nuestro tiempo es que hemos antepuesto los objetos, el individualismo y el mercado sobre las personas. Hoy, la humanidad reclama un nuevo destino que coloque al ser humano por encima de todo.

Venezuela nos reclama hoy más que nunca, ser constantes, leales y perseverantes como nuestros héroes, como Bolívar, Simón Rodríguez y Bermúdez, en nuestra lucha por un sistema social, económico y político que ofrezca a sus ciudadanos la mayor suma de felicidad posible. Necesitamos entonces, infundir en nuestras conciencias la importancia de los procederes éticos que, indistintamente de la religión o ideología política que profesemos, nos mantengan unidos y comprometidos en la búsqueda de lo verdadero y lo justo a través de una disposición constante a favor del diálogo, el entendimiento y la resolución de los conflictos generados por la convivencia.

Este acto en el cual disfrutamos la concreción de una meta trascendental en nuestra vida, es una muestra más de que la unión es clave para alcanzar los sueños. En él, se abrigan todas las esperanzas que vinieron con cada uno de nosotros cuando ingresamos a tan prestigiosa casa de estudios para hacernos profesionales. Y como vemos, sin el apoyo de la UNESER no hubiera sido posible.

Gracias profesores y profesoras por sus orientaciones, por esa mano cordial que siempre estrechó la nuestra y nos acompañó en esta experiencia maravillosa para que nos desarrolláramos personal y profesionalmente. Gracias por su paciencia, dedicación, por su ejemplo de constancia. Los alumnos de esta promoción nos llevamos de ustedes la mejor imagen, símbolo de la excelencia También vaya nuestra gratitud a nuestra familia, por confiar en nosotros y apoyarnos moralmente sin esperar nada a cambio. Gracias por estar siempre a nuestro lado, por permitir que hoy nuestra vida tenga un nuevo horizonte.

A ustedes compañeros, a título personal los felicito por formar parte de este gran equipo de profesionales que con una nueva visión transitará los caminos de la patria en busca del hombre nuevo que el país reclama para su transformación social, económica y cultural. La patria nos necesita íntegros, honestos, leales, solidarios, comprometidos con su cultura, sus problemas y con sus raíces. ..GRACIAS.

lunes, 7 de julio de 2008

CONTINUIDAD DE LOS PARQUES. JULIO CORTÁZAR (MICRO-CUENTO)

Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intromisiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, adsorbido por la sórdida coyuntura de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arrollo de serpientes, y se sentía que todo está decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.

LA SOLEDAD DE AMÉRICA LATINA

[Discurso de aceptación del Premio Nobel 1982 -Texto completo]

Gabriel García Márquez

Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonio más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los Cronistas de Indias nos legaron otros incontables. El dorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecillas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.
La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas.
Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.
De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América latina, tendría una población más numerosa que Noruega.
Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.
Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.
No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.
América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.
No obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.
Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios.
Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: "Me niego a admitir el fin del hombre". No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.
Agradezco a la Academia de Letras de Suecia el que me haya distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir. Sus nombres y sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como el compromiso, a menudo agobiante, que se adquiere con este honor. Un duro honor que en ellos me pareció de simple justicia, pero que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele sorprendernos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un azar indescifrable, cuya única y desoladora recompensa, suelen ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el olvido.
Es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos trasegar con las verdades más esenciales que conforman nuestra identidad, cuál ha sido el sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una manera tan comprometedora a este tribunal de árbitros tan severos. Confieso sin falsas modestias que no me ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado. Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América en las Alturas de Machu Pichu de Pablo Neruda el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos.
En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía. Muchas gracias.

sábado, 31 de mayo de 2008

SOÑAR CAMINOS - ANTONIO MACHADO

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...

¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero,
a lo largo del sendero...
-La tarde cayendo está-.

En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día;
ya no siento el corazón.

Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.

La tarde más se oscurece;
y el camino se serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.

Mi cantar vuelve a plañir:
Aguda espina dorada,
quién te volviera a sentir
en el corazón clavada.

(ANTONIO MACHADO)

