martes, 7 de diciembre de 2021

El Quijote o la frustración del hombre

 

“Entre los pobres pueden durar las amistades, porque la igualdad de la fortuna sirve de eslabón a los corazones; pero entre los ricos y los pobres no puede haber amistad duradera”. Don Quijote de la Mancha.

 

 

Sobre la obra de Cervantes El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, generalmente se enseña muy poco en las cátedras de literatura. Los programas de Educación, hasta donde los conocí, se centraban en la famosa crítica a las novelas de caballerías y se insistía en el curioso contagio de estructuras o Sanchización del Quijote y Quijotización de Sancho. A mi particularmente, me gustaba hacer preguntas para inducir al estudiante a la reflexión, la crítica y el debate sobre temas como por ejemplo, ¿Es Don Quijote un cuerdo loco o un loco cuerdo? Fue una experiencia hermosa. Pero los tiempos han cambiado y hoy debería apoyarse al estudiante para que realice la lectura de la obra cervantina orientada hacia el disfrute y la reflexión sí, pero también, hacia la búsqueda de información sobre los fantasmas que han permanecido dentro y fuera de la obra durante más de cuatrocientos años como la guerra, la pobreza, el hambre, el abuso de poder y la ignorancia entre otros, temas que al analizarlos, compararlos y reflexionarlos, le permitirán comprender el presente.
Miguel de Cervantes Saavedra fue el resultado de la época que le tocó vivir (siglos XVI y XVII), una sociedad decadente, reseñada históricamente como el momento de transición entre el Renacimiento y el Barroco, signado por las guerras, problemas económicos, enfermedades, hambre y miseria, como signos de la gran crisis Española. Para muchos críticos literarios, es el símbolo de la frustración del hombre de su época y del escritor que se levantó por encima de su mala suerte para consolidar la modernidad en el quehacer literario en un momento histórico marcado por la transición entre la Edad Media y la Edad Moderna.
En su obra abordó no solo el tema de la novela sino que también, la denuncia de la crisis general de la sociedad española y de Europa en general durante el siglo XVII, una sociedad que luchaba por alcanzar los tiempos dorados, como sostiene Pierre Vilar (1956) en su artículo “El Tiempo del Quijote,” que en esta obra, Cervantes “relaciona ciertos temas de la novela con problemas de la sociedad coetánea como la guerra, la violencia, la pobreza y el bandolerismo. Pero hay que decir que es una crisis general en Europa, no exclusiva de España”. El mismo Alonso Quijano o Quijote desde su visión “aparentemente desequilibrada” del mundo, nos relata una serie de acontecimientos que nos descubren un noble propósito: restaurar la caballería andante, volver atrás y rescatar los ideales y principios ya olvidados: “Agora ya triunfa la pereza de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la arrogancia de la valentía y la teórica de la práctica de las armas, que sólo vivieron y resplandecieron en las edades de oro y en los andantes caballeros”, de allí que su deber como caballero andante, era corregir los males del mundo.
La historia se desarrolla en dos planos contradictorios “fantasía y realidad” que al final, se evidencian por ejemplo, en la aventura de los molinos de viento (I Parte, Cap. 8), donde nuestro caballero no atendió a las advertencias de Sancho Panza, su escudero y se enfrenta a un molino que ¿confundió? con un gigante y sale todo maltrecho. Luego, en el registro de una conversación entre Sancho y don Quijote sobre la caballería, Don Quijote advirtió a Sancho que “todas estas cosas y esos tales sucesos van fuera del orden natural”. Así, todos los aconteceres del caballero, se presentan desde una mirada donde la normalidad no es tal; y resulta que la mente del caballero pareciera estar encerrada en un mundo encantado desde donde logra escapar en algunos momentos.
Con estos entretelones, donde prevalecen la ironía y la sátira, el escritor español, logra elevarse como el creador de la novela moderna y así se define en sus novelas ejemplares “…soy el primero que ha novelado en lengua castellana; que las muchas que en ella andan impresas todas son traducidas de lenguas extranjeras, y éstas son mías propias, no imitadas ni hurtadas: mi ingenio las engendró…” y sin proponérselo, creó un nuevo arte de narrar. En el fondo, su obra expresa un sentimiento de frustración personal frente a lo que fue, lo que es y lo que hubiera querido ser como persona, junto con la crítica profunda que hace a la justicia y a las instituciones de la época. El contexto histórico que motivó “Don Quijote de la Mancha”, es el mismo donde transcurrió su vida, el que el caballero de la Triste Figura intenta cambiar. La obra posee toda la fuerza que la caracteriza como una novela de carácter político y social, nacida en las raíces de su inconformidad frente a la época y en consecuencia, como señala Marabal (1948) la obra está impregnada de un sentido reformador y el anhelo por una vida mejor. De esta correspondencia entre la obra y la historia española, también se desprende (Bataillón, 1950), una secreta lección de libertad y de humanismo.
