domingo, 17 de febrero de 2008

EL TRIUNFO DE LA RAZÓN TECNOCRÁTICA

Por: Juan Wolfgang Cruz Rivero
Departamento de Humanidades | ITESM Campus Estado de México

Este texto es parte del libro Modernidad e Industria de la Cultura. La exterminación del individuo en el mundo administrado. Coeditado por el ITESM-CEM y Plaza y Valdés Editores. 1999

En el Capítulo 1 desarrollamos la problematización de la idea de cultura propuesta por la Escuela de Frankfurt; en ella advertíamos del sentido dialéctico que le atribuyen, de cómo explican su génesis por su conexión con los procesos histórico-sociales, el énfasis que hacen de su componente de crítica del orden real, y, finalmente, de cómo este potencial de negatividad tiende a perderse en el momento que la cultura comienza a ser producida según la lógica del mercado capitalista. De los distintos rostros que tiene la cultura a los filósofos de Frankfurt les interesaba defender, fundamentalmente, el de la estética por cuanto -de acuerdo con la expresión de Stendhal- significa une promesse de bonheur ; empero, esa promesa es deshecha por la industria de la cultura en el momento que engaña a los individuos sobre su verdadera condición, esto es -nos dicen Adorno, Horkheimer. Marcuse y Benjamin: tener una experiencia de vida fragmentada.

En los Capítulos II y III ampliamos esta proposición mostrando los mecanismos internos que se desencadenan -tanto a nivel psíquico como de encubrimiento del orden políticosocial a través de requerimientos ideológicos-, y también emprendimos una aproximación al análisis del objeto cultural masificado proponiendo que para ello es imprescindible adentrarse en el interior de éste, pues sólo por esa vía es posible liberar al producto de la impronta que le ha sido impuesta por la lógica capitalista; cuando eso ocurre violenta la naturaleza de esos objetos e impide que cumplan su propio desarrollo.

En esta parte final del ensayo intentaré argumentar sobre la siguiente base: la crítica frankfurtense a la industria cultural como embaucamiento de las masas adquiere su cabal comprensión cuando queda referida a la tendencia de la sociedad moderna que se encamina a la integración y a la uniformalización de las consciencias bajo una égida positivista, por lo que, nos proponen los teóricos de Frankfurt, urge la reflexión que recupere los fundamentos que dan origen al mundo actual; esto es: enfrentar, por un lado, las promesas enmarcadas en el proyecto de la modernidad, y, por el otro, las condiciones vigentes de la existencia humano social contemporánea, presunta portadora y realizadora de los ideales genéricos del mundo moderno.

Se trata, pues, en este capítulo de mostrar cómo la crítica de los filósofos de Frankfurt nace de la necesidad de confrontar el efecto antidemitificador (Adorno, 1967: 20) de la cultura elaborada según la lógica del mercado, con la propuesta de la modernidad de emancipar a los individuos. Por ello, sus estudios apuntan a advertir sobre el carácter regresivo de la cultura de masas al obstaculizar y anular el núcleo vital del proyecto de la modernidad: la liberación del individuo de toda opresión material -esto es: trabajo enajenado- y espiritual -es decir: consciencia enajenada. Empero, como nos advierten los de Frankfurt, esta doble sujeción se problematiza al momento de enraizarse en la complexión psíquica de los individuos. Y es, principalmente, la segunda la que les interesa subrayar, pues a través de ella se refuerza el dominio social de modo más eficaz en la medida que, en tanto condición subjetiva, detiene la transformación de las relaciones de producción; es decir: con la difusión y el consumo de bienes culturales industrializados se configura la edificación de una fábrica de modos culturales que mediarán la intersubjetividad volviendo una trágica ironía el atributo de los mass media como medios de comunicación. ¿Qué podrían comunicarse dos sujetos cuyo lenguaje -reflexivo, afectivo, visual, etc.- ha sido refuncionalizado y administrado por la industria cultural? Al respecto, concuerdo con Adorno cuando escribe:

Si nadie, verdaderamente, es capaz de hablar, entonces nadie puede ya, con toda certeza, escuchar (Adorno, 1966: 19).

La industria cultural, al confeccionar la intersubjetividad, controla el discurso, es decir: cancela la premisa de una sociedad democrática: la comunicación de las diferencias. En la tendencia de la totalidad social contemporánea a recaer en la barbarie , el mundo administrado encuentra una fuerza de apoyo en la industria cultural.

Este apartado se desarrolla bajo los siguiente tópicos, mismos que propongo como ejes de una reflexión y análisis que apunta a reintegrar lo tratado en este escrito: las metas de la Ilustración, tomando como figura intelectual modelo a Kant; la conversión del Iluminismo en mito al reducirse a mera razón instrumental; el programa de la modernidad estética que opone el rescate de la imaginación (subjetividad) al acoso de los sistemas de la razón tecnificada; la génesis de la industria cultural que el asimilar el objeto estético castra su potencial crítico revistiéndole una función afirmativa del mundo administrado.

No está de más recordar lo señalado al inicio de este trabajo en relación a los alcances y limitaciones de este último apartado: su carácter inacabado, pues se limita a esbozar y trazar los puntos nodales de una discusión que por su vigencia no ha sido agotada.

La clave para la lectura de este capítulo debe ser desde la consideración de que aquí se intenta reconstruir la crítica frankfurtiana a la industria de la cultura desde el enfoque que, en mi opinión, es el núcleo de ésta: la industria de la cultura se convierte en el principal obstáculo para el cumplimiento de las promesas de la modernidad; y. aunado a esto, al controlar el discurso prepara el camino para la restauración de sociedades de tipo autoritario, y con ello se significa como un hundimiento en la barbarie.

Una Aproximación al Problema sobre la Génesis del Programa de la Modernidad

Luego del fracaso de las cruzadas como un intento del orden teológico-feudal para reforzar y extender su poderío comienzan a resquebrajarse los cimientos que le dieron legitimidad emergiendo la tendencia a su reemplazamiento por nuevas fuerzas sociales. Junto con el auge del mercantilismo aparecen diversas expresiones artísticas, culturales y tecnológicas que vendrían a anunciar la transformación no sólo material de la sociedad feudad, sino, primordialmente, la visión y justificación del mundo. Así, por ejemplo, el movimiento renacentista demandó la revalorización y exaltación del cuerpo humano como algo bello, compartiendo ahora con las figuras religiosas el rasgo de motivo estético (Romano R., 1971).

La importancia de La Divina Comedia reside en ser un texto pionero en la postulación de síntesis del mundo pagano y el credo cristiano, Dante prefire, no la compañía de un santo, sino, ser guiado por Virgilio, poeta pagano, en su recorrido por el infierno y el purgatorio. Además, su obra es tomada como modelo para los autores renacentistas (Miguel Angel); el redescubrimiento de los textos clásicos griegos y su filosofía implícita contradice a la escolástica medieval al aspirar a entronizar al ser humano como centro de la vida. En Antígona, tragedia de Sófocles, se afirma:

Muchas cosas hay que impresionan pero ninguna tanto como el hombre.

En estas manifestaciones culturales se asoman los gérmenes de la modernidad: el ideal de la libertad humana, la proposición de otorgar autonomía a la razón desapartándola del fanatismo religioso (Erasmo de Roterdam) y, por ende, enriquecer la interpretación de la vida humano social.

La reforma protestante hace otra parte cuando postula, contra el monopolio de la iglesia romana la idea de individualidad. Según Max Weber, en La Ëtica del Protestantismo y el Espíritu del Capitalismo , la valoración del sujeto creyente como individuo corresponde (justifica) a la aparición del sujeto burgués como libre productor.

La revolución copérnica vino a apresurar el desplome de los sistemas religiosos -fuente de legitimación de la coacción eclesiástica y feudal-, y trastocaría radicalmente la visión del mundo. A partir de entonces la ciencia es tomada como modelo para el razonamiento. Kant traduce filosóficamente el descubrimiento de Copérnico: Dios es sustituído por el individuo como centro de la historia, ahora la medida de todas las cosas será el hombre (Cfr. Lukács, 1973: 121 y sucesivas.).

Las innovaciones que anuncian a la modernidad son múltiples y concatenadas. En el terreno de la filosofía con Descartes al introducir el principio epistemológico fundametal de la modernidad: la duda. La modernidad, pues, inicia tras el cogito cartesiano. La verdad absoluta defendida y monopolizada por los dogmas religiosos comienza a ser cuestionada: el conocimiento dejará de ser como revelación para entenderlo ahora como conquistado por la experiencia.

La crítica a las concepciones religiosas o míticas de la realidad plantean la necesidad de construir instrumentos que permitan lograr un conocimiento verdadero de las cosas; es decir, desarrollar un método de conocimiento compuesto por elementos tales como: la experimentación y la comprobación. La introducción de la duda como principio gnoseológico y la inclusión de enfoques empiristas (Hobbes) trajo consigo una revolución en el campo del saber al postular una nueva noción de praxis (Cfr. Lenk, 1979: 9-23) como una relación práctica entre sujeto y objeto, dando así al traste con aquella visión de conocimiento que intentaba fundarse en la mera contemplación-reflejo. Dicho de otra manera: hay una revalorización del sujeto en el sentido de ser el único capaz de producir conocimientos, y para que estos fueran válidos requieren asentarse en un método científico (experimentar y comprobar).

