sábado, 14 de abril de 2007

MALINCHE

Malinche o el drama amoroso y nacimiento de la cultura del
Nuevo Mundo, envuelta en los enredos del amor

Malinche es un extraordinario relato de la escritora mexicana Laura Esquivel, quien con su fina pluma plantea el trágico y apasionado amor entre Hernán Cortés, el conquistador y la india Malinalli, quien fue su intérprete durante la conquista del imperio azteca. Malinalli conoce a Cortés y lo considera el Dios Quetzalcóatl quien según ella, regresaba para liberar a su pueblo.

La india y el conquistador se enamoran apasionadamente pero esta relación es destruida por la personalidad de Cortés, un conquistador apegado al deseo de tener más cada vez, más poder y más riqueza. La historia de México Malinalli/Malinche se devela en el discurso narrativo como una historia de traición y muerte. Sobretodo, traición hacia el pueblo indio. Sin embargo, los críticos e historiadores afirman que más que una india enamorada, Malinalli fue una mediadora entre las culturas hispánica y americana; un enlace entre las lenguas, española y náhuatl.

En este sentido, Esquivel lo que ha hecho es volver los ojos hacia nuestra cultura, nuestra identidad, nuestras raíces al tomar como tema, un suceso de la mitología tradicional para tratarlo como un tópico sobre el origen de la cultura mestiza. La relación de Hernán Cortés y Malinalli en el contexto del derrumbamiento del imperio azteca. La historia es contada con el lirismo propio de la tradición alegre y pictórica del náhuatl, es un mito sobre el nacimiento de una nueva cultura, la cultura del Nuevo Mundo, amén de ser además, una tierna historia de amor.

CACIQUES DE VENEZUELA



GUAICAIPURO
Guaicaipuro fue uno de los caciques más valientes en la lucha por la resistencia indígena a la penetración europea en Venezuela durante el año 1560. Su familia estaba integrada por su hijo mayor, que se llamaba Baruta, dos hermanas, Tiaora y Caycape; 6 hermanos mayores; Pariamanaco, hijo de su hermana Tiaora, y Quetemne, hija de también hija de Quetemne; 6 sobrinos y un nieto. Para ese entonces, en la región de los Teques vivían muchos indígenas en grupos independientes con sus respectivos caciques. Guacaipuro era el principal de estos grupos, asentado en Suruapo o Suruapay, en lo que actualmente se llama San José de los Altos, en la vertiente de la quebrada Paracoto. Este puesblo era muy importante en su jurisdicción, donde figuran 6 caseríos más, cuyos pobladores eran también de su gobierno.
Durante las exploraciones de Pedro de Miranda, al descubrirse las minas de oro en los Teques, Guaicaipuro lo atacó y tuvo que huir del lugar. Luego, el gobernador Pablo Collado sustituyó a Miranda por Juan Rodríguez Suárez y éste venció a Guacaipuro en varios encuentros. Rodríguez, al creer que había ya pacificado la región, dejó en a sus tres hijos menores de edad con unos obreros trabajando en las minas. Guacaipuro asaltó las minas mató a todos los trabajadores, incluso a los hijos de Juan Rodríguez Suárez. Después de haber incitado a Paramaconi, cacique de los taramainas, para que se rebelara, Guaicaipuro pasó al hato de San Francisco, donde da muerte a los pastores, quemó las viviendas y dispersó las reses. Mientras esto sucedía, Juan Rodríguez Suárez se entera del desembarco del Tirano Lope de Aguirre y se dirige hacia Valencia con 6 soldados para hacerle frente. En el trayecto, es sorprendido y muerto por Terepaima y Guacaipuro,fue muerto en una heroica resistencia. Guacaipuro impulsó luego el levantamiento de todas las tribus y los caciques Naiguatá, Guaicamacuto, Aramaipuro, Chacao, Baruta, Paramaconi y Chicuramay, quienes reconocieron a Guacaipuro como su jefe supremo.
Cuando Diego de Losada tuvo conocimiento de que Guacaipuro fue quien había promovido un frustrado asalto a la recién fundada ciudad de Caracas (1568), envió para que lo apresaran. Este encargo fue encomendado al alcalde Francisco Infante, quien, con indios fieles conocedores del paradero de Guaicaipuro, salió de Caracas una tarde, con 80 hombres. A la media noche, llegaron al sitio donde Guaicaipuro tenía su vivienda, en el alto de una fila, en cuya falda estaba el pueblo de Suruapo. Francisco Infante se quedó en el pueblo con 25 hombres para proteger la retaguardia y retirada en caso de una derrota, mientras Sancho del Villar con los demás bajaba a ejecutar la prisión del indio. Conducidos por los guías llegaron a la puerta del inmenso bohío o caney de Guacaipuro los 5 primeros que formaban la delantera. Pero como fueron descubiertos, con sus armas en las manos, mientras esperaban la llegada de los compañeros, intentaron franquear la entrada, pero Guacaipuro, quien ahora poseía la espada que antes había sido de Juan Rodríguez Suárez, les hizo frente e hirió a cuantos intentaron entrar.
Ante los gritos de la pelea, el pueblo se alborotó y todos acudieron a defender a su cacique, pero nada podían contra los filos de las espadas; y los lamentos y gritos de las mujeres y niños, en la noche oscura, La confusión era general. Cuando los españoles se convencieron de la imposibilidad de rendir a Guaicaipuro, decidieron quemar su casa. Lanzaron una bomba de fuego sobre el techo de paja y madera, que comenzó a arder vorazmente. Al ver esto, Guacaipuro saltó fuera, dando estocadas a diestra y siniestra contra los asaltantes, pero todo fue en vano pues las espadas de éstos lo dejaron muy pronto muerto en el suelo; la misma suerte tuvieron sus acompañantes