En la España eminentemente agrícola, de la última década del siglo XVI y primera del XVII, los trabajadores de la tierra, permanecían acosados por los impuestos reales, eclesiásticos y nobiliarios, situación ésta que conducía a la población a una vida miserable. Los campesinos dependían de los usureros para cubrir sus necesidades, cumplir con los impuestos y no perder sus tierras y al verse impedidos para ello, la mayoría de ellos terminaba sus días en la cárcel. De esta situación, la iglesia y la nobleza sacaban provecho. Establecieron un gran negocio: el reparto de las tierras y propiedades del campesino, constituidas en mayorazgos y otros dominios señoriales, eclesiásticos o civiles, en buena parte ociosas. Frente a esta realidad del campo y los ociosos, las Cortes presentaron sus denuncias al Rey pero jamás fueron escuchadas.
Esta circunstancia y la experiencia personal de Cervantes, se convierten en su mejor fuente de inspiración y expresión de una profunda preocupación por la justicia como principio de equidad y como institución represiva. Evidencias de la afirmación anterior, las palabras que Cervantes coloca en boca de Sancho para criticar la mala costumbre de fundar mayorazgos: “Yo he oído decir que hay hombres en el mundo que toman en arrendamiento los estados de los señores, y les dan un tanto cada año, y ellos se tienen cuidado del gobierno, y el señor se está a pierna tendida, gozando de la renta que le dan, sin curarse de otra cosa”. La indiferencia del rey frente a las denuncias de los procuradores y las palabras de su escudero, llevan al autor a colocar a Sancho, a un campesino ignorante, como gobernador de la Ínsula Barataria en la segunda parte de su novela.
Así vemos como al nombrarlo gobernador, le impone los siguientes deberes: “…limpiar esta ínsula de todo género de inmundicia y de gente vagabunda, holgazana y mal entretenida; porque quiero que sepáis, amigos, que la gente baldía y perezosa es en la república lo mesmo que los zánganos en las colmenas, que se comen la miel que las trabajadoras abejas hacen. Pienso favorecer a los labradores”. Cervantes también criticó otros aspectos de su época, como el desempleo, el alto y el costo de la vida. La situación de la época era tan difícil, que la gente moría “más de hambre que de peste”.
El padre de Cervantes estuvo preso dos veces por solicitar dinero prestado y no cancelar sus deudas. El mismo autor se vio impulsado por la necesidad, a tomar dinero de las recaudaciones de impuestos mientras le llegaban sus quincenas y al no poderlo restituir, tuvo que ir a la cárcel, donde nació el Quijote. Y es que en ese entonces, el pan escaseaba en los mercados y cuando se encontraba, su costo era tan alto que ni los trabajadores de las cortes podían obtenerlo. El desempleo y el hambre hacían a la gente delinquir. Los hombres se alistaban a la guerra por necesidad y no por gloria. Sancho decide salir de nuevo con el loco Alonso Quijano porque: “…lo quiere la necesidad” y la falta de empleo”. En la segunda parte del Quijote, indica los motivos que obligan al soldado a la guerra: “ A la guerra me lleva mi necesidad; si tuviera dineros, no fuera, en verdad!”
Cervantes no callaba y alertaba al gobierno a través de sus personajes. Don Quijote, en una carta enviada al gobernador Sancho panza, hace la siguiente recomendación: “Para ganar la voluntad del pueblo que gobiernas, entre otras, has de hacer dos cosas: la una, ser bien criado con todos…; y la otra, procurar la abundancia de los mantenimientos, que no hay otra cosa que más fatigue el corazón de los pobres que el hambre y la carestía”. Sancho, como buen político, ordenó inmediatamente la eliminación de los intermediarios en las negociaciones y reguló los precios del calzado por considerar que estos últimos, tenían mucho uso.
También aborda en su obra temas como los problemas salariales y los derechos humanos. Con el Quijote el autor abre paso por primera vez, a lo que Vilar (1964) denomina “la reivindicación económica en la literatura”. Después de una larga conversación con Don Quijote Sancho le dice: “A mi parecer, con dos reales más que vuesa merced añadiese cada mes, me tendría por bien pagado. Esto en cuanto al salario de mi trabajo” y cuando en la I parte del Quijote adelanta; “…se nos han de remunerar a cada cual según sus méritos.” La frustración del autor frente a toda una vida y una época, lo obliga a vaciar sus reminiscencias personales para reflejar el acontecer social, político y religioso de un medio donde abundaron los seudónimos, porque las palabras del hombre culto y sensible frente a las injusticias de su tiempo podían llevarlo a la hoguera. Como sabemos ésta fue una época donde la Iglesia imponía la censura y mantenía una vigilancia permanente sobre los intelectuales.
