sábado, 26 de enero de 2008

Los valores y la Educación

El valor como signo, genera asociaciones mentales de múltiples caras (por eso, me opongo al uso del término “perfil”). Lo encontramos por ejemplo, asociado al significado de aquello que en sí es bueno de acuerdo con el orden de importancia que su representación mental le atribuya y ser rico es entonces, un estado ideal al que deseamos llegar; el dinero es un valor material porque poseerlo nos permite obtener bienes materiales; el amor a Dios es un valor espiritual que conduce a la perfección del hombre; ser aceptado y respetado por todos es un valor social; ocupar un alto cargo en el gobierno o en una empresa, es un valor político; atender a los enfermos, dar de comer al hambriento y considerar la situación de los hombres en general, son valores humanitarios. Los valores están presentes en la conformación de la personalidad, determinan nuestro comportamiento y visión de mundo.
Semánticamente, la idea de valor es asignada a ciertos hechos, conceptos y principios que remiten a la paz, la libertad, la tolerancia, la verdad, el amor, la solidaridad y la igualdad, entre otros; paralelamente con unas habilidades, destrezas y procedimientos que permiten desarrollarlos como: la ternura, la amabilidad, la generosidad, la simpatía, la sinceridad, la alegría, la amistad, la responsabilidad; y unas actitudes que expresan la presencia de estos valores en la manera de ser y actuar de las personas: la ilusión, el interés, la curiosidad, el optimismo, la confianza, el respeto, el disfrute, la camaradería, la colaboración, la participación, la autoestima..
La intensidad con que cada uno vive y manifiesta la presencia de estos "indicadores" en su proyecto de vida es lo que se ha denominado "escala de valores", y es esta escala quien señala de alguna manera, la diferencia entre aquellas personas con “principios" y las que "aparentemente" no tienen alguno. Quienes poseen su “escala de valores” y la aplican a sus proyectos de vida, suelen dar un gran significado a su existencia.
Todo esto nos indica que los valores se aprenden y forman parte del proceso educativo que se inicia en la casa, continúa en la calle y se perpetúa en la escuela. No existe sistema educativo alguno que ideológicamente, no esté impregnado de valores. La importancia de los valores radica en el modelaje de conductas que expresen su presencia, y vivencia en el hogar, la calle y el aula mediante la manifestación de actitudes y acciones personales y grupales, cuando compartimos los mismos ideales. Los valores se viven y reflejan en la interacción cotidiana de los seres humanos y no es posible transmitirlos con actividades discursivas. Por ello se insiste, en la necesidad de modelar valores ante los niños durante sus primeros años de infancia y plantearlos a través de situaciones problémicas a los estudiantes en la escuela, para que ellos los analicen y elijan de manera libre aquellos que deseen incorporar a su proyecto de vida.
El aprendizaje de un valor es eficaz cuando su enseñanza se procesa a través de una experiencia vivida por maestros y alumnos en un ambiente de aula favorable, también, cuando se ha elegido dentro de situaciones confrontadas en el seno familiar o en el entorno social, donde los niños crecen, juegan y se educan. Se aspira que la escuela presente a los niños experiencias auténticas que demanden la presencia de aquellos valores necesarios para resolver situaciones problémicas del mundo actual. Luego de una discusión al alumno se le permitirá elegir libre y responsablemente, aquellos valores que deseen incorporar a su proyecto de vida.
Esta es la importancia de los "temas transversales" en el Currículum Básico Nacional. Ellos permiten al maestro y al alumno, conocer la problemática del entorno y descubrir la necesidad algunos valores para dar solución a los conflictos, problemas y angustias. Los ejes transversales, desde la estructura profunda del currículum orientan todo el proceso de enseñanza-aprendizaje y garantizan de manera coherente, la presencia de los valores en el mismo. Ellos, permiten se dé respuesta al para qué y el por qué de la libertad, de la solidaridad, de la paz, etc.
El proceso de enseñanza-aprendizaje no puede darse solo en la transmisión de contenidos curriculares, debe promover la generación de conductas que permitan afianzar convivencia democrática. En todo este proceso, la escuela en sí misma y en su relación con la comunidad, debe mantener su compromiso con la libertad, la solidaridad, la tolerancia, la dignidad y la defensa de los derechos humanos.
Porque, durante su proceso de escolarización, el alumno deberá aprender lo que el currículo intenta enseñarle pero también, lo que los gestos y la vida cotidiana le transmiten como modelos, no siempre en la estructura superficial.

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