domingo, 8 de abril de 2007

CHE

Lo han cubierto de afiches, de pancartas
de voces en los muros
de agravios retroactivosde
honores a destiempo
lo han transformado en pieza de consumo
en memoria trivial
en ayer sin retorno
en rabia embalsamada
han decidido usarlo como epílogo
como última thule de la inocencia vana
como añejo arquetipo de santo o satanás
y quizás han resuelto que la única forma
de desprenderse de él
o dejarlo al garete es vaciarlo de lumbre
convertirlo en un héroe
de mármol o de yeso
y por lo tanto inmóvil
o mejor como mito
o silueta o fantasma
del pasado pisado
sin embargo los ojos incerrables del che
miran como si no pudieran no mirar
asombrados tal vez de que el mundo
no entienda que treinta años después sigue bregando
dulce y tenaz por la dicha del hombre.
Mario Benedetti, 1997

¿SOCIALISMO DEL SIGLO XXI?


La experiencia ha demostrado que el capitalismo se asienta en la democracia representativa, lo que significa, gobierno de élites, sistema que se apoya en las desigualdades y en consecuencia, profundiza las injusticias. Que no puede haber democracia real si no hay justicia ni igualdad; y que donde no hay justicia ni igualdad, tampoco habrá paz. Frente a esta realidad, el Presidente Chávez ha señalado insistentemente que “sólo el Socialismo puede traer justicia social a los pueblos latinoamericanos, caribeños y al mundo en general”. Su propuesta es un llamado a la conciencia individual y colectiva, para que frente al fracaso del modelo capitalista neoliberal, dependiente y salvaje, caminemos juntos hacia la construcción de un nuevo orden social: el socialismo del siglo XXI.
El socialismo del siglo XXI será una realidad cuando el colectivo organizado asuma de manera consciente los postulados de la revolución bajo una óptica socialista que les permita generar cambios en las estructuras sociales, de poder y en las relaciones de producción.
Estos conceptos infunden miedo en los pequeños grupos de burócratas que desde siempre, habían ostentado el poder en detrimento de las grandes mayorías. La burguesía venezolana, aparte del temor a perder los privilegios del pasado, asocia la propuesta con el modelo de socialismo marxista leninista, aún cuando saben que su filosofía ha dado respuestas a la problemática planteada por el pensamiento progresista de la humanidad, especialmente, en aquellos que se relacionan con la cultura de los pueblos. De esto, hay evidencias en algunos países, donde sí resultó exitosa. En lugar de abrir espacios para la confrontación de ideas y el sano debate, con el apoyo en los antimedios de comunicación y del gobierno norteamericano, han emprendido una campaña mediática de terror que no ha podido calar en el colectivo, quien no haciendo eco a sus cantos engañosos y voces agoreras, se decidió de manera masiva y contundente por la propuesta revolucionaria.
El Presidente también aclara que en el caso venezolano, debe plantearse un Socialismo Nuevo que responda a las necesidades y características del país y en consecuencia, debemos construirlo como un proceso de aprendizaje a partir de una reflexión-acción dialéctica que nos oriente hacia la sociedad que queremos. Esto por supuesto, apunta hacia un cambio social y cultural que legitime los valores del socialismo: el bien común en un marco de tolerancia, paz, solidaridad y exaltación de la dignidad del ser humano por encima del mercado y el capital.
De manera que el socialismo bolivariano no es una doctrina. Es un proceso colectivo de transformación y cambio para construir una nueva visión de país. Para lograr este sueño, debemos inicialmente, transitar los caminos para reencontrarnos con nuestras raíces, nuestros orígenes, con el pensamiento latinoamericano y particularmente, con el ideario bolivariano. La ideología que subyace en la propuesta presidencial tampoco es una novedad. La ha venido planteando el presidente desde los años 80, con el 'árbol de las tres raíces', base fundante del movimiento revolucionario. Una raíz bolivariana, que plantea su tesis sobre la igualdad, la libertad y la integración de América Latina; una raíz zamorana que propugna la soberanía popular y la unidad cívico-militar, y una raíz robinsoniana, base para una nueva República, centrada en la educación popular, la libertad y la igualdad. El socialismo del Siglo XXI también se apoya en el pensamiento cristiano y los principios crísticos: humildad, igualdad y justicia social; en un socialismo auténtico, que no responda a intereses individuales ni imperialistas, tampoco una copia de modelos foráneos.