Resumiendo lo anterior tenemos que, el conjunto de revoluciones que comienzan sucederse en torno a la chispa que encendió el movimiento renacentista parecen perfilar la propuesta filosófico-científica-artística-religiosa acerca del ser individual y del tipo de sociedad que habría de requerir. Podríamos leer este hecho como la prefiguración histórico-sociológica de la génesis del individuo burgués. Pasemos a ampliar esta última idea.

El Carácter Filosófico-Político de la Ilustración

La modernidad tiene un momento clave durante el siglo XVIII, pues con la Ilustración comienza adquirir consciencia de sí misma alcanzando mayor claridad en la formulación de sus metas.

Empero, cabe aclarar, es necesario distinguir -por sus repercusiones históricas y culturales- entre dos nociones de la Ilustración: en Francia, el Siglo de la Luces, se desenvuelve como movimiento político-social cuya principal tarea consistía en destruir la forma de gobierno monárquico para instaurar una república; en Alemania, en cambio, la Ilustración (Aufklärung ) se concibe como movimiento filosófico teniendo en Kant a su exponente más lúcido. Para el pensador de Könisberg la idea de sujeto es capital en la Aufklärung (Kant, 1981: 25 y sucesivas): más que simple ente económico se define por su carácter epistemológico, esto es: como sujeto que asume la Ilustración en tanto trabajo intelectual y vital que arrebata a los hombres el temor hasta a elevar al ser humano a ejemplar dominante en la relación con la naturaleza.

Kant recoge la distinción de Platón entre episteme y doxa ; esta última tiene que ver con el mundo de las opiniones; en cambio, la primera expresa el verdadero conocimiento: el pensar por sí mismo . De acuerdo con Kant la Ilustración, como movimiento vital e intelectual, es una acto de valentía por cuanto significa el pensar por sí mismo para salir de la minoría de edad. La Ilustración en pugna contra los mitos pretende suplir los prejuicios por conocimiento científico. La Ilustración proclama la era de la madurez humana, aquella, que en analogía al caminar erecto, consiste en valerse de la propio razón sin la guía de otro; es decir: quien viva en el mito, sentencia Kant, vive en la minoría de edad al no atreverse a sostenerse intelectualmente por sí mismo buscando el socorro del tutelaje. La pusilanimidad y la haraganería son la causa de la incapacidad de los hombres para servirse de su propio razón, y a su inmadurez sigue el otro que se erige en tutor intelectual. El proyecto ilustrado requiere de decisión y valor para abolir la creencia como forma de vida: quien crea, quien tenga fe, se somete.

La emancipación que consigue el sujeto ilustrado se efectiviza con la soberanía del individuo quien habrá de determinar sus conveniencias mediante el uso público de su razón (Kant, 1981: 28). El ideal último de la Ilustración es la edificación de una sociedad democrática conformada por un conjunto de sujetos ilustrados, quienes expondrán públicamente su razón en un ámbito de libertad pública, es decir, en la constitución de una sociedad civil. La Ilustración marcaría el inicio de una marcha hacia paz perpetua haciendo de la razón su punta de lanza (Cfr. Aguilar, L., 1988: 25 y sigs.).

La Ilustración, pues, se erige en expresión teórico-filosófica de la modernidad oponiendo siempre la razón a la superchería. La razón sería expuesta en público mostrando su validez en el rigor de sus argumentos, desarmando al contrincante con la fuerza argumentativa de estos; leamos esta cita de Horkheimer que hace Martin Jay:

Si por Ilustración y progreso intelectual entendemos la liberación del hombre de la creencia superticiosa en las fuerzas del mal, en hadas y demonios, en el ciego destino -en suma, la emancipación del temor-, luego la denuncia de lo que habitualmente se llama razón es el mayor servicio que se pueda prestar (Jay, 1974: 409).

Esta formación de un ámbito público de discusión encuentra sus raíces en la génesis de la sociedad burguesa que muestra en su postulado de libertad de pensamiento y expresión un momento progresivo.

La historia del concepto de opinión pública está ligada al desarrollo de las relaciones de producción capitalista cumpliendo un papel politico: en la libertad reclamada para la producción y el mercado es exigida correspondientemente la libertad de pensamiento. Ambas demandas se enfrentan al orden económico-político feudal. Se pretende la conformación de una opinión pública que, en tanto voz de la sociedad, reclame la participación en los asuntos (públicos) que le incumben. La opinión pública se formaría con las ideas lanzadas por sujetos ilustrados viendo en ella el instrumento que influye en la dirección de la sociedad.

Se trataba, en suma, de influir en la política y el medio para logararlo era la publicidad (Cfr. Habermas, 1981: 135 y sigs); la apuesta kantiana por ésta se vería reforzada por ya existir en su tiempo un público racional interesado en hacer oir sus opiniones por el aparato político (todo lo cual se enraizaría con el movimiento ilustrado). "Kant entiende la publicidad", nos dice Habermas, "como método de la ilustración".

Kant postula que la Ilustración tiene como principio el ejercicio público de la razón a diferencia de su uso privado pues éste no alcanza resonancia pública. Sería, pues, tarea de todo ciudadano hacer publicidad, dirigirse al mundo.

El mundo, interpreta Habermas a Kant, "Se construye en la comunicación de seres racionales"; el público se forma por ciudadanos quienes mediante la exposición pública de su razón se convierten en promeotores de una voluntad política de la que emana una sistema jurídico reconocido para ejercer la organización legal de su sociedad en donde aquel expresa los intereses del pueblo al reglamentar asuntos comunes. Pero, enfatiza Kant, la publicidad sólo podrá realizarse en un espacio de libertad de expresión; a través de la publicidad los individuos discuten y elaboran el marco legal de sus actividades edificando con base en leyes de derecho un nuevo orden de dominio que sustituye a la ley natural-divina implementada por la iglesia y los monarcas.

No entraremos aquí a analizar la evolución del tema realizado por Hegel o Marx -quien demostró las limitaciones ideológicas de las propuestas de Kant-, sino que nos centramos únicamente a rescatar del planteamento de Kant otra noción de praxis -en tanto ejercicio antropogenético- que sobrevivía subterraneamente en la historia de la civilización cristiana y señalaba un aspecto progresivo del movimiento ilustrado: la comunicación.

El lenguaje es una actividad constitutiva de lo humano-social; sin embargo, de acuerdo a la teoría crítica la creciente socialización de la vida tendía a eliminar la frontera entre lo público y privado, lo general y lo particular, lo objetivo y lo subjetivo, liquidando con ello la premisa de un pensamiento crítico; los espacios de resistencia -como la familia, el individuo, el amor, etc.- estaban siendo tragados por una racionalidad económica que inundaba todos los terrenos de la experiencia humana. La tendencia hacia la indistinción entre esos polos tiene un aliado en la industria cultural:

Cuánto más sólidas se tornan las posiciones de la industria cultural, tanto más brutalmente pueden obrar con las necesidades del consumidor, producirlas, guiarlas, disciplinarlas, suprimir incluso la diversión: para el progreso cultural no existe aquí ningún límite (Adorno y Horkheimer, 1969: 173).

La explicación a los problemas inaugurados habría de buscarla en una revisión dialéctica de la modernidad, en su concepto motriz: la razón.

Mito e Iluminismo

Una idea central que anima la crítica frankfurtense es la concepción del iluminismo como mito luego de percibir en la realidad político-social contemporánea los síntomas de una recaída en la barbarie . Tales meditaciones quedaron registradas en el escrito Dialéctica del Iluminismo, que redactaron en forma común Max Horkheimer y Theodor Adorno con un sello lapidario, pues el periodo en que fueron escritas (1942-1944) parecía inminente la victoria nazi:

En la actualidad ya no hay más cambios. Un cambio es siempre hacia lo mejor. Pero cuando, en tiempos como éstos, la angustia ha llegado al colmo, el cielo se abre y vomita su fuego sobre los ya perdidos (Adorno y Horkheimer, 1969: 261).

El camino hacia el progreso sería iluminado por la razón emprendiendo el desencanto del mundo: las supersticiones y las creencias míticas habrían de ser desterradas por medio de una razón que mostraría en la des-ilusión del mundo las probabilidades de su control y dominio. La razón desmitificadora organizará los elementos del espacio social-natural de acuerdo a un fin: la autopreservación .

Este objetivo -adscrito a la fe en el progreso técnico- será cuestionado por los filósofos de Frankfurt tomando como punto de partida para su reflexión el texto de La Odisea con la intención de hacer legible la tradición del Yo occidental, pues hallan en Odiseo "el prototipo del mismo individuo burgués". Las siguientes líneas pretenden esbozar la argumentación de Adorno y Horkheimer acerca de la carga mítica que envuelve a la razón iluminista.