ANA ENRIQUETA TERAN, suplicante

La súplica, la oración, el ruego, el clamor atraviesan la voluminosa obra poética de Ana Enriqueta Terán, obra que Patricia Guzmán no puede definir sino al abrigo de algunos de los versos de su libro Casa de hablas: "abastecida de mitos, / lograda en luces y distorsiones del día, / señalada
por los más nuevos como lenguaje tutelar…". Lenguaje-cuenco-vasija del que emergen rimas, metros, ecos rítmicos con los que despierta a sus antepasados o calma a sus perros o se entrega al "Místico Tráfico: acercar el ave a la sombra del corazón". Y en ese camino no olvida bendecir, junto al ave majestuosa, a su suelo, al cielo y a la raza que reivindica
Nunca ha tenido tablas de salvación, ni puentes para llegar, para partir, "el estallido sí el estallido sin lucidez adentro". A qué la lucidez, a qué la luz, a qué la claridad, si la morada debe estar oscura para acceder, para caer, postrarse, hincarse y besar con las rodillas el óvalo celeste en el que se gesta el pájaro, la rosa, el girasol y el verbo. El verbo que empuña para santiguarse y cuenta a cuenta -¿de un rosario, de los pétalos de un rosal, de un collar?- dictar su legado "Con humildad, creyendo, hablando de la rosa y su levitado sarcasmo (…) despojada de méritos frente a impávidos dioses".
Mas no frente a nosotros, impávidos seres que atisbamos el cielo o el infierno, el paso de los días, a través de la cuenca de sus ojos, donde se posa el águila "como anuncio de enrarecidas visiones". La visión del confín, del último y esquivo límite, de la línea que aletea para que un día amanezca y halla donde guarecerse de lo íngrimo, de lo agreste, y el ser dé con la palabra, y la palabra dé con ella, con Ana Enriqueta Terán.
Ella que ha abierto todas sus casas para recibirnos, ataviada con los tantos libros que ha escrito, obsequiosa, atenta, alerta, avisada de que "A veces la palabra incorpora persigue / otras la luz persigue incorpora un pelícano ardiente. Palabra: aceite, noche manando tropa de bisontes: / pozo negro rebasando los muslos".
Y es que haber sido elegida para oficiar la palabra no supone haber sido salvada, supone tener el corazón sembrado de temor y de temblor. Supone interrogar e interrogarse: "Pero quién asesinó a los ángeles. La culpa mía es otra. / Voy detrás del cortejo recogiendo guardando lo que cae".
Lo que cae entre sus manos sobrevivirá, será bordado con hilo de oro, será enhebrado entre las hojas del árbol más alto del patio de su infancia, será tallado en la corteza de su árbol genealógico -a la sombra del cual ha honrado a sus ancestros trujillanos, ha amado la tierra y ha sembrado junto a su hija Rosa Francisca semillas de girasoles, unos oscuros, otros incandescentes-. Porque ella lo ha confesado y no pocos lo han divulgado: "El pasado para mí es como un gran mural absolutamente vivo, dentro de un orden implacable, dentro de una lucidez aterradora. Mi pasado se forma con nombres propios de personas, animales, haciendas. Nombres entrañables de madres, primas hermanas, tías solteras… hermanas menores, sobrinas, mis sobrinas de hoy. Estas son las mujeres. Después vienen nombres de varones míticos…".
Nombres que resguarda bajo el techo de cada uno de los cielos en los que ha levantado una casa, tras la poesía y más, tras su aullido, su voz original. Por ello en su itinerario resuenan los nombres de tantos lugares, comenzando por su Valera natal, pasando por Barquisimeto, Puerto Cabello y Caracas -"refugios" que se vio obligada a tomar la familia como víctima de persecuciones políticas- hasta, luego de una ruta diplomática que la llevó del sur del continente, a París, La Entrada, Morrocoy, San Antonio de los Altos, La Asunción, Jajó, absolutos paisajes que sólo existen cuando ella se los lleva a la boca.
"Es extraordinario cómo el entorno hace tanto en mí, cómo me nutre sin yo proponérmelo. Decanto el paisaje y se convierte en intimidad".
A la más radical intimidad se consagra Ana Enriqueta Terán. Optó por el confinamiento. Arrastrada por esa pena aflictiva con la que vienen marcados aquellos a quienes les fue dado ver, o que osaron ver hasta donde el ojo humano es capaz de alcanzar; es decir, hasta el confín, hasta ese invisible-adelante también llamado horizonte, el horizonte sensible, ha sido condenada a sufrir el confinamiento.
iteralmente diríase que está obligada a residir en cierto lugar, en libertad pero bajo vigilancia. Bajo la vigilancia de algo, alguien a quien aun ella no alcanza a oír. O si lo oye, no recuerda qué dice, qué canta.
Pero nadie como ella misma para vigilarse, para escarbar entre los escombros del tiempo glorioso y del tiempo ungido de fatalidad. Ana Enriqueta entonces se perfila como una esfinge suplicante, una que bajó la cabeza, se descalzó de toda mundanalidad y buscó la soledad "a conciencia porque quise saber si era poeta o no y entonces busqué una circunstancia donde pudiera ver qué había de cierto en todo aquello que estaba escribiendo".