De manera que como modelo por construir, debemos asumir su concreción con visión endógena es decir, desde adentro, desde nuestros sueños, desde nuestras propias raíces, donde moran las voces y valores de nuestros aborígenes, héroes y maestros. Lo que nos exige además, volver la mirada hacia nuestras experiencias ancestrales sobre la convivencia social colectiva y solidaria, las ideas políticas y pedagógicas de nuestros grandes maestros y héroes: Simón Rodríguez, Luís Beltrán Prieto Figueroa, Simón Bolívar y Artigas entre otros, sobre educación, solidaridad, integración de los pueblos, administración de la justicia y eliminación de los privilegios.
Desde el punto de vista de las ideas y procederes, los rasgos básicos del socialismo bolivariano son la moral y la democracia participativa y protagónica. La primera, que abrirá los caminos para la recuperación del sentido ético de la vida y la fuerza que requerimos para luchar contra los antivalores del capitalismo (individualismo, egoísmo, odio, privilegios y la corrupción) y la segunda, como estrategia para devolver el poder al pueblo soberano.
Se plantea así como la primera propuesta de democracia humanista planteada al país después del año 1958. Es revolucionaria, bolivariana y pacífica, que da preferencias al ser humano y su desarrollo integral; lo que le permitirá al colectivo social construir la nueva República, en un contexto signado por constantes cambios donde se imponen necesariamente, la convivencia ciudadana solidaria, la equidad, la participación y la democracia.
Su carácter revolucionario no se expresa en las armas sino por las transformaciones profundamente espirituales que en ella se implican desde las bases para generar un cambio estructural en la sociedad venezolana, en sus instituciones, en las formas de propiedad y distribución de la riqueza, la igualdad de oportunidades y la democracia participativa. Es bolivariana por los principios libertarios que la inspiran para las relaciones de producción y autodeterminación de los pueblos, la soberanía geográfica y cultural, y la educación popular como bases para alcanzar de manera sustentable, la justicia social.
La expresión más genuina del socialismo del Siglo XXI está naciendo en los consejos comunales desde donde se promoverán las vocerías y asambleas de ciudadanos en la toma de decisiones conjuntas por el bien común de manera sana, autónoma, autogestionaria, solidaria y sin aquellas interferencias políticas plegadas a intereses particulares. Esta es la esencia del proceso revolucionario. Esto es lo que se denomina “Democracia directa, protagónica y participativa”.
Entonces… ¿Cuál es el miedo? ¿Cómo que para qué el Socialismo del siglo XXI? para transformar el poder en instrumento del pueblo y la reconstrucción de la identidad venezolana y latinoamericana auténticas ¿Por qué el Nuevo Socialismo o Socialismo del Siglo XXI? Porque es la única alternativa viable que nos permitirá dar respuestas a las necesidades del pueblo venezolano, impulsar la justicia social, la equidad, la libertad; la defensa de su soberanía cultural y territorial. Porque la propuesta en sí lleva implícita, la reivindicación del hombre como ser humano integral, conocedor, respetuoso y defensor de su historia, sus leyes, su soberanía y su dignidad. Porque el socialismo en definitiva, es el camino para formar al patriota solidario y comprometido con su historia; consciente de que para avanzar hacia un mundo mejor, todos debemos estar bien y para ello, se organiza, participa, respeta las decisiones de la mayoría y toma decisiones en colectivo.