El carácter épico de la trama homérica representa el constituirse de un pueblo, o mejor dicho una civilización, a través de triunfos y derrotas, con héroes y actos de heroísmo. En el mito se da como una expresión que busca la cohesión social y la anulación del tiempo real creando un tiempo ficticio, esto es, el tiempo de lo siempre igual. Los trabajos de Ulises describen el tránsito de un estado animal a la civilización en donde el pago consiste en la renuncia y el sacrificio de los impulsos primarios bajo la idea rectora de la autoconservación: Odiseo es atado al mástil y con cera en sus oídos lucha por no des-hacerse en el canto; rehuye a la seducción del placer inmediato. El temor y la incertidumbre serán sustituídos por la seguridad de que dota una visión mítica de la vida humana contenida en la imagen de destino: regresar a Itaca para salvar el honor de Odiseo . Por esta razón el mito es impartido como religión impuesta por sacerdotes para responder a los enigmas del tiempo y el espacio eternizando el presente: al caos responde el mito (razón ordenadora) informando sobre el origen (historia), intentando explicar y representar la realidad en el quehacer intelectual (doctrina, teoría, dogmas, etc.):

El mito quería contar, nombrar, manifestar el origen: y por lo tanto tambiíen exponer, fijar, explicar. Esta tendencia se vio reforzada por el experimento y la recopilación de los mitos que se convirtieron en seguida, de narraciones de cosas acaecidas, en doctrina. Todo ritual implica una concepción del acontecer, así como del proceso específico que debe ser influido por el encantamiento (Adorno y Horkheimer, 1969: 20).

Ulises en la conquista de territorios se apropia (conquista) su identidad: Odiseo propietario dominará en la realidad, pretendiendo mantener su orden de dominio; es decir, "el dominio en la esfera del concepto se levanta sobre la base del dominio real" (Ibid: 27). La ecuación realidad igual a conocimiento apologiza el dominio haciendo del principio de identidad el principio mítico per se.

Cuando el iluminismo busca servir a la realidad desencantada y repite con ello la idolatría del mito de su mundo encantado; ambos se desenvuelven bajo la angustia de lograr la supervivencia.

Adorno y Horkheimer emprenden una revisión crítica de la ilustración extrayendo de su concepto de ciencia la noción del Yo occidental, es decir, centran su atención en "el alma de la tabla de categorías" del saber occidental: la razón. Sin embargo, se enfrentaron a un dilema: ¿desde dónde ejercer esa crítica si el objetivo era el saber iluminista que había recaído en la barbarie ?. Paso a explicar.

La Ilustración europea se erigió en el tribunal crítico que desenmascaría mitos y despoblaría el mundo de hadas y fantasmas para librar a los hombres de sus temores. Su impulso crítico es heredado por Marx quien encontraría (adjudicaría) en el proletariado al sujeto portador de los ideales de la Ilustración radicalizada. La crítica de Marx se sostenía en la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción capitalista apostando a las primeras como fuerza progresista de una suerte de historia natural. Empero, el desarrollo de la sociedad capitalista en el siglo XX (ascenso del nazifascismo, dictadura stalinista) reveló el carácter des-acertado de la prognosis marxista al producirse una extraña combinación entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción evidenciada con la participación de aquéllas en la industria militar.

Al desvanecerse el antagonismo en el que se basaba y apelaba el discurso marxista se extinguía la posibilidad de crítica según la concepción de la Historia como Progreso , pero no por ello Adorno y Horkheimer desechan la intención primordial de la investigación de Marx: la crítica de la ideología. Se trataba, pues, de aplicar a la Ilustración la crítica que ella practicó sobre las versiones mitificadoras del mundo. La crítica de la ideología ejecutada por los filósofos de Frankfurt retiene de la crítica clásica de la ideología marxista una intención original: descubrir los intereses de todas las expresiones culturales indagando al interior de ellas los postulados que propone: liberación o esclavitud.

Para ambos autores -imbuídos por el espíritu de la modernidad- la sospecha de ideología es total, para sin alterar con ello la direción que animó los ideales de la burguesía retomados y radicalizados por Marx: la emancipación.

La crítica de Adorno y Horkheimer se convierte en total en el momento mismo en que se lanzan contra un concepto clave: el concepto de razón y su historia en Occidente; esto es: " la historia del pensamiento como órgano de dominio" (Ibid: 143).

En el mundo moderno, señalan Adorno y Horkheimer, la razón se hunde en una grave aporía: por un lado, la razón pretende ser el poder político y social, y, a la vez, la pretensión de validez racional no manchada de poder, por el otro. De esta dicotomía se derivaría el término de razón instrumental.

La razón instrumental designa un entendimiento calculador y que ha usurpado el lugar de la verdadera razón; ésta última referida como entidad que comprende a todos los seres humanos y no se guía por fines. En cambio, la razón instrumental se postula en el mundo moderno como Logos, es decir: la razón pasa a significar razón con acuerdo a fines (según la expresión weberiana) borrando así las fronteras entre la pretensión de validez y la autopreservación:

La autoconservación es el principio constitutivo de la ciencia... el iluminismo es la filosofía que identifica la verdad con el sistema científico...(Ibid: 106-108).

La razón instrumental expresada en la ecuación acción racional con acuerdo a fines invade el lugar de la verdadera razón, es decir, la razón histórica, y que, en original sentido de Logos formula enunciados que son verdad o mentira y sirven para conocer la realidad pero no para someterla a fines pues ello implica definir razón como poder; pues de esa forma, los fines al someter al Logos lo circunscriben a la lógica de la dominación. Esta razón instrumental cancela la línea divisoria entre la pretensión de validez de la razón en universalidad y la autoconservación. Esta razón se inspira en un modelo teleológico, en donde, por consiguiente, " lo que no se adapta al criterio del cálculo y la utilidad es, a los ojos del iluminismo, sospechoso".

(La razón) desempeña un papel de utensilio universal para la fabricación de todos los demás, rígidamente adaptada a su fin (del aparato económico), funesto como el obrar exactamente calculado en la producción material, cuyo resultado para los hombres se sustrae a todo cálculo. Se ha cumplido finalmente su vieja ambición de ser el puro órgano de los fines. La exclusividad de las leyes lógicas deriva de esa univocidad de la función, en última instancia del carácter coactivo de la autoconservación, que concluye siempre de nuevo en la elección entre la supervivencia y ruina, reflejada aún en el principio de que de dos proposiciones contradictorias solo una es verdadera y la otra es falsa (Ibid: 46).

La modernidad - que nace después del renacimiento - se basaba en la distinción existente entre poder político social y pretensión de validez de verdad para, de ese modo, superar y destruir la cosmovisión mítica; empero, la razón en la sociedad moderna es absorbida y devorada por la noción de poder como fin perdiendo su fuerza crítica. De postular " el conocimiento como denuncia de la ilusión" pasó a decretar al "poder y conocer como sinónimos" (Ibid: 17).

Con el triunfo de la razón instrumental, como saber absoluto, se repite la ceguera de toda mitología que condena la vida humana, antes que a la felicidad, a la autopreservación pues "el deseo no debe ser el padre del pensamiento", en otras palabras, interpretan Adorno y Horkheimer: "La estéril felicidad de conocer es lasciva tanto para Bacon como para Lutero. Lo que importa no es la satisfacción que los hombres llaman verdad sino la operation , el procedimiento eficaz..."(Ibid: 17).

A la perversión de la razón como mera reafirmación de lo real siguió la formula verdad es igual a realidad , y ésta se cubre con la apariencia de ab aeterno : se des-conoce el carácter histórico de los procesos humano-sociales:

La formalización de la razón no es más que la expresión del modo mecánico de producción (Ibid: 128).

La crítica inmanente de la razón es una critica de la razón histórica: es la explicación de por qué la historia del capitalismo llegó a tomar el rostro de una historia natural y que prometía un mundo mejor fincado exclusivamente en el progreso técnico mediante una razón omniabarcadora. Sin embargo, después del desplome de los grandes sistemas filosófico-científicos -que al pretender explicar la vida la redujeron a mero dato-cosa, y se mostraron incapaces de lograrlo- había que, proponen los filósofos de Frankfurt, revisar y reconstruir los momentos positivos genéricos de la modernidad, deformados o sepultados por el discurso real del mundo moderno:

El extrañamiento de los hombres respecto de los objetos dominados no es el único precio que se paga por el dominio; con la reificación del espíritu han sido adulteradas también las relaciones internas entre los hombres, incluso las de cada cual consigo mismo. El individuo se reduce a un nudo o entrecruzamiento de reacciones y comportamientos convencionales que se esperan prácticamente de él. El animismo había vivificado las cosas; el industrialismo reifica las almas. Aún antes de la planificación total, el apartado económico adjudica automáticamente a las mercancías valores que deciden el comportamiento de los hombres. A través de las inumerables agencias de la producción de masas y de su cultura, se inculcan al individuo los estilos obligados de conducta, presentándolos como los únicos naturales, decorosos y razonables. El individuo queda cada vez más determinado como cosa, como elemento estadístico, como success or failure Su criterio es la autoconservación, el adecuamiento logrado o no a la objetividad de su función y a los módulos que le han sido fijados (Ibid: 43-44).



