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sábado, 26 de enero de 2008

AMERICA MIA

“Escribir significa cubrirse con el mundo y calentarse en él” Hebbel


Íngrimo y solo, rojos, negros, amarillos, imperio de aztecas, exilados. Frente a la guerra, flores y gemidos. La lluvia baila con sus lenguas húmedas de aromas y ofrendas. El tiempo declina en amargas lágrimas Dolor y misterio. El fuego. Se aproxima.

Con brazos extendidos, bocas de lobos hambrientos. Caminan la orilla. Pájaro ciego de verdades. Exilado paisaje sin vida ni muerte. Vuelo ha nacido de ser y ya no es. Persiste en devolver esperanzas. Cenizas contenidas. Su alma de ocaso, rocío y bestia. Se confunden. Sombra, todo y nada. Llegó la despedida con su tul de fuego danzando sobre las aguas, desde la lejanía.

Tiempo, inmortal aguador de lejanías, vives prendado a la sombra del recuerdo. Taíno tu idioma, taíno tus sueños. Recuerdo que asomas bordeando el paisaje, arroja hasta el mar mi sed redentora. Devuelve la vida, aleja la muerte. Deja tiempo, caer tus grises pesadumbres. Ríndete al indio, a su historia. Pasado.

Vida. Consagra los tiempos, la fe, las columnas. Detén tú las voces del hombre que gime. Pasos de trance. Arrullar en silencios. Templo. Hombre, dios, tierra, arena, aire, fuego. Se desploman. Indiferentes. Egoístas. Copulan traiciones. Atraen amargos y olores pasados.

Ya no existen. Se han marchado. ¿Exterminados? En la isla el caimán ha quedado solo. En el Sur apenas unos cuantos. Más allá no se sabe, sólo los recuerdos. En el altar mayor agua-viento, lluvia-fuego. Todo. Remolino eterno. La sombra los cubre. Se han transformado.

Huye mortecino sol. Descorre los vientos del camino. Vuelve a tu trabajo. Despeja nubes en la tarde. Juega con las palmas en la altura. Nuestra sombra. Hombres. Naves. Intrusos. Ambiciones muchas. El. Ave solitaria. Ella. Emigra hacia la luz. El tiempo entreteje cúspides. Cima. Vientos. Silencios y ofrendas. Otras aves, otras ausencias. Otra ausencia. Otros dioses. Aves. Entreteje.

Más allá de sus fronteras, se escucha una voz, peregrina indígena. América clama. América llora América mira. Paisaje soldesolado. Ahora. Momento de reiniciar conversaciones. Perdidos los espacios. Redescubrir esencias.

El silencio permite se escuchen claramente. El silencio permite se descubran nuevamente. La reflexión los ha condenado. Viven en un redescubrirse eterno. Ahora. Escapan verdades y labios. Sólo vida.

La palabra impronunciable. La espesa. La ungida de vacío miedo. La palabra no se ha ido. La suerte los atrae. Son imanes. Aparecidos. Impenetrable, fogosa, imperiosa y sinsentido. Late vida. La palabra cobra vida.

Estar juntos sin moverse. Un juego de horizontes. Mar, viento, sol, arena, azul. Arena y fuego. Estar untos sin moverse. Tiempo ha cesado indígena. Conversación de soledades.

Existe mundo que los une. Indio. Blanco. Negro. Sol. Oscuridad y silencio. Vacío. Gravitar de sangres enlazadas. Copulan las alas de una raza nueva. Late vida. Deja te alcance impenetrable óvalo de espacios abiertos, ciego y huya de costado por los lados de tu herida. Ella. Pedestal de noctámbulas verdades. América intenta recobrar su sentido. América. Un rostro que en sus ríos busca origen, busca vida.

Erguido. Con los brazos extendidos, el hombre aparece. Frente teñida. El ojo. Cara india. Reposa su barbilla. Debajo, el gran libro. Rostros. Rostros. Y más rostros coloreados de banderas, sangre y lodo. Tronco de árbol tallado. Espadas y caballos. Mira al frente. Amenaza. Defiende. América. Futuro y esperanza que se pierde.

Levanta puño indio al blanco y el negro en el lodazal se esconde. América, une fuerzas y colores vivos. No mueve. No viste su cuerpo como todos. Aquí. Guayuco su piel. Barros sus pies. Pisan los espacios, lejanías. Borde de ojo te mira. Un juego de mirar lo mira todo. Mira el horizonte sumergido. Ojeras azuladas con pómulos pintados en necesidad. Penetrar la historia. El origen.

América. Tus dioses te reclaman. Tus hijos te reclaman. Tu lengua te reclama. América. Suelo virgen pisoteado. Pasos sangrantes del camino. Historia mancillada. Las hojas rotas sobre el río se abandonan. Guaicaipuro clama. Atahualpa clama. Historias inconclusas se mantienen perseguidas. Hojas de algún libro abierto al versículo de la Biblia. Alguna vez. Repicaron las campanas. Tañen con prácticas indígenas.

El hombre, mira los tiempos esparcidos. Fugaces son las horas. Ni el tiempo las detiene. El hombre busca en su corazón. Busca origen. Cenizas. Pueblo. Busca a América india que duerme en su pecho. Busca a América virgen. Violada. Agonizante. Maltratada. Desde su propio origen la voz escapa y resplandecen los caminos: ¡América! Soldada ensangrentada. Mujer india. Esclava. Algún día serás reivindicada.
BETINA DE LA ROSA, 1975