domingo, 1 de abril de 2007

LAS PALABRAS EN EL VIENTO


En el viento, las palabras suenan bien pero no se quedan… se trasmutan… se pierden... porque nadie las retiene… Te sientes incómodo porque no puedes hablar. Te vigilan no sólo desde afuera sino también desde tu propio abismo. El jefe nos había dicho que llegaba un turista con mucha plata, tremenda nave y bañado en oro. Siento la inutilidad de mi vida como si dentro de unas horas ya no seré un vivo más en este sitio de putrefacción y muerte sino una espesa niebla que se diluye en la oscuridad de los silencios. No cuentes lo que sabes ¡Ya entiendo! Las palabras se las lleva el viento. El cadáver te reclama cada noche su inocencia. Sin palabras. Pero el jefe dio la orden: ¡toma esta pistola, espéralo a las cinco, cuando salga del hotel, quítale el maletín, el oro y te vas por la orilla de la playa hasta que llegues al cementerio! –Así me dijo mientras aspiraba ese viento blanco que emana de casi todos los que me acompañan- Luego agregó: ¡Allí te espero! Dos días después, ¡Vaina! ¡Tremenda vaina!...Llegaste temprano. Esperaste al turista y lo amenazaste con tu arma prestada. ¡Alto! ¡Esto es un asalto! Los ojos exorbitados del hombre te miraron desde el más allá para recordarte sin palabras, que mañana podrías ser tú. Pero el jefe no te esperó. Allí estaban los dos uniformados corruptos de siempre en su jepp blanco para ocultarte. Ellos me escondieron algún tiempo para que la guardia no me encontrara. ¡Ah! Pero me quitaron el maletín y me ordenaron que huyera playa arriba. Se armaron con más de cincuenta millones. El resto de lo que fue esa mañana, tú lo sabes… Siempre playa arriba, bañado en sol y salitre. Mi amigo iba delante, asustado… jamás había visto un muerto. Te alcanzaron. En sueños veo al Ronco, inocente en su primer trabajo. Lleno de miedo porque sabía que lo lincharían si decía una sola palabra. También lo recuerdo sentado en su mecedora con dos balas en la frente. Un enfrentamiento, dijo la policía. El Ronco y yo sabemos que no fue así. Todo el barrio sabe lo que allí pasó. Nadie les cree. Todo volvió a la normalidad. El jefe levanta una fortaleza sobre la acera para que nadie llegue hasta él. El chino vende las armas. El fiscal se deja sobornar. Otros niños, menores que yo, inician su carrera por los bajos fondos en la fortaleza, mientras la mamá del Ronco vomita improperios contra la vida. Los uniformados van como siempre, todas las tardes al barrio a buscar su parte de carabela. A todos martillan por su silencio mientras que a ellos, los martilla la vida. Mañana, si es que te sucede, las palabras del otro serán verdades en la fiscalía, las tuyas, se las llevará el viento. No cambia la vida sólo con la intención. Tu vida será una palabra más, sin sentido en el viento, en este universo de engaños que se pudre en las cárceles de mi país. ¡El jefe me dijo que teníamos un negocio bueno! Pero Ronco mató al turista. ¡El no lo mató! Acompañé al Ronco y te aseguro que no lo mató. Era su primer trabajo. Iba cagao. No tenía bolas. Me llevaba algún tiempo en este negocio. Después de la muerte de Ronco caí preso. Allí no hubo enfrentamiento. Ellos lo mataron para que no hablara. Me dejaron vivo de vaina. Pero me amenazan a diario. Algún día, cuando salga de aquí -si es que salgo-, ya ellos habrán muerto mientras yo, acostumbrado a la vigilancia de los otros, intento escapar por esa rendija donde el sol cada mañana se asoma y me despierta para avisarme que sigo vivo… ese día, ¡escribiré un libro así de grande! ¡Carajo! Para ver si mis palabras no se las lleva el viento y entonces, todos sabrán que el Ronco era inocente…
Betina, 2006.