Razón Teleológica e Imaginación

La salida a lo que parecía de antemano condenado al fracaso -el ejercicio de la crítica-luego de la vuelta al mito con el iluminismo, la encuentran Adorno y Horkheimer en las reflexiones de Nietzsche, quien habría de llevar su crítica hasta extremos insospechados revelándose como un pensador verdaderamente radical.

La crítica de Nietzsche a la razón instrumental es un proyecto que aspira a liberar a la razón de las presiones dolorosas de la lógica de la autopreservación; el proyecto nietzscheano trataba de enunciar la restauración del hombre en un ámbito de libertad, es decir, lo que el hombre tendrá que ser en libertad . Para ello habría que desplegar una facultad que debería ejercitar y anticipar: la imaginación, en tanto capacidad que traza y proyecta las potencialidades de todo ser humano.

Nietzsche se aparta de toda filosofía tradicional al proponer otra noción de logos fundada no en la imitación de lo real sino en el reconocimiento de la subjetividad, pues, como señalan Adorno y Horkheimer:

La unificación de la función intelectual, por la que se cumple el dominio sobre los sentidos, la reducción del pensamiento a la producción de uniformidad, implica el empobrecimiento tanto del pensamiento como de la experiencia; la separación de los dos campos deja a ambos humillados y disminuídos (Ibid: 52).

La filosofía de Nietzsche se dirige contra los ídolos que someten a los hombres y pervierten su voluntad de vida. Aceptar el logos como dominación es la negación de la vida. Vale recordar a un poeta emparentado espiritualmente con Nietzsche, Pessoa, quien escribió:

No quiero la verdad/ sólo quiero la vida.

La imaginación se despliega y se realiza mediante la voluntad de vida, pues ésta libera y porta el placer; empero, ella es prisionera de sí misma al estar atrapada en la celda del tiempo, esto es: el pasado.

El pasado a que se refiere Nietzsche es el pasado del tiempo judeocristiano que, al edificar un tiempo lineal (pasado-presente-futuro: de la Caída al Juicio Final), a gangrenado todos los tiempos al ser infectados por el pasado. El tiempo pasado lanza una moral que al triunfar restringe y pervierte los instintos de la vida.

La moral cristiana se funda en la idea de la mala conciencia -el arrepentimiento y el sentimiento de culpa- , y es asociada con la idea de pecado -cometer una falta a Dios; y las ideas de rebelión u hostilidad contra el amo, contra el padre o ancestro original quedan atravesadas por la misma lógica moral-religiosa e impuestas como pecado a través de generaciones (Cfr. Marcuse, 1981: 131 y sigs.). Las ideas y convicciones de represión y privación quedaron justificadas; los postulados de la moral judeo-critiana se convirtieron en fuerzas todo poderosas que definen y determinan la existencia humana. Ideas históricas que el amo (padre-Dios-estado) convirtieron en esencias eternas, hipostasiadas.

Conforme fue creciendo la utilización social de aquellas ideas la noción de porvenir religioso -la salvación- , paso a la noción de progreso en el siglo XVIII y XIX como necesidad de una represión progresiva. La razón fue su instrumento para la funcionalización social de éstas ideas: los valores religiosos o secularizados se transforman en sedimento que nutre mortalmente, diría Nietzsche, a las sociedades de Occidente.

La tarea de la reflexión de Nietzsche -revelar las raíces históricas de estas transformaciones de los sistemas morales- es uno de los proyectos más formidables de la modernidad por sospechar de todo; es una crítica de la ideología total. Pese a toda la Ilustración y secularización el aguijón del cristianismo sigue estando presente cuando el círculo cerrado del arrepentimiento y la venganza marca la psicología moral de Occidente: la existencia maldita de este círculo -basado en el pasado que frena la liberación- se levanta sobre la creencia de que esta vida no es la verdaderra, sino que ésta no es más que un Valle de Lágrimas . La traducción secularizada pasa a la fe en el Progreso conquistable con trabajo y sacrificios.

Por consiguiente, la forma tradicional de la razón instrumental es rechazada por Nietzsche sobre la base de la vida no como un medio para lograr la Salvación-Progreso, sino como un fin-en-sí-mismo . Contra el logos de dominio -fundado en el apelar a un poder divino(Cfr. Ibid: 140)- romper la tiranía del tiempo lineal, acabar con la obsesión de conquistar a la naturaleza para construir un mundo genuinamente humano.

En la crítica nietzscheana hallan los teóricos de Frankfurt los elementos para un cuestionamiento radical de la razón como Logos instrumental que revelaría que no es únicamente un sistema económico lo generador de la represión, sino, más bien, se trata de las bases mismas de la Civilización Occidental; por ende, lo que habría de criticar es el concepto de civilización como historia progresiva.

La crítica de Nietzsche -señaló Marcuse en su obra Eros y Civilización (Cfr. 118-137)- se diferencia de toda psicología social al enunciar un principio de realidad antagónico al de la Civilización Occidental: la forma tradicional de la razón -su reducción a instrumento- es rechazada por Nietzsche sobre la concepción de la vida como un fin-en-sí-mismo, como gozo y placer.

La creación de la vida emerge de la subjetividad que toma a la imaginación como el impulso vital encaminado a la libertad. Se trata, pues, de configurar un Yo cuyo fin sea la vida antes que la autoconservación. La formulación de este otro principio de realidad postula otra noción de razón desvinculada de su encerramiento como poder instrumental: la razón imaginativa hará vivir la vida mediante una voluntad liberada.

Sin embargo, la postulación de saber científico-instrumental como único saber desconoce a la vida misma, por lo que los ideales de la humanidad tienen que buscar refugio antes de ser tragados y aniquilados: contra las fuerzas de la objetividad a las que se supedita el saber instrumental, rescatar la subjetividad; contra el sometimiento del pensar a la realidad, contra la apologización de la ciencia en tanto intelecto "sin consciencia de sí", defender el pensar teórico, pues

Así como la prohibición ha abierto siempre el camino al producto más nocivo, del mismo modo la prohibición de la imaginación teórica abre el camino a la locura política (Adorno y Horkheimer, 1969: 9).

De aquí parte la justificación que dan los teóricos de Frankfurt a su reflexión inspirada en un modelo de reflexión dialéctica: no detener el pensamiento en la simple copia de lo real, sino buscar en su interior las posibilidades hacia su progresión, en sentido emancipatorio. Pensar lo diferente mantiene vivo el pensamiento. Pero, como hemos intentado mostrar, no sólo hay esta posibilidad crítica en la teoría sino, también, como quería Nietzsche, en la subjetividad que encarna en la dimensión estética.

La Persistencia del Mito

El espacio de la creación estética se convirtió en asilo de los anhelos de una subjetividad no escuchada y si violentada por la realidad del progreso reificador. El arte se erige en una realidad imaginaria separada del mundo físico; su tarea en el mundo moderno -de la que la obra de Nietzsche fue precursora- partiría de lo opuesto a lo exigido por la moral judeo cristiana o su expresión secularizada en el progreso: la creación incesante de lo nuevo para quebrar el continuo del tiempo lineal, la tradición: cancelar lo antiguo, genuino propósito de la modernidad. La subjetividad buscará apartarse de la realidad y liberarse del saber científico, es decir, de la acción racional con acuerdo a fines.

El arte, pues, como eco de la subjetividad emprenderá la tarea del escándalo: contra lo normativo -la moral utilitaria- , la profanación; lo extraño antes que lo rutinario. El arte postulará la necesidad de una capacidad de asombro para evitar el hundimiento en el pantano de la monotonía y la experiencia mecanizada en que el mundo moderno transforma la vida.

Sin embargo, alrededor de la década de los treinta Walter Benjamin en su obra La Obra de Arte en la Época de su Reproducción Mecánica , planteaba que la modernidad había buscado refugio en el arte pero, junto con Adorno y Horkheimer denunciaría también, que ante la serialización de bienes culturales , la nueva situación llevaba a la necesidad de meditar quiénes eran los nuevos (re)productores y qué papel jugaban con respecto a los ideales de la Ilustración.

El espacio de la producción artística perdía su autonomía en el momento en que nuevos medios de producción hacían posible su re-producción: el aura de una obra de arte sería fracturada por su reproducción mecánica. Estos nuevos reproductores eran, en aquella época, el cine y la radio.

Para Adorno y Horkheimer la aparición de la radio a principios del siglo XX significaba un medio para la reproducción masiva de sentimientos, convicciones y convencimientos.

La industria cultural tiene la tendencia a transformarse en un conjunto de protocolos y justamente por ello en irrefutable profeta de lo existente (Adorno y Horkheimer, 1969: 9).

Pero su interés por los nuevos medios crece en la medida que observan su utilización para fines políticos con el objeto de engañar a las masas; en ninguna parte se corroboró tanto este principio como en el triunfo del nazifascismo. La influencia definitiva de la radio corporatizada -como elemento de Estado- dieron a los filósofos de Frankfurt la razón en el sentido de que la Ilustración degeneró en un embaucamiento para las masas.