De tal manera que para no tentar a la inquisición y lograr sus propósitos, Cervantes acude al Ideal Caballeresco, cuyos principios, contemplados en las Siete Partidas apuntaban al sometimiento a la autoridad del rey, representante de Dios en la tierra, el reconocimiento y defensa del estatus quo. Claro, para la Iglesia, la sociedad española era perfecta y obra de Dios. En el enfoque cristiano de la época, el ser humano venía a la vida a cumplir una misión, un papel como en las obras de teatro. Los escritores tenían la obligación de aceptar esta realidad y dedicarse a deleitar al público a fin de mantener sus conciencias silentes. Quien actuara de manera contraria, ofendía a Dios y era perseguido por la Inquisición. Frente a esta situación, Cervantes levanta su voz. No acepta la sumisión ni la resignación como disciplina de vida ni como imposición al escritor. Consideraba que el dogma católico era contrario a la justicia y a la equidad en este mundo.
Con esta actitud, según Olmos (1970), Cervantes niega la existencia de Dios como justicia distributiva y exige al escritor inconforme, la obligación de defenderla y hacer que su obra valga por el respeto a los derechos humanos, adquiridos por el hecho de ser hombre, y los méritos contraídos en función de lo que aporta a la comunidad: “Es el fin y paradero de las letras humanas poner en su punto la justicia distributiva y dar a cada uno lo que es suyo: entender y hacer que las buenas leyes se guarden”. Tampoco acepta la predestinación divina como orden de vida, de allí que su inconformidad con la iglesia, lo lleva a afirmar: “La santidad consiste en la caridad, la humildad, fe, obediencia y pobreza; pero con todo eso digo que ha de tener mucho de Dios el que viniere a contentarse con ser pobre”.
Cervantes vivió y murió pobre. El oficio de escritor lo hizo rico después de su muerte. Al tomar la realidad como motivo para su obra, Cervantes abrió las puertas al sentido social y utilitario de la literatura. Estableció reglas para el oficio de escritor: sacar a la luz la verdad a fin de llamar la atención de los gobernantes y concienciar al colectivo. El artista debe leer y leerse en la sociedad donde le corresponde vivir. No debe, atentar contra la verdad histórica ni distraer al público de los problemas de la vida. Por estas razones, la familia de Alonso Quijano organizó su biblioteca y condenó a la hoguera algunos libros de caballería perjudiciales para el pueblo porque –como dice la sobrina al barbero: “… bien merecen ser abrasados, como si fuesen herejes (…) todos ellos son falsos, mentirosos, dañadores e inútiles para la república”. Considera al escritor un maestro.
El producto de su trabajo fue el libro, cuyo propósito debe ser enseñar antes que deleitar porque éste, es imposible sin el primero. Consideró al libro como la estrategia que le permite a quien escribe, orientar y ayudar al hombre a intervenir su realidad y transformarla. Pero, para enseñar, todo maestro necesita convencer, razonar con ejemplos claros que sean entendidos por todos. De manera que no bastan las notas y los textos sagrados para alcanzar este propósito, porque: “a los moros no se les puede dar a entender el error de su secta con las acotaciones de la Santa Escritura, ni con razones que consistan en especulación del entendimiento, ni que vayan fundadas en artículos de fe, sino que les han de traer ejemplos palpables, fáciles, inteligibles, demostrativos, indubitables, con demostraciones matemáticas que no se pueden negar”. A manera de ejemplo, señala: “Si de dos partes iguales quitamos partes iguales, las que quedan, también son iguales”.
Preso en la cárcel de Sevilla, en 1606 concibe al Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, donde el héroe (Don Quijote) no es precisamente un caballero al estilo feudal; es según Olmos (1970) “un caballero actual idealizado en el interior de una sociedad sin ideales, arbitraria, de una realidad detestable”, que representa una burla de los héroes de la literatura caballeresca, de los caballeros de su época y la sociedad feudal. La pelea de Don Quijote no es contra moros y judíos sino contra la injusticia y el mal funcionamiento de las instituciones.
La locura del héroe y la necedad de Sancho, son sólo pretextos literarios para evadir la censura y dar rienda suelta a su frustración frente a un mundo que pudo haber sido mejor para él y para su pueblo. Don Quijote representa la inconformidad de Cervantes frente a las visiones de mundo de la ortodoxia católica y una eterna denuncia contra la violencia en todas sus formas. En sus capítulos se evidencia el enfrentamiento del escritor con las instituciones de poder: la inquisición, por ser la iglesia española el pilar fundamental del régimen feudal y el Santo Oficio, el instrumento de represión más eficaz de esa orden.
En Alonso Quijano y Don quijote se concentran todos los antagonismos que se mueven en el mundo interno del ser humano, cuyas aspiraciones marchan hacia el encuentro con un estado social más justo, donde la imposición se convierta en voluntad, el egoísmo en caridad, al frente de hombres sanos de mente y cuerpo, para quienes la ley fuese su espada, las tierras su fuerza y la práctica de vida, su propia y personalísima voluntad. Nuestro caballero, al igual que nosotros, sueña con la posibilidad de construir un mundo mejor. Si continuamos buscando razones y evidencias en El Quijote, nos sorprendería la presencia de muchos otros elementos que se mantienen allí como fantasmas, afectando al hombre, a la sociedad, a las instituciones y al poder como fenómenos nada nuevos en la historia del mundo actual.

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