Ya corre el año 1961, París y el versolibrismo le han dado que beber -"el verso libre me solicita y voy a él con respeto y autenticidad"-, sin que llegue a dudar del gran Góngora, sin renunciar al rigor liberador que le deparan las formas clásicas. Reside en Morrocoy, donde "la palabra comienza a ser hueso y semilla pulida de trópico. Antes se nutría de entornos grandiosos, ahora, viviendo en Morrocoy, toma de gentes, paisajes, objetos, una delicada, reverencial, casi mística humildad".
Como los místicos, perderá peso y firmeza su cuerpo porque a más leve el andar, mayor capacidad para "sobrellevar cargas insostenibles de verbo ante la pureza de los objetos". También mayor será su entrega al grado cero del existir, el apetito de pan y pescado salado entre sus manos, el apetito por tejer y bordar, el apetito por dar carne de su carne, el goce ante la maternidad. He allí su reino, frente al mar abierto que la inicia en "el sortilegio de los oficios"; y así entre aguas, transpiraciones, humores, "el amor se convierte en prodigiosa materia de cantos" y nace el Libro de los oficios y engendra el Libro en cifra nueva para alabanza y confesión de islas.
Estos títulos llegaron precedidos de Al norte de la sangre -sangre de sus padres, de los suyos, con la que riega y cultiva la rosa oscura de su memoria- y Verdor secreto, con el que se alza para cruzar los espejos del universo y conmocionar a otros poetas y robar la atención de la desde entonces reconocida poeta uruguaya Juana de Ibarbourou, quien al prologar dicho libro advirtió la voz de Santa Teresa entre los versos de Ana Enriqueta Terán: "un eco (...) una raíz de la ardiente mujer de Avila, están en su acento y sus raíces que se ahondan para nutrir con jugos temerarios, la flor de granado de su poesía".
Y pasa a nombrarla como "una vestal poseída por el culto del dios", como una "sibila misteriosa". Y sucedió lo inevitable, y es que se encandiló Ibarbourou con ese halo de fuego que prefiguró el sino de Ana Enriqueta Terán: "En esa joven mujer que sufre su poesía y la realiza entre llamas, ya parece advertirse una luz curvándose en torno de la frente. Tiene el ímpetu y el olvido de todo, que cercan a los que traen una misión".
Cercada por lo absoluto, confinada a tomar nota de las pasiones del alma, exiliada del ruido y de las imposturas, inocente pero encarcelada en las redes de la belleza que le fuera concedida, Ana Enriqueta Terán ampara con su escritura a la poesía toda, a la poesía que exhala la gracia y la desgracia del estar aquí, en perpetuo tránsito. Ella no tiene edad. Nació marcada. Y llegado el día, hemos de ser capaces de decir, diáfanamente, cada uno de los versos que componen esa Autobiografía en tercetos -que se niega a publicar en vida- y que viene escribiendo aferrada a cada uno de sus sentidos, desde las estancias que la han habitado, desde el centro de la morada que sólo ella -que ignora su propia luz- ilumina para que lo innombrable sea escuchado.
Lo innombrable fue tarea pendiente siempre, aun cuando tan sólo por el intervalo de tiempo que viviese en la isla de Margarita. "En Margarita la palabra es piedra y sequía. El entorno insular me afecta de manera profunda, acaso en beneficio del poema.
El texto surge en carne viva, impúdico de tanta verdad (…): Secar rabias, fingimiento en torno a familias / desposadas con la locura. // Nadie con piso donde afirmar decencia / ni frente ratificada en lo oscuro".
Algunas heridas sanarán por virtud de lo alto, allá en Jajó. "La montaña me devuelve suficiente menudo para la evocación y cómo fueron mis ancestros, cómo las haciendas perdidas, cómo los cultivos de caña y café…". Diríase que la epifanía de la infancia se hizo posible una vez más para Ana Enriqueta Terán y que los dones para la poesía le fueron renovados: escribirá sonetos, pasará de Casa de hablas al Libro de Jajó y a la Casa de pasos. Y se volcará sobre los primeros tercetos de un periplo inédito, aunque tenga su nombre y su imagen de virgen y mártir coronada de palabras, que brillan en sus labios sin que ella se percate en demasía.
"Ni antes ni ahora he sabido de artes poéticas. No conozco nada de lo que se ha dicho sobre esto. En mí hablan intuición y 'conocimiento' ante el hecho-poema. Idea y lenguaje forman una misma esencia para ocasionar lo inmediato del verso. Una misma transparencia mezcla tiniebla y luz en latidos de lenguaje".
Latidos del lenguaje, latidos de sangre que (nos) dan aviso desde los confines del alma de Ana Enriqueta Terán, la suplicante del verbo, hecho carne en ella.
"No me quejo no os pido el arpa ni los números // ni contribución ni dádiva infinita. // Eso sí velad por lo poco y por lo mucho // no olvidéis que yo tengo inmensos cementerios/ de cal viva y sedienta".