Estos medios masivos reproductores de mercancías culturales nunca visibles, pero aprehensibles en el ánimo, en el impacto que ejercen, planteaba un nuevo problema a la Ilustración:

La atrofia de la imaginación y de la espontaneidad del consumidor cultural contemporáneo no tiene necesidad de ser manejada según mecanismos psicológicos. los productos mismos, a partir del más típico, el film sonoro, paralizan tales facultades mediante su misma constitución objetiva. Tales productos están hechos de forma tal que su percepción adecuada exige rapidez de intuición, dotes de observación, competencia específica, pero prohibe también la actividad mental del espectador, si este no quiere perder los hechos que le pasan rápidamente delante (Adorno y Horkheimer, 1969: 177).

Toda la ilustración necesitaba erradicar el mundo de figuras míticas y cualidades substanciales en la naturaleza para posibilitar su transformación en materia prima de operaciones matemáticas: cálculo, previsión y medición. El mundo al que se aspiraba -el mundo empírico- no admitía su encantamiento. Sin embargo, una vez desmitificados los fantasmas que habitan y actuaban en él, estos conformaron una realidad separada o ideal aparte del mundo empírico: el mundo moderno vive bajo un enigma que ha creado dos realidades: la del mundo mítico que sobrevive obstinadamente y la del mundo de los facts ; el primero ya no será el de la religión tradicional, sino el del arte o de la cultura. El proyecto del neopositivismo de desterrar a los fantasmas ha fracasado, pues estos persisten como ideologías (falsa consciencia):

La vieja esperanza del espectador cinematográfico...se ha convertido en el criterio de la producción. Cuanto más completa e integral sea la duplicación de los objetos empíricos por parte de las técnicas cinematográficas, tanto más fácil resulta hacer creer que el mundo exterior es la simple prolongación del que se presenta en el film (Ibid: 153).

Los nuevos mitos son tolerados por el dominio real y administrados por éste en forma de cultura prefabricada, industrializada. La realidad ideal comienza a ser producida industrialmente y administrada. La religión, que en la modernidad perdió toda fuerza de convocatoria, en el mundo capitalista industrializado, renace en la cultura industrializada en la medida en que se demandan y consumen bienes ideales para sintonizar con un mundo simbólico: la cultura se convierte en ilustración de segunda mano.

La nueva ideología tiene por objeto al mundo como tal. Adopta el culto del hecho, limitándose a elevar la mala realidad -mediante la representación más exacta posible- al reino de los hechos. Mediante esta trasposición, la realidad misma se convierte en sustituto del sentido y del derecho. Bello es todo lo que la cámara reproduce (Ibid: 153).

El sujeto ilustrado soñado por Kant -¡Sapere aude!- se ha vuelto un espejismo, pues ha endosado su sitio a otro sujeto al que ya no le interesa conocer sino, más bien, consumir. El proyecto de la modernidad -en su perspectiva intelectual: atrévete a saber sin la guía de otros- fracasa radicalmente frente a la industria cultural. La autonomía y la libertad de la clase revolucionaria que emergía en la historia -como la burguesía- queda en la época moderna atrapada bajo el yugo de la reproducción cultural: la industria cultural vende ilustración en la medida que se aceptan sus mitos: el pago consiste en la renuncia a la reflexión.

Divertirse significa estar de acuerdo (...) Divertirse significa siempre que no hay que pensar, que hay que olvidar el dolor incluso allí donde es mostrado. En la base de la diversión está la impotencia. Es en efecto fuga, pero no -como pretende- fuga de la realidad mala, sino fuga respecto al último pensamiento de resistencia que la realidad puede haber dejado aún. La liberación prometida por el amusement es la del pensamiento como negación (Ibid: 153).

La extinción de la ilustración significaba el "combate al enemigo ya derrotado, el sujeto pensante"; el Yo clásico postulado por la Ilustración muere en manos de la industria cultural; este Yo kantiano que se proponía salir de la minoría de edad dejando la tutela de los otros para pensar por sí mismo se ve enfrentado a un protectorado masivo de medios masivos reproductores de mercancías culturales que le obstaculizaban la crítica.

La industria cultural realiza el esquematismpo como el primer servicio para el cliente (...) Para el consumidor no hay nada por clasificar que no haya sido ya anticipado en el esquematismo de la producción (Ibid: 174).

La mercancía cultural presenta dos elementos nuevos y diferenciables frente a la mercancía clásica en la cual Marx basó su análisis en El Capital: su carácter indivisible y su consumo. Explico: el carácter indivisible le da a la mercancía cultural la capacidad de prodigarse, es decir, que fomenta "una cultura democrática que reparte sus privliigios entre todos" (Ibid: 151); y, por otro lado, la relación del Yo con aquella es libidinal, pues espera de su consumo una gratificación aprobada (administrada) por el principio de realidad. La industria cultural es la industria del esparcimiento sano en donde

...defrauda continuamente a sus consumidores respecto aquello que se les promete. El pagaré sobre el placer emitido por la acción y la presentación es prorrogado indefinidamente: la promesa a la que el espectáculo en realidad se reduce significa malignamente que no se llega jamás al quid , que el huésped debe contentarse con la lectura del menú (Ibid: 168).

La identificación del consumidor con la mercancía cultural es evidente desde antes de definirla: las voces anónimas del radio o el ojo universal de la cámara entrega al espectador o radio escucha la apariencia de ser ellos quienes ven y oyen en forma inmediata. Esto resulta, finalmente, en la desfiguración de los sentidos en la medida en que la racionalización de la sociedad capitalista avanza, el radioescucha y el espectador se ven cercados por esta industria que exige de ellos sólo una cosa: el consumo:

La regresión de las masas consiste en la incapacidad de oir con los propio oídos aquello que aún no ha sido oído, de tocar con las propias manos algo que aún no ha sido tocado, la nueva forma de ceguera que sustituye a toda forma mítica vencida (Ibid: 53).

AMOROSA ANTICIPACIÓN.

Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta
ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso y tácito de niña.
ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o silencios
serán favor tan misterioso
como mirar tu sueño implicado
en la vigilia de mis brazos.
Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del
sueño,
quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige,
me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes.
Arrojado a quietud,
divisaré esa playa última de tu ser
y te veré por vez primera, quizá,
como Dios ha de verte,
desbaratada la ficción del Tiempo,
sin el amor, sin mí.

Jorge Luis Borges."Amorosa Anticipación". EN: OBRAS COMPLETAS. Buenos Aires, EMECÉ Editores, 1974, p.59

EL AMENAZADO

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. ¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la Biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo. Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles. Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal, ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Jorge Luis Borges: "El amenazado", EL ORO DE LOS TIGRES. EN: OBRAS COMPLETAS. Buenos Aires, EMECÉ Editores, 1974, p.1107

martes, 5 de febrero de 2008

ALMANAQUES Y CALENDARIOS



Los ALMANAQUES, a lo largo de su historia, han ofrecido de todo: desde los antiquísimos conocimientos astrológicos y los consejos médicos a ellos ligados, hasta las doctrinas religiosas, el teatro, la música, la historia, la política, la filosofía, las ciencias, la navegación (almanaques astronómicos), las noticias de sociedad, el comercio, toda actividad humana y todo conocimiento. Los ALMANAQUES han sido siempre calendarios con contenidos dosificados día a día, constituyendo por ello una apreciadísima alternativa de los libros y las revistas especializadas. Fieles a esta memorable tradición, Los editores de EL ALMANAQUE ofrecemos, además de la edición diaria completa, los siguientes ALMANAQUES ESPECÍFICOS, con el objeto de que cada uno pueda elegir el de su preferencia
CALENDARIO AZTECA