RITUAL

Veintiún siglos esperando este momento... pero no cabes en presente porque eres eterno y doloroso pasado. Pasado remoto de historia y de crimen que no pueden volver...El momento de salir y aspirar el aire de la callejuela que te conduciría finalmente a la casa, es ahora un siglo de sueños inconclusos donde vida y muerte visten trajes de luces para celebrar el festín gnóstico. Un templo de vírgenes espera el momento propicio para volver hasta él. Se levanta sobre la alucinada y espesa niebla de la noche... La casa está oscura. El silencio la inunda toda... El lugar ahora parece un empinadero olvidado que denuncia las ausencias en el tiempo... Aquí estás. Eres sombra que atraviesa el umbral. Ella no podía adivinar tu llegada al altar de siempre. Te hacía en otro sitio, pudriéndote como pobre animal indefenso. No hay miradas ya. Sólo silencios, vacíos y recuerdos detenidos en el aire. Desde un principio supe tu crimen. Me dijeron que corrías por Berruecos con el paquete de culpas sobre los hombros. Te vieron por última vez en aquella bodega donde hablaste de crimen. Todos parecían aspirar silenciosamente cada latigazo como un vía crucis traspasar sus almas. Nadie hablaba. Augusto Linares olía el viento seco y fétido que exhalaba cada una de las heridas. Reclinó la cabeza sobre la hamaca. Recuerdos que iban y venían arrastrando a su paso desperdicios de algún barco sumergido en alta mar. En la orilla, vahos y orinaderas escapaban del silencio, aves noctámbulas y osamentas que flotaban hasta detenerse en el terreno baldío donde siglos antes, se levantaban las sombras para cabalgar los sueños. En medio de una espantosa oscuridad por donde después del crimen, alguien jamás pasó, la sombra de un guerrero sollozaba de impotencia y dolor. Había comenzado el ritual ceremonioso donde enterrarían su vida pasada para luego, renacer desde las tinieblas. Augusto Linares tendría que pasar la prueba del camino, sembrada de ciénagas y sumergirse en el lodo sagrado que posiblemente, le traería de nuevo... Lo someterán al juicio y al castigo merecido. No platicará con alguien porque no estaría allí. Sus ojos mirarán al vacío y la soledad de su alma se acercará hasta el altar del dios fuego... Pondrás tus tributos a los pies de la esfinge y buscarás olvido y redención...Cada cuerda de la hamaca mecía los flecos de la vida que alguna vez fue de otra manera... Volvieron los espectros del silencio a galopar sobre las heridas de Augusto. La noche se hacía interminable hasta que al fin, una luz y el gorjeo de algún pájaro le hacían salir de su encierro...No te esperaban. Saliste del corredor y vio tu rostro perdido en otros tiempos. Desandabas recuerdos e historias. No has cambiado con los años. Tus ojos siguen grandes y muy negros allí donde los dejó alguna vez...Tenderás tus brazos hacia el dios, te arrodillarás ante él como si sintieras alegría al verlo y no te creerá... Rodearás su cintura con tus brazos de acero y entonces... preguntará por tus manos...No sabrás qué decir. Quizás, otra mentira... Habrás olvidado que alguna vez estuviste allí. Le dirás que estás ciego de vejez y que continúan en su lugar ofreciendo tributos a la luna. Que no las sientes. Tu cuerpo es ahora un monstruo insensible, frío y detenido en el espacio. Eres viento, sol y llamas que se abrazan sin rozarse. Me acerco al ataúd como si temiera que alguien me reconozca. Vivo después de todo, lleno de miedos. Pero nadie me mira. Nadie sabe de aquél crimen. Todos rezan, disculpando la