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jueves, 4 de agosto de 2011

¿Hablar de quien escribe?

I
¿Hablar de quien escribe?
¿Será lo mismo un mirarse en los ojos del otro?
¿Mirarse de reojo?

Entretenida en lo que pudo ser y no fue
Ramillete de querencias. Concentrada brillantez.
Inocente pensamiento.
Perpetuarse en el silencio.
Reelaboraba vidas. Sólo pergaminos
mientras, diluíanse tiempos propios y ajenos
reclinados en presente

Evocación, pasado, traslucido papel

Sólo tiempos
Infancia. Orfandad. Juventud.
Estancias y extranjeras pesadumbres
Enderezando destiempos, enjambres y alegrías
Vuelve a la vida cual carro floreciente. Otros caminos
deja en cada paso. Amor y desamor.

O un mirarse desde la necropsia
Sigiloso. Diligente.
O encontrar evidencias
Asomados. Vates, Palabras proféticas
O acomodarlos cual vísceras huecas
Cerebro, muerte
Colocadas sobre rígida frente.
Fuente. Imaginario personal.

Hacer de cada marzo manos de nostalgias.
Susurro familiar, historia no contada.
Viajes y regresos. Extemporáneos.


II

Alguna vez, abrazando olvidados restos
mirada fría irritada y verde
transitando espacios. Cuerpos comunes.
Conculcando paz robando sueños
vidas familia y pueblo.

Alguna vez. Correteando cada plaza la palabra
larga, corta, rumor, palabrerías
traduciendo mandados y alegrías.

Alguna vez. Muchos marcharon juntos.
Nostalgia resiste vida.
Carlos Villalba y Juan Ponce. Pulpería,
Juegos ficciones y caminos.
Signos. Existencia. Evocación infantil.
Días de sol carburo y papelón.

A veces. Zurcidor de zapatos rotos
José Rivero y su viejo atajo de clavos
En su mano la aguja de voraz angustia
traspasando suelas. Pantalón descosido.
Sólo pobreza, la madre, sus hijas y Josefina enferma

¿Será lo mismo hablar de quien escribe
Y olvidarse de ellos?

III


Despertar cada mañana
cual pálida hoja de un poema ausente.
Sin alba. Sin tiempo.
Compartida entre la vida y los olvidos
Detenida entre vigilia y sueño

Recuerdos. Delirantes ojos.
Si escucho las voces
de quienes partieron.
de quienes quedaron.
de quienes ahítos de pobreza ajena
marcaron pasos, calles y caminos
sin cantos ni escuela

Escucho sus voces
Los ajenos ecos
de quienes prematuramente
formaron parte de otros ángeles idos
sembrando armas por furtivos caminos
Fúnebres susurros..





IV

Quienes se acercaron no latían vida
No eran artistas, tampoco poetas.
Simples mortales.
Avanzaron por mis venas
Inmortalizando legando sueños.
Tejiendo y destejiendo mundos.
Azulando mar. Idas y partidas.
Encuentro y desencuentro
Son las viejas voces de occisos poetas.

A veces María. Única y purpurina.
Poeta de la calle. Amargor de vida.
Pobreza surcando calles

Poblaba las calles con sueños y otros.
Con pasos lentos y alpargatas rotas y arrastradas
Ilusiones guardadas en cada caja de cartón
Allí, junto al amor, el hijo muerto,
La abandonada ilusión
Acumulando riquezas de corsarios piratas
Bergantín sin timón

María. Única y purpurina.

Tu palabra deviene desde la voz de los pobres.
Con bojotes de trapos, preñados de acera
Úlceras indoloras. Tus pies. Úlceras Tus manos
Mientras resecos tus ojos, ya no lagrimaban.
El sol robó sus aguas, sembró cicatrices.

María Purpurina. Cuenta historia y soledad
Evoco tu risa tu extraña locura.
De tu muerte no supe
buscándote estoy.

VI
A veces Tití. Desnudo y gracioso
Lobo de mar cabalgando fuentes
Penetrando iglesias.
Mientras el mundo retabas con hambre.

Silentes y olvidadas perviven tus palabras
Transidas en mí, de soledades tantas
Sopladas de tiempo
Susurrando al mundo un mendrugo de pan


VII

Me acercaba a sus vidas. Buscaba respuestas.
Escuchaba sus ecos desde mis silencios.
Presintiendo ingrimitud y olores de muerte.

Como los amordazados.
Saberse ignorante ante el vasto universo
Como los otros, como tantos otros que viven en él
Gritan resisten luchan.
Metamorfosis. Mariposas libertas
(Betina, Ro Caribe, marzo de 1975)