LA PIEDRA DEL SOL

El Museo Nacional de México guarda como una de sus más preciadas joyas la Piedra del Sol, el calendario azteca que estuvo religiosamente guardado en la base de la torre occidental de la catedral de México. Estamos en el Nuevo Mundo, separado del viejo conglomerado continental y cultural por inmensos océanos, barrera infranqueable para un tráfico tal que permitiese una interacción cultural entre ambos mundos. Es, pues, lo más probable que si algún contacto hubo entre éstos antes del 12 de octubre de 1492, fuese totalmente esporádico (sostienen algunos historiadores que el mismo Colón había estado en el nuevo continente antes de esa fecha), de modo que era difícil que dejasen huella. Y sin embargo vemos cómo los grandes fenómenos culturales se repiten, entre ellos las prácticas religiosas, políticas y sociales; algunas técnicas incluso, y muchos conocimientos especulativos. Y son precisamente los calendarios y almanaques los que con mayor nitidez nos presentan esta silueta de un espíritu humano que sopla de igual manera en un mundo que en otro, y que nos ofrece en cualquier tiempo y en cualquier lugar un hombre esencialmente igual a sí mismo. Cuando llegó Colón a América, hacía tan sólo 38 años que los aztecas habían reformado su calendario, que era de 365 días, para intercalar el año bisiesto. La historia de los calendarios en el continente americano se parece notablemente a la de los calendarios y almanaques de los conglomerados culturales mediterráneo y asiático. Según los mitos aztecas fue el dios Quetzalcoatl el que enseñó al hombre el calendario, al mismo tiempo que la agricultura, las técnicas y las ciencias. También en las culturas precolombinas de centroamérica, de las que nos quedan numerosas referencias y vestigios, el calendario es la más elaborada expresión de las creencias, conocimientos y costumbres. Leer sus calendarios es como leer en clave sus libros sagrados, sus credos y sus fiestas; es como un escaparate de sus cultos y culturas. Cuando llegaron los españoles al Nuevo Mundo, algunas de las culturas con las que entraron en contacto estaban en su máximo apogeo: Centroamérica parecía, al igual que Egipto y Mesopotamia, la encrucijada de las grandes culturas del continente, el crisol en que éstas se fundían, conservándose lo mejor de cada una de ellas. Los calendarios de la zona son un fiel reflejo de ese esplendor y de esa síntesis cultural. Los mayas del Yucatán, los nahoas y los aztecas son los pueblos cuya cultura se impuso.
EL ALMANAQUE presenta hoy el calendario azteca, uno más de los calendarios que en este principio de año estamos ofreciendo a nuestros lectores para que puedan formarse una visión global de cómo los calendarios y almanaques han sido a lo largo de la historia y de las culturas, el soporte preferido de las celebraciones, y en torno a ellas, de los ritos, los mitos, los conocimientos, los dogmas y las costumbres que mejor las definen. Y junto a ellos ofrecemos también una amplia gama de almanaques temáticos con contenidos de actualidad. Pretendemos crear con ello una especie de reticulado (del que cada cuadro es un día), que nos permita ofrecer dosificados los contenidos de nuestra página en la forma que nos es propia, día a día, pero ampliando la oferta a tantas secciones como Almanaques vayamos creando. Con esta nueva modalidad, conseguimos tres resultados óptimos. Uno: a nuestros lectores escasos de tiempo, que prefieren una sola de las secciones del Almanaque general, se les de la posibilidad de abonarse a un Almanaque dedicado a su tema preferido. Dos: con la segmentación del Almanaque general en Almanaques específicos, abrimos nuevas líneas de contenidos, que hemos reprimido hasta el presente por no sobredimensionar el Almanaque general. Tres: la creación de este reticulado nos depara la oportunidad de presentar dosificados y racionados en formato de Almanaque, los cuantiosos fondos que hemos ido acumulando en nuestra web a lo largo de los ya cerca de mil días que llevamos trabajando en ella todo un equipo de personas que hemos puesto el alma en esta página. Estamos convencidos de que con las nuevas estrategias que ponemos en marcha este año, aligeramos el peso del Almanaque general, que seguiremos confeccionando y ofertando como hasta ahora; y que al mismo tiempo facilitamos el acceso a sus contenidos a mucha más gente.

CALENDARIO AZTECA
Cuando llegó Hernán Cortés a México, el calendario azteca acababa de ser reformado, y el año empezaba el día 1 de Atlacalmaco, que coincidía con nuestro 1 de marzo. No está claro si fue el mes o la “semana” la más antigua unidad de medida de los días. De todos modos, en todos los calendarios de la historia vemos cómo son los días de mercado los que marcan la cadencia de las semanas (en algunas lenguas se usa la misma palabra para denominar la feria o mercado y la semana). Entre las culturas centroamericanas se instituyó la celebración del mercado cada 5 días y por tanto la semana de 5 días (fue la sacralización del número 7 en nuestra cultura lo que determinó que nuestra semana sea de 7 días). La siguiente unidad era el mes de 20 días, con un total de 18 meses al año, que sumaban 360 días. Para completar los 365 días del año solar (366 los bisiestos, que también los tenían) añadían al final del año los 5 (o 6) días llamados nomentemis, que dedicaban íntegramente al placer y la diversión; en esta última semana del año no había feria, para no interrumpir las celebraciones. Algo muy parecido a las saturnales romanas y las navidades cristianas con que se despide el año viejo y se recibe al nuevo.
El hecho de que las culturas de centroamérica no hubiesen desarrollado la escritura, no representó ningún impedimento para el desarrollo de un calendario perfecto. Asignaron nombres con los respectivos pictogramas a los 20 días del mes (1 flecha, 2 tigre, 3 águila, 4 cuervo, 5 los cuatro movimientos del sol, 6 pedernal, 7 lluvia, 8 flor, 9 serpiente armada de harpones, 10 Ehecatl (el gran dios Ketzalcoatl en figura de viento), 11 casa, 12 lagartija, 13 culebra, 14 muerte, 15 venado, 16 conejo, 17 agua, 18 perro, 19 mona, y 20 hierba). De este modo era fácil representar el desarrollo del tiempo. Parece que antes de llegar a este nivel de denominación, sólo tuvieron cuatro nombres (como una semana de 4 días) que se iban repitiendo hasta completar el mes. Estos nombres eran ácatl, tepatl, calli y tochtli, que representaban a los cuatro astros (Sol, Luna, Venus, Tierra), a los cuatro vientos, a las cuatro estaciones, o a los cuatro elementos. Parece que desde muy antiguo dividían el año en cuatro estaciones; que se guiaban por los equinoccios y los solsticios; y que dividieron el día en 16 “horas”: 8 laborables, desde la salida a la puesta del sol, y las 8 restantes de descanso.
Al igual que ocurrió en el viejo continente, los calendarios avanzaban con las respectivas culturas. Por más que en los mitos respectivos cada uno aparezca como iniciador del tiempo, el caso es que los calendarios maya, nahoa y azteca pertenecen a una misma fuente cultural. En el año 249 a. de J.C, cuando el calendario romano era un auténtico caos, y aún faltaban siglos para la reforma juliana que instituyó los años bisiestos, en ese año se reunieron los sacerdotes de las tribus nahuas para corregir las desviaciones de su calendario, introduciendo el año “bisiesto” (la repetición cada cuatro años del último de los días nomentemis). Esta reunión tuvo lugar en Huehuetlapallan, una de las siete ciudades mexicanas que formaron Chicomoztoc, la ciudad mexicana más importante de los nahuas. Instituyeron también el período de 52 años, formado por cuatro haces o gavillas de años (13 x 4). Con esta ocasión en que ajustaban exactamente el calendario al sol, celebraban una extraordinaria fiesta religiosa en la que se extinguía el fuego viejo y se encendía un nuevo fuego sobre el cuerpo de la víctima humana que con esta ocasión se iba a sacrificar. Todos los fuegos del imperio se extinguían antes de tan gran ceremonia (en épocas, los días nomentemis que la precedían tuvieron carácter de duelo, penitencia y sangrientas disciplinas, simbolizando la preparación para el fin del mundo); y después de la gran oscuridad, llegaba la explosión de la luz: infinidad de antorchas encendidas en el fuego nuevo de la pira del sacrificio, partían en dirección a todas las ciudades y poblados. Es de notar el singular paralelo con la celebración judeocristiana de los jubileos cada 49 años (7 x 7), siendo el quincuagésimo, el año jubilar.

EL CALENDARIO DEL SOL
El pueblo azteca daba gran importancia al tiempo, que era registrado en dos calendarios: el de 365 dias, xihuitl, que era el solar y o agricola, compuesto por 18 meses de 20 dias, mas cinco dias "inutiles" o "aciagos"; y la cuenta de los destinos de 260 dias, llamada tonalpohualli, que tenia mas bien caracter adivinatorio. Este esta divido en 13 meses de 20 dias cada uno. Cada dia tiene un nombre y se combina rotando con un nmero del 1 al 13, hasta completar los 260 dias (13 veces 20=260). Cada dia con su numeral tiene una carga energetica que lo conecta con la fuerza del cosmos, y esta bajo la proteccion de un dios, se relaciona a un rumbo del universo y a un color, y tiene un augurio asociado.
Los nombres de los dias en nahuatl son los siguientes: cipactli, ehécatl, calli, cuetzpallin, coatl, miquiztli, mazatl, tochtli, atl, itzcuintl, ozomatli, malinalli, acatl, ocelotl, cuauhtli, cozcauauhtli, ollin, tecpatl, quiauitl, xochitl. Los 18 meses del calendario solar de 365 dias, recibian los siguientes nombres: atlcahualo, tlacaxipehualiztli, tozoztontli, hueytozoztli, txcatl, etzalcualiztli, tecuilhuitontli, hueytecuilthuitli, tlaxochimaco, hueymiccailhuitl, ochpaniztli, pachtontli, hueypachtli, quecholli, panquetzaliztli, atemoztli, tititl, izcalli y nemontemi. Los méxicas creian que el calendario habia sido inventado por Oxomoco y Cipactonal.
Los aztecas dividian el calendario solar en 5 periodos de 73 dias, especie de estaciones a los que llamaban cocij: cocij cogaa, era el tiempo del agua y del viento simbolizado por el cocodrilo; cocij col lapa era el tiempo de las cosechas, representado por el maiz; cocij piye chij, era el tiempo santo o de fiesta, representado por el aguila o el guerrero; cocij piye cogaa, tiempo de secas e inicio del calendario; cocij yoocho, tiempo de las enfermedades y las miserias, representadas por el tigre.
Los Meses Nahuas y sus equivalentes gregorianos.
Atlcahualo
Equivalencia: febrero-marzo
Tacaxipehualiztli
Equivalencia: marzo
Tozoztontli
Equivalencia: abril
Hueytozoztli
Equivalencia: abril-mayo
Txcatl
Equivalencia: mayo-junio
Etzalcualiztli
Equivalencia: junio
Tecuilhuitontli
Equivalencia: junio-julio
Hueytecuilthuitli
Equivalencia: julio
Tlaxochimaco
Equivalencia: agosto
Hueymiccailhuitl
Equivalencia: agosto-septiembre Ochpaniztli
Equivalencia: septiembre
Pachtontli
Equivalencia: octubre
Hueypachtli
Equivalencia: octubre-noviembre
Quecholli
Equivalencia: noviembre
Panquetzaliztli
Equivalencia: diciembre
Atemoztli
Equivalencia: diciembre-enero
Tititl
Equivalencia: enero
Izcalli
Equivalencia: febrero
Nemontemi
Equivalencia: febrero