tardanza y mirándote como si hubieras muerto. Te llevarán al cementerio y yo iré detrás. Allí te esperarán diminutos enemigos que disfrutarán cada estallido de tu cuerpo inerte... Con ellos, todos aquellos que fueron perseguidos, maltratados, hacinados, acusados y serenados... Jamás apareció mi nombre porque nadie me vio. No me lloraron como a los otros, ni enterraron como a los demás. .. Pero tú, con tu carita tan pintada y tus uñas tan blancas y tus ojos dormidos, irás en hombros de quién sabe quién hacia el lugar de siempre. Allí dirás que perdiste tus sueños sin alcanzar la divina perfección. Mentirás cuando digas que tomaste de las aguas del olvido y trates de evadirme como si jamás me hubieras conocido. Tendrás que irte con tus sueños a otras noches porque la sombra te persigue en los espantos. Te recuerdo corriendo con el pelo suelto por la orilla de la playa o sobre las hojas secas de la hacienda. Tu padre, un extraño hombre que huía de la autoridad por sus actos de guerrilla. Eso decían. Pero es que corrías como si huyeras de mi. Sobre las sombras de la tarde nos arrullamos bajo los gritos de pájaros y te entregaste a mis sueños hasta que el sol despertara. ¡Corre!, ¡corre que te llaman ahora desde otro lugar!. Es el negro Burguillos. Te busca y yo te oculto sobre las hojas de la palma muerta. Cernida sobre las ramas secas, la calurosa mañana se acercaba aprovechando el sopor de la sequía. Ahora se ofrecía con sus alas abiertas levantando los restos de secas heces en el polvo de los patios. Él aparece y se introduce en la hamaca. Burguillos continuaba la historia. Como por arte de magia, y sigilosamente, comienzan las torturas con alfileres de hastío. Linares sonreía y disfrutaba cada dolor ajeno como si fueran propios. Ya no lastimaban las purulentas heridas rodeadas de moscas. Se introducía en el sueño para recuperar las fuerzas perdidas. Hablaba para sí lentamente, llovizna de pesadillas sobre su techo de zinc. Augusto se escapó con los espectros de su alma para redimir los espantos de las sombras por el crimen cometido. Te asomas a las calles y corres. Quieres escapar por las grietas del invierno. Una angustia entreteje tus heridas. A lo lejos, un jinete cabalga sobre tus infortunios y una sombra de muerte te persigue en la sabana. Deseas sembrar esperanzas para comenzar de nuevo y recuerdas al héroe que murió en el camino. Ahora, sientes un olor a pólvora y a sangre. Son tus cruentas heridas que vacían sus olores a la noche. Te detienes en la historia de otros tiempos. Te sientes perdido y las horas se esfuman con la brisa para detener tu memoria en el camino. Una sombra te persigue. Se levanta el dedo inquisidor. Se reclama por el crimen perpetrado. Pero te sientes feliz. Nadie lo sabe y tu angustia es más grande porque te sabes un desconocido...Morirás en la hamaca nuevamente. Como si jamás hubieses existido. Te irás en un viaje sin vueltas y con la herida callada y las moscas huirán entonces, como si no te hubiesen conocido. Ya no importan las balas ni promesas escritas porque el hielo del tiempo detendrá tu oración. Y tú seguirás allí con la cara de soldado herido, perdido en el ocaso de un tiempo fugaz. Y vendrás nuevamente, vestido de marino. Caminarás por el puerto como hombre perdido. Pero no podrán ya acariciar tus dedos los lechos de arena, los riscos, los peces, y tus ojos extraviados, se cegarán con el viento. Y de otros tiempos, sin presente ni pasado y olvidos, volverás a nacer. Como si jamás, hubieras existido.