sábado, 26 de enero de 2008

GENERALIDADES SOBRE LA ETICA

Generalidades sobre Ética:

Es menester diferenciar entre los términos 'ética' y 'moral'. Aunque frecuentemente son tomados como sinónimos, se prefiere el empleo del vocablo 'moral' para designar el conjunto de valores, normas y costumbres de un individuo o grupo humano determinado. Se reserva la palabra 'ética', en cambio, para aludir al intento racional (vale decir, filosófico) de fundamentar la moral entendida en cuanto fenómeno de la moralidad o ethos. En otras palabras: la ética es una tematización del ethos, es el proyecto de crear una moral racional, universalizable y, en consecuencia, transcultural.

Una doctrina ética elabora y verifica afirmaciones o juicios. Esta sentencia ética, juicio moral o declaración normativa es una afirmación que contendrá términos tales como 'malo', 'bueno', 'correcto', 'incorrecto', 'obligatorio', 'permitido', etc, referido a una acción o decisión. Cuando se emplean sentencias éticas se está valorando moralmente a personas, situaciones, cosas o acciones. De este modo, se está estableciendo juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: "Ese político es corrupto", "Ese hombre es impresentable", "Su presencia es loable", etc. En estas declaraciones aparecen los términos 'corrupto', 'impresentable' y 'loable' que implican valoraciones de tipo moral. La ética estudia la moral y determina qué es lo bueno y, desde este punto de vista, cómo se debe actuar. Es decir, es la teoría o la ciencia del comportamiento moral de los hombres. La ética es una disciplina filosófica que tiene como objeto de estudio la moral desde varias posturas filosóficas:
• Ética de bienes y fines - Aristóteles (s IV A.C.), Estoicos y Epicúreos (300 A.C.).
• Ética acciológica o de valores, Ética existencialista - Jean Paul Sartre (filósofo contemporáneo 1905-1980).
• Ética formal de Immanuel Kant (1724-1804).

La ética abre juicios de valores: buenos y malos.


Tomado de "Lecciones de Ética" de Bruno Rychlowski

¿Qué es lo moral? Para adentrarnos en los problemas de la Ética, partamos de nuestra experiencia. Es un hecho que nos señala nuestra propia experiencia que, en determinadas circunstancias, expresamos valorizaciones morales. Los contenidos de nuestros juicios se refieren a categorías opuestas: de bien o mal. Así hablamos de actos nobles, heroicos, desinteresados, los que están en la esfera del concepto de "bien". Pero, hablamos de actos infames, egoístas, los que están en la esfera del concepto de "mal".

En el primer caso, hablamos de actos morales positivos; en el segundo, de actos morales negativos. Así, por ejemplo: a un asesino lo tratamos de inmoral; a una persona que sacrifica su vida para salvar a otro la tratamos de héroe, pues este sacrificio es de gran calidad moral. Ello nos pone en evidencia que nuestra valoración tiene un carácter objetivo, es decir, que se rige por el objeto que verificamos. En nuestro caso, el asesinato, y por otro lado, el heroísmo. Dicha objetividad nos permite formar juicios morales de validez universal: "El asesinato es una inmoralidad": De lo dicho hasta ahora se desprende que la valoración moral propiamente dicha la aplicamos sólo a acciones humanas. "Cuando efectuamos una valoración moral, siempre tenemos en vista seres humanos, es decir, personas. Los valores morales tiene la particularidad de que sólo pueden referirse a seres personales"(Hessen).

Con respecto a los "juicios de conocimiento", ellos apuntan a afirmar si algo es verdadero o falso. En lo referente a obras de arte, hablamos de bello o feo. En ambos casos se trata de objetos y no sujetos o personas. "Es cierto que también decimos que tal vino es 'bueno', que tal enfermedad es 'mala', etc., pero, nuestro conocimiento del idioma nos indica claramente que en este caso no usamos las palabras 'bueno' y 'malo' en su acepción original, es decir, moral"(Hessen). Cabe la pregunta: ¿qué es lo que valoramos en las personas cuando las valoramos moralmente? Valoramos las acciones. De donde resulta que el contenido de nuestra valoración moral no es teórico, sino práctico. El objeto de la valoración moral no es el pensar y el conocer sólo, sino, a la vez, el querer y el actuar. Consecuentemente, lo ético se da en la zona práctica y no en la zona del espíritu humano. "No todas las manifestaciones vitales del hombre están sometidas a valoración moral. Las funciones vegetativas y animales no admiten ningún juicio moral. El hombre tiene en común con el animal esas funciones, pero el animal es incapaz de ninguna acción moral. Sólo los seres racionales son capaces de realizar actos morales"(Hessen).

Por otro lado, son actos morales sólo los que realizamos conscientes y voluntariamente, y por ello se inscriben en la Ética. Únicamente las acciones realizadas a sabiendas y por libre decisión tienen carácter moral. Sintetizando podemos afirmar: Ética es la ciencia de los actos morales, vale decir, actos conscientes y libres, cuyo objetivo es la realización de un valor moral.


1. Concepto de la Ética y la Moral

El término Ética, etimológicamente, deriva de la palabra griega ethos, que significa "costumbre". El término Moral, etimológicamente, proviene de la palabra latina mores, que significa costumbres. Antes de ir en busca de una definición de la Ética o la Moral, detengámonos sobre el objeto material y formal de la moral.


Objeto material y formal de la Moral. Aclaración de términos:

El objeto material de una Ciencia es el fenómeno que dicha Ciencia estudia. El objeto formal es el enfoque específico, desde el cual el fenómeno es estudiado. Por ejemplo: el hombre es el objeto material tanto de la Anatomía como de la Fisiología. Pero el objeto formal de la Anatomía es la estructura del organismo humano, mientras que el objeto formal de la Fisiología es el funcionamiento del organismo humano. Aclarados los términos, procedamos a señalar el objeto material y el objeto formal de la Moral. El objeto material de la Moral son las costumbres y conducta humana. El objeto formal de la Moral es el conjunto de leyes que deben informar y orientar la actividad humana.

Definición de la Moral: Para una definición adecuada de la moral hay que tener presente los objetos constitutivos de la moral. Ellos son: su carácter psicológico y su carácter práctico. Tomando en cuenta ambos elementos podemos definir la Moral como la "Ciencia de las leyes ideales y de la actividad libre del hombre"(Jolivet).

Paul Faulquié define la Moral: "...es la teoría razonada del bien y del mal". Detengámonos sobre ésta definición. La Moral es normativa, porque establece las normas que determinan lo que es el bien y lo que es el mal. En otras palabras, la Moral establece lo que se debe y lo que no se debe hacer. Lo que se permite y lo que se prohíbe. La Moral formula principios generales. Según estos principios clasifica y juzga todos los hechos particulares que son propios de su campo. El fundamento de la Moral es la razón. Indudablemente, los diferentes sistemas morales podrán establecer distintos principios, como su fundamento. Pero, en el fondo de todos ellos se encuentra la razón que busca configurar y legitimar el respectivo sistema.

Los valores y la Educación

El valor como signo, genera asociaciones mentales de múltiples caras (por eso, me opongo al uso del término “perfil”). Lo encontramos por ejemplo, asociado al significado de aquello que en sí es bueno de acuerdo con el orden de importancia que su representación mental le atribuya y ser rico es entonces, un estado ideal al que deseamos llegar; el dinero es un valor material porque poseerlo nos permite obtener bienes materiales; el amor a Dios es un valor espiritual que conduce a la perfección del hombre; ser aceptado y respetado por todos es un valor social; ocupar un alto cargo en el gobierno o en una empresa, es un valor político; atender a los enfermos, dar de comer al hambriento y considerar la situación de los hombres en general, son valores humanitarios. Los valores están presentes en la conformación de la personalidad, determinan nuestro comportamiento y visión de mundo.
Semánticamente, la idea de valor es asignada a ciertos hechos, conceptos y principios que remiten a la paz, la libertad, la tolerancia, la verdad, el amor, la solidaridad y la igualdad, entre otros; paralelamente con unas habilidades, destrezas y procedimientos que permiten desarrollarlos como: la ternura, la amabilidad, la generosidad, la simpatía, la sinceridad, la alegría, la amistad, la responsabilidad; y unas actitudes que expresan la presencia de estos valores en la manera de ser y actuar de las personas: la ilusión, el interés, la curiosidad, el optimismo, la confianza, el respeto, el disfrute, la camaradería, la colaboración, la participación, la autoestima..
La intensidad con que cada uno vive y manifiesta la presencia de estos "indicadores" en su proyecto de vida es lo que se ha denominado "escala de valores", y es esta escala quien señala de alguna manera, la diferencia entre aquellas personas con “principios" y las que "aparentemente" no tienen alguno. Quienes poseen su “escala de valores” y la aplican a sus proyectos de vida, suelen dar un gran significado a su existencia.
Todo esto nos indica que los valores se aprenden y forman parte del proceso educativo que se inicia en la casa, continúa en la calle y se perpetúa en la escuela. No existe sistema educativo alguno que ideológicamente, no esté impregnado de valores. La importancia de los valores radica en el modelaje de conductas que expresen su presencia, y vivencia en el hogar, la calle y el aula mediante la manifestación de actitudes y acciones personales y grupales, cuando compartimos los mismos ideales. Los valores se viven y reflejan en la interacción cotidiana de los seres humanos y no es posible transmitirlos con actividades discursivas. Por ello se insiste, en la necesidad de modelar valores ante los niños durante sus primeros años de infancia y plantearlos a través de situaciones problémicas a los estudiantes en la escuela, para que ellos los analicen y elijan de manera libre aquellos que deseen incorporar a su proyecto de vida.
El aprendizaje de un valor es eficaz cuando su enseñanza se procesa a través de una experiencia vivida por maestros y alumnos en un ambiente de aula favorable, también, cuando se ha elegido dentro de situaciones confrontadas en el seno familiar o en el entorno social, donde los niños crecen, juegan y se educan. Se aspira que la escuela presente a los niños experiencias auténticas que demanden la presencia de aquellos valores necesarios para resolver situaciones problémicas del mundo actual. Luego de una discusión al alumno se le permitirá elegir libre y responsablemente, aquellos valores que deseen incorporar a su proyecto de vida.
Esta es la importancia de los "temas transversales" en el Currículum Básico Nacional. Ellos permiten al maestro y al alumno, conocer la problemática del entorno y descubrir la necesidad algunos valores para dar solución a los conflictos, problemas y angustias. Los ejes transversales, desde la estructura profunda del currículum orientan todo el proceso de enseñanza-aprendizaje y garantizan de manera coherente, la presencia de los valores en el mismo. Ellos, permiten se dé respuesta al para qué y el por qué de la libertad, de la solidaridad, de la paz, etc.
El proceso de enseñanza-aprendizaje no puede darse solo en la transmisión de contenidos curriculares, debe promover la generación de conductas que permitan afianzar convivencia democrática. En todo este proceso, la escuela en sí misma y en su relación con la comunidad, debe mantener su compromiso con la libertad, la solidaridad, la tolerancia, la dignidad y la defensa de los derechos humanos.
Porque, durante su proceso de escolarización, el alumno deberá aprender lo que el currículo intenta enseñarle pero también, lo que los gestos y la vida cotidiana le transmiten como modelos, no siempre en la estructura superficial.

AMERICA MIA

“Escribir significa cubrirse con el mundo y calentarse en él” Hebbel


Íngrimo y solo, rojos, negros, amarillos, imperio de aztecas, exilados. Frente a la guerra, flores y gemidos. La lluvia baila con sus lenguas húmedas de aromas y ofrendas. El tiempo declina en amargas lágrimas Dolor y misterio. El fuego. Se aproxima.

Con brazos extendidos, bocas de lobos hambrientos. Caminan la orilla. Pájaro ciego de verdades. Exilado paisaje sin vida ni muerte. Vuelo ha nacido de ser y ya no es. Persiste en devolver esperanzas. Cenizas contenidas. Su alma de ocaso, rocío y bestia. Se confunden. Sombra, todo y nada. Llegó la despedida con su tul de fuego danzando sobre las aguas, desde la lejanía.

Tiempo, inmortal aguador de lejanías, vives prendado a la sombra del recuerdo. Taíno tu idioma, taíno tus sueños. Recuerdo que asomas bordeando el paisaje, arroja hasta el mar mi sed redentora. Devuelve la vida, aleja la muerte. Deja tiempo, caer tus grises pesadumbres. Ríndete al indio, a su historia. Pasado.

Vida. Consagra los tiempos, la fe, las columnas. Detén tú las voces del hombre que gime. Pasos de trance. Arrullar en silencios. Templo. Hombre, dios, tierra, arena, aire, fuego. Se desploman. Indiferentes. Egoístas. Copulan traiciones. Atraen amargos y olores pasados.

Ya no existen. Se han marchado. ¿Exterminados? En la isla el caimán ha quedado solo. En el Sur apenas unos cuantos. Más allá no se sabe, sólo los recuerdos. En el altar mayor agua-viento, lluvia-fuego. Todo. Remolino eterno. La sombra los cubre. Se han transformado.

Huye mortecino sol. Descorre los vientos del camino. Vuelve a tu trabajo. Despeja nubes en la tarde. Juega con las palmas en la altura. Nuestra sombra. Hombres. Naves. Intrusos. Ambiciones muchas. El. Ave solitaria. Ella. Emigra hacia la luz. El tiempo entreteje cúspides. Cima. Vientos. Silencios y ofrendas. Otras aves, otras ausencias. Otra ausencia. Otros dioses. Aves. Entreteje.

Más allá de sus fronteras, se escucha una voz, peregrina indígena. América clama. América llora América mira. Paisaje soldesolado. Ahora. Momento de reiniciar conversaciones. Perdidos los espacios. Redescubrir esencias.

El silencio permite se escuchen claramente. El silencio permite se descubran nuevamente. La reflexión los ha condenado. Viven en un redescubrirse eterno. Ahora. Escapan verdades y labios. Sólo vida.

La palabra impronunciable. La espesa. La ungida de vacío miedo. La palabra no se ha ido. La suerte los atrae. Son imanes. Aparecidos. Impenetrable, fogosa, imperiosa y sinsentido. Late vida. La palabra cobra vida.

Estar juntos sin moverse. Un juego de horizontes. Mar, viento, sol, arena, azul. Arena y fuego. Estar untos sin moverse. Tiempo ha cesado indígena. Conversación de soledades.

Existe mundo que los une. Indio. Blanco. Negro. Sol. Oscuridad y silencio. Vacío. Gravitar de sangres enlazadas. Copulan las alas de una raza nueva. Late vida. Deja te alcance impenetrable óvalo de espacios abiertos, ciego y huya de costado por los lados de tu herida. Ella. Pedestal de noctámbulas verdades. América intenta recobrar su sentido. América. Un rostro que en sus ríos busca origen, busca vida.

Erguido. Con los brazos extendidos, el hombre aparece. Frente teñida. El ojo. Cara india. Reposa su barbilla. Debajo, el gran libro. Rostros. Rostros. Y más rostros coloreados de banderas, sangre y lodo. Tronco de árbol tallado. Espadas y caballos. Mira al frente. Amenaza. Defiende. América. Futuro y esperanza que se pierde.

Levanta puño indio al blanco y el negro en el lodazal se esconde. América, une fuerzas y colores vivos. No mueve. No viste su cuerpo como todos. Aquí. Guayuco su piel. Barros sus pies. Pisan los espacios, lejanías. Borde de ojo te mira. Un juego de mirar lo mira todo. Mira el horizonte sumergido. Ojeras azuladas con pómulos pintados en necesidad. Penetrar la historia. El origen.

América. Tus dioses te reclaman. Tus hijos te reclaman. Tu lengua te reclama. América. Suelo virgen pisoteado. Pasos sangrantes del camino. Historia mancillada. Las hojas rotas sobre el río se abandonan. Guaicaipuro clama. Atahualpa clama. Historias inconclusas se mantienen perseguidas. Hojas de algún libro abierto al versículo de la Biblia. Alguna vez. Repicaron las campanas. Tañen con prácticas indígenas.

El hombre, mira los tiempos esparcidos. Fugaces son las horas. Ni el tiempo las detiene. El hombre busca en su corazón. Busca origen. Cenizas. Pueblo. Busca a América india que duerme en su pecho. Busca a América virgen. Violada. Agonizante. Maltratada. Desde su propio origen la voz escapa y resplandecen los caminos: ¡América! Soldada ensangrentada. Mujer india. Esclava. Algún día serás reivindicada.
BETINA DE LA ROSA, 1975