Cumaná, 1994

GRAZNIDO




Devolví los pasos transitados alguna vez por silentes aguas donde la huella del tiempo dejó de doler. Releí una y mil veces la historia escrita un día. Un día de esos en que el alma reclama su expresión en la pluma. Escuché en el aire las notas aisladas y repetidas de una canción agresiva. Venía acompañada en el verbo un placer infinito lleno de angustia, deliciosos movimientos circulares que poblaban el espacio. No era aquello precisamente un himno ni una tonada. Simplemente, un canto de muerte o la invitación a compartir el alimento descubierto. Inminente peligro le acechaba. Se rebelaba entonces, camino al sacrificio. Estaba obsesionada por lanzarla para alumbrar la hoguera que amenazaba apagarse. En las manos, el manuscrito temblaba. Vocalización de alerta para sus congéneres. Venía un depredador. Volvía a leer. La noche se fue con un solo pensamiento. El fuego escapó. La leña arde ahora en grises que hipnotizan. Releo para distraer el encanto. Otro capítulo. Ahora aparece elevando el vuelo. Extraña ave de historias no acabadas. Intenta controlar el territorio invadido. Puedo adivinar, sin mirar siquiera, luces en una gran ciudad, perdida entre aparatos siderales que se ahogan y navegan, espacio desconocido, eterno e indescriptible. Nadie baja hasta la cima y una sombra informe con ojales de brillo que no apagan, camina hacia la tierra apenas húmeda. Recordé con nostalgia su desaparecida descendencia. Otra obsesión. Alguna vez lo escuché. Era un crepitar de olas desnudas sobre un mar sereno y plateado. Lo escuché en la complejidad segmentada del vastísimo universo, donde el angustiado lenguaje del predador engaña al enemigo. El canto mancillado hacía vibrar las delicadas cuerdas del espanto. Los fantasmas del tiempo reclamaban fuego. Latía graznido y latía tormento y latía el llamado a la danza acostumbrada. Cambió la dirección del sol y cambió la danza. Aparecía ahora con maniobras circulares. Samadhí no estaba ahí para intentarlo de nuevo. Ahora, en vuelo vertical zigzagueante, se debatía entre la luz solar y la muerte. Se hizo noche imposible perdido en la oscuridad de sus ojos. No percibí el paso del tiempo ni la soledad del espacio. El nuevo rostro irradiaba miedo. Desde las alturas, un viento repentino se apoderó de las hojas muertas. Transcribía sigilosamente. Ahora, comenzaría a leer de nuevo otro sueño. Un sueño de biófagos. Cuando tiré los papeles con la yesca, fuego y dolor regresaron, jugaron a uno solo y se avivó la danza vertical hacia